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Alcé la mirada de la pauta de vestuario, mientras escuchaba como Dom les llamaba la atención a los actores, mejor dicho como le llama la atención a Savannah por "ser tan caprichosa" y negarse a grabar la escena.
La rubia estaba roja de ira, pero se notaba que Dom estaba por reventar, todos alrededor miraban con ojos expectantes y curiosos.
Me tomé la libertad de pasear mi vista por todos los que se encontraban en escena, fue algo un poco entretenido aunque me sentía como una chismosa. Y de pronto, choqué con unos ojos verdes.
Timothée Chalamet, el crush de Hollywood, se encontraba recostado contra el aparador, mirándome fijamente.
Me ruboricé, tal vez él habría pensado que estaba criticando mentalmente al resto de sus compañeras del cast. Aparté mi mirada rápidamente, y esta vez observé como Sebastian se dirigía hacia mí.
—¿Necesitas ayuda con el traje?—pregunté y él negó con una sonrisa amable.
—Solo necesito dejar de escuchar las pataletas de Savannah por un rato—comentó y le extendí el vaso de café que había conseguido para mí, pero que no había tocado—Gracias, pequeña, lo necesitaba.
Levanté los hombros en un gesto despreocupado, volví a mirar al frente con la esperanza de que Dom haya terminado con su sermón. Lancé una leve y rápida mirada a dónde se encontraba el rizado.
Aún miraba.
Me miré sutilmente, agradecía haberme vestido como es debido hoy. La blusa amarilla se veía bien con los jeans negros de tiro alto, y las botas eran una de mis favoritas. Pero eso no respondía el porqué miraba en mi dirección.
Sebastian miró al costado y se despidió con la mano, siguió su camino hasta la mesa de bocadillos. Tal vez yo me daría una vuelta por ahí.
Los murmullos en el set continuaban, y Savannah aún no terminaba de refutarle a Dominic todo lo que decía.
Demonios, sí que era irritante.
Casi ponía los ojos en blanco. Casi.
Lancé otra mirada hacia el aparador. Aún seguía ahí, la espalda contra el mueble y las manos en los bolsillos.
Tenía la mirada en el piso esta vez. El vestuario que traía lo hacía ver malditamente guapo, lucía cómo un príncipe.
Aproveché el momento y miré a mis costados, incluso detrás mío. Nadie.
Timothée me miraba a mí. No sólo uno de los actores más talentosos de la industria, sino también un chico guapísimo, me estaba mirando.
Con las mejillas sonrosadas nuevamente, giré a mirar a la escenita que se había armado, y entonces me di cuenta, Hayley, otra de las chicas más guapas del elenco, se había sentado en uno de los taburetes de utilería con una cara de aburrimiento impresionante, giró su rostro y le lanzó una sonrisa a Matt y después a Timothée.
