CAPÍTULO 18

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Harry:

Kathe sigue abrazándome.

Me separo de ella suavemente y sacó las llaves que me ha dado Trent. Me dirijo a la puerta y al girarme veo que Kathe sigue de espaldas, mirando por la ventana. Se le ve tan tranquila, tan sincera... tan Kathe.

Abro la puerta y entro en otro tipo de habitación.

-Kathe.

Mi voz parece haberla asustado, estaba con la mirada perdida en algún lugar de Londres.

Cuando entra a la habitación, suspira al ver las escaleras de caracol que tenemos que subir. Me juego el cuello a que no sabe a donde vamos.

Subimos las escaleras en completo silencio y cuando ya estamos arriba me sorprendo a mí mismo con las manos temblorosas.

-Por aquí.- La dirijo.- ¿Preparada?

Ella simplemente asiente con la cabeza.

Abro la puerta y me obligo a no mirar hacia abajo.

Kathe abre muchísimo los ojos y se lleva la mano a la boca. Un grito ahogado escapa de sus preciosos labios.

-Dime que no me has traído aquí para matarme.- Dice antes de asomarse. Me encanta el sentido de humor de esta chica. Cuando no está con el ceño fruncido hay que decir que es muy buena compañía.

Tiene los ojos muy abiertos y muy verdes. No se si es normal que le cambien de color, pero joder, que guapa es.

Me subo al puente y le tiendo la mano, simulando confianza. Sin dudarlo la agarra y andamos por él. Yo voy con especial cuidado, pues el trecho no es muy ancho que digamos.

-Esto es precioso...- Admite mirando a todos lados.

-Si..

Kathe se sienta y deja que sus pies cuelguen al vacío. Vuelve a ponerse la sudadera y tengo que decir que las converse, el pantalón de pijama y mi sudadera no es una buena combinación, pero para mí sorpresa, esta preciosa.

-Es muy bonito.- Dice mirándome con esos ojazos.-Gracias...

Posa su mano encima de la mía y yo estudio los tatuajes que tiene: en el dedo corazón tiene la cara de un león, entre el pulgar y el índice tiene una cruz... curioso, no hubiese dicho que fuera creyente. Y uno me llama especialmente la atención, en el meñique tiene un corazón pintado con los colores de la bandera gay. Dios, por favor que no sea lesbiana. Sin darme cuenta le cojo la mano y la sujeto en el aire.

-Dime que no eres lesbiana. Por el amor de dios, Katherin, dime que no eres lesbiana.

-Que esté a favor de la homosexualidad no significa que yo sea homosexual.- Un tremendo alivio me recorre el cuerpo.- Y como me vuelvas a llamar Katherin no dudare en tirarte por este precioso puente.- Me amenaza pero por la sonrisa que invade su rostro sé que esta de coña.

-¿Estas completamente segura de que no eres lesbiana?- Le pico sabiendo lo poco que le gusta que le lleven la contraria. Y de repente se coloca a horcajadas encima mío. Casi me da algo al pensar que si se hubiese movido un simple centímetro más hubiese caído al puto vacío.

-¿Una lesbiana te besaría así?- Susurra a un centímetro de mí boca. Sin previo aviso se lanza a mis labios. El beso es suave. Demasiado suave. Me esta torturando. Con cuidado la agarro de la nuca y la acerco a mí. Una especie de gemido escapa de sus maravillosos labios. Cuando se me acaba el aire abro los ojos, la tengo delante, tengo delante a una chica de ensueño con una sonrisa preciosa.

-Vale, comprobado. No eres lesbiana.- Digo mientras ella se baja de mí regazo. Se parte de la risa. Un mechón de pelo le cae por la cara y juraría que solo ella es capaz de estar tan guapa a las 4 de la mañana, en pijama y en puto puente.

-Que bonito.- Me sorprende su voz. Por un momento me había perdido en mis mierdas.

-¿Que?

Sigo su mirada y veo que está centrada en uno de mis anillos. El de el pulgar en concreto.

-¿Te gusta?-Pregunto levantando la mano. Ella simplemente asiente con la cabeza y no me hace ninguna pregunta. Sinceramente pensaba que me iba a empezar a freír a preguntas, pero simplemente a echo un comentario. ¿Hasta cuando va a dejarme de sorprender su comportamiento?

-Hora de irse.-Anuncio a la vez que vuelvo a meterme el móvil en el bolsillo.

Cuando me dispongo a levantarme me agarra de la mano impidiendo que me levante.

-Un minuto más. Por favor.- Me ruega y yo le concedo esos maravillosos 60 segundos. Kathe sigue con su mano encima de la mía, y entonces me doy cuenta de donde estoy, de con quien estoy.

4 AM, en el magnifico London Bridge, con Kathe agarrada a mí mano. ¿Qué más le podría pedir al cielo?

Ella sigue mirando el paisaje y yo no puedo quitarle ojo de encima. Es preciosa, sin pretenderlo. Mirarla transmite tanta tranquilidad, tanta paz...

Antes me dijo que el paisaje era precioso y yo le respondí que si, realmente yo no estaba mirando el paisaje, la estaba mirando a ella. Y dudo mucho que ningún paisaje pueda sustituir la belleza de su rostro. La pureza de sus ojos. La tranquilidad de sus labios. La manera en la que el viento resalta su preciosa melena. La sonrisa tan sincera que intenta ocultar mordiéndose la lengua. No existe paisaje más bonito que ella. Y que no lo sepa, la hace mucho más especial.

-Vale ya podemos irnos.- Dice con una risa nerviosa a la vez que se pone de pie. Rápidamente me coloco a su lado y ella vacila antes de empezar a andar. Antes de llegar a la puerta se para en seco, se gira y me mira con tal mirada que podría descongelar toda la puta Antártida.

-¿Sabes? Eres el primer tío al que beso encima de un puente.-Dice acompañada con una risa.- Siéntete privilegiado.


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