CAPÍTULO 24

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Harry:

Cuando por fin consigo meter su culo en el coche me doy cuenta de que me a quitado las llaves. Para estar como una cuba es más astuta que yo.

-Dame las llaves.-Digo aunque suena más como una orden.

-Quítamelas.- Dice mientras eleva sus cejas. Dios mio.

 Es totalmente sexy sin pretenderlo.

-Katherin...-Le advierto esperando a que estalle por haber dicho su nombre completo, pero ella simplemente cierra los ojos.

-Me encanta como dices mi nombre.- En ese momento estoy a punto de hacer chocar mis labios contra los suyos pero me contengo.

Esta borracha. Esta borracha. Esta borracha, y tremendamente sexy. Me repito a mí mismo.

De repente me lanza las llaves.

-Llévame al País de las Maravillas, conejo.-Dice y se empieza a reír de su propia ocurrencia. No puedo evitar imaginarme el doble sentido de esa frase.

No sé donde estará el País de las Maravillas pero fijo que debajo mío la puedo transportar ahí mientras gime una y otra vez mí nombre.

Me obligo ha apartar esos perturbados pensamientos de mí cabeza, pero me anoto mentalmente volver a ellos cuando esté solo.

Ya estamos a menos de 10 minutos de mí ¿apartamento? No sé como llamarlo, realmente nunca me quedo ahí. Me lo compró mí padre, pero yo prefiero la enorme casa de mí madre para vivir.

-¿Porque crees que me hicieron eso?-Dice de repente.

-¿Que?-Pregunto confuso por su pregunta.

-¿No había más mujeres? ¿Tenían que hacerle daño a una cría de diez años?- No parece haber escuchado mí pregunta. Para estar tan borracha su voz es muy serena, demasiado tal vez.

-¿De qué hablas?

Ella simplemente señala su brazo. Cerca de lo que parece dos alas negras tiene una fecha tatuada 06/09/2005.

-¿Que significa?- Pregunto tratando de prestar atención a la carretera.

-Lo peor que le puede pasar a una persona.

¿Qué diablos significa eso? Decido no hacer más preguntas, intentaré sonsacárselo cuando este ebria.

-¿Donde estamos?- Dice mientras intento sacarla del coche.

-En mí casa.

-Harry.

-¿Que?- Pregunto mientras abro la pesada puerta de cristal.

-¿Te gusto?-Pregunta con las pupilas dilatadas. Ya no queda rastro de esas grandes bolas jades. Tiene los ojos rojos y las pupilas le ocupan todo el iris. La pregunta me desconcierta y me tomo mí tiempo para contestar.

¿Me gusta? Cada vez  que la veo me dan ganas de abrazarla hasta quedarme sin aire. Cada vez que habla mí cuerpo siente el impulso de cerrarle la boca con mis labios. Me gusta. Más que a nada.

Y eso me asusta.

-Mañana, cuando se te haya pasado el pedo, te lo digo.- Nos metemos en el ascensor y el silencio se instala entre nosotros.

-¿Porque ella?-Se ve que hoy es el día de las preguntas sin sentido.

-¿Quien?

-Vanesa. De todas las chicas que hay ¿Por qué la elegiste a ella?-Entonces el ascensor se abre con un agudo pitido.

<<Porque no te puede tener a ti.>> Dice mí subconsciente.

Y yo solo me encojo de hombros.

Abro la puerta del apartamento y Kathe entra detrás mío. Se que sigue como una cuba solo por el echo de que acepte quedarse aquí, y más después del espectáculo de antes.

Entonces de repente me coge del cuello de la camiseta y me pega la espalda contra la pared.

-¿Qu.. que haces?- Tartamudeo cuando veo que sus labios están a menos de 5 centímetros de los míos. Es increíble que siga igual de guapa que hace 4 horas. La mayoría ya estaría con el rímel corrido y el pintalabios por la mandíbula. Pero ella esta perfecta.

-Shh.-Susurra y ladea su cabeza para atrapar mis labios y rápidamente me pierdo en el paraíso. Siento el punto frío de su piercing y el sabor a alcohol que inunda toda su boca. Cuando nos quedamos sin aire ella se aparta y se tumba en el sofá. Me dirijo a la habitación aún un poco atontado por el beso cuando escucho a Kathe hablando.

-¿Te cuento un secreto?

-Dime.-Asomo la cabeza para poder verla. Me mira y sonríe marcando dos hoyuelos que nunca le he visto.

-Nada.-Dice y me da la espalda.

-Habla.- Le ordeno.

-A mí también me gustas.-Admite y yo juro que el aire acaba de desaparecer del salón.

Dos minutos después Kathe esta dormida.

Y yo sigo despierto soñando con el día que la tenga dormida en mis brazos.


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