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Todos los años iba a Starling City con mis abuelos, yo era de la India, un hermoso lugar con una hermosa cultura pero lleno de machismo y violencia.
Mi madre y yo siempre fuimos discriminadas por mi propio padre. Por ello siempre pedía a mis abuelos que me lleven con ellos en las vacaciones, así fue como conocí a la familia Queen. Robert y Moira siempre fueron buenos conmigo y también sus hijos Oliver y Thea, aunque con ellos no me relacionaba mucho.
Yo tenía un mejor amigo, lo conocí en uno de mis viajes a Starling. Roy Harper, él tenía nueve y yo seis años, fue algo muy gracioso por que él me hizo caer y yo no podía parar de reír. Roy pensaba iba a enojarme con él pero yo simplemente me reía del suceso.
Después de eso, año tras año iba a Starling sólo para verlo, nos volvimos muy unidos. Incluso nos llamábamos cuando yo volvía a mi país.
Pero cuando cumplí los dieciséis mis abuelos fallecieron, no pude superar la pena por mucho tiempo, después de todo ellos eran los únicos que estuvieron siempre para mí, los que siempre me dieron protección.
Ese año no pude regresar a Starling, ni el siguiente. Creía fielmente que Roy me odiaba por haberlo abandonado sin razones. Pero él me contactó, le expliqué todo y él me comprendió apoyándome incluso en la lejanía.
Todos los años siguientes tuve que ver y soportar el maltrato a las mujeres de mi comunidad, el maltrato incluso, hacia mi madre. Pero, no todo era malo. Las costumbres de mi país eran maravillas, los cantos, los bailes. Eso nunca lo dejaría de lado.
Pero me cansé de los rechazos y decidí regresar a Starling City. Ahora mismo tenía un teléfono en mi mano mientras esperaba a que contesté mi salvación, Roy.
—¿Hola?—escuché su voz y sonreí.
—Roy, soy yo, Alizeh—hablé con emoción. Escuché una risa del otro lado.
—Ali, dios, te extraño—murmuró y sonreí.
—Yo también—suspiré—¿Roy? ¿Puedo pedirte algo?
—Lo que quieras, Ali—respondió con rapidez.
—Necesito volver a Starling, pero no puede enterarse mi padre—susurré—¿me ayudarás?
—Por ti, lo que sea—respondió Roy y sonreí—hablaré con Oliver, él nos puede ayudar.
—Muchas gracias, Roy, de verdad—escuché otra risa.
