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Iba caminando por los pasillos de Hogwarts hacia el gran comedor junto a mi primo Remus y sus infantiles y problemáticos amigos, donde también estaba incluido mi novio, Sirius.
Al llegar, James abrió las puertas muy al estilo Potter, y por eso me refiero a que empujó las puertas de golpe anunciando su presencia.
Toda la población femenina fijó los ojos en los chicos, pero por supuesto quien se llevaba la mayoría de la atención era Potter.
Rodé los ojos y avancé al lado de Remus y Peter mientras James y Sirius iban adelante.
Me sorprendió mucho que los chicos que se encontraban en el comedor mantuvieran la mirada sobre nosotros y no la apartaran como de costumbre, cuando se daban cuenta que sólo se trataba de James.
—Mira, Potter. Al parecer ahora también despiertas el interés masculino—bromeé, alzando las cejas sugerente.
—Que graciosa, Audrey, pero creo que no me miran a mí—respondió mientras nos sentábamos. Lo miré con una ceja arqueada y él sonrió de lado.
—¿Entonces a quién miran? ¿a Remus o a Sirius?—pregunté y mi primo me lanzó una mala mirada. Al contrario, Sirius no decía nada y mantenía su mirada fija en algo detrás de mí.
—Creo, querida Audrey, que en realidad te miran a ti—repuso y reí—¿no me crees? Te apostaría que si tú pasas sola por ese pasillo, se te quedarán mirando como si les hubieras dado Amortentia.
Fruncí el ceño y me levanté comenzando a caminar en dirección a Lily, cuyo asiento se encontraba en la mitad de la mesa.
Sentí varias miradas sobre mí y al girarme a mirar hacia donde estaban los chicos, James me miraba con desafío y Sirius se levantó de su asiento con rapidez.
Caminó con paso firme hasta donde me encontraba y me tomó de la cintura, pegándome a su bien formada anatomía.
—¿Qué haces, Black?—interrogué cuando sentí su respiración en mi mejilla.
—Demostrándoles que eres mía—susurró y me besó.
Me besó como si nadie más que nosotros estuviera en el salón, me besó como si me fuera a ir.
Me besó como sí tuviera miedo de perderme.
Se separó de mí lentamente y antes de que sus labios se despegaran de los míos, los mordió levemente causando que mis mejillas ardieran.
—Tú eres mía.
—No soy un objeto, Black—murmuré sobre sus labios y sentí como sonrió—pero tú también eres mío.
—Tú sabes bien que así es—respondió con una sonrisa que me hizo sonrojar.
Nos separamos y todo el mundo nos miraba, Sirius les lanzó una mirada fulminante a los varones ahí presentes y me apretó más contra su cuerpo, como si eso fuera posible.
Los chicos apartaron la mirada, al igual que las féminas, con las hormonas alborotadas.
El mayor de los chicos Black tomó mi mano y empezó a caminar conmigo hacia la salida del comedor, donde se detuvo y se dió media vuelta.
—Y por si no les ha quedado claro—gritó para que los escuchen—ella es mía y yo soy suyo.
>>—Ahora sí, pueden continuar con el banquete—sonrió como si nada hubiera ocurrido, como si no hubiera gritado en pleno comedor.
Miré a los chicos y ellos parecían divertidos con la escena, James formuló un "me lo debes" con los labios y le sonreí.
Sirius se giró hacia a mí haciendo que sus cabellos se muevan de una manera elegante y sonrió.
El pelinegro me abrazó por los hombros y salimos del comedor.
—Estás loco, Black—sonreí mientras él me abrazaba por la espalda.
—Es tu culpa, esto es en lo que me conviertes—contestó besando mi cuello.
Sin duda amaba a Sirius, con todas y cada una de sus locuras.
—Te amo—confesó y lo besé.
—Yo te amo también—dije con sinceridad—siempre lo haré.
