CAPÍTULO I

6.6K 392 232
                                    

MATTEO


Las imágenes se impregnan en mi retina puedo sentir el fuerte dolor en todo mi cuerpo, el peso en mi cuello, las muñecas inutilizables, la falta de sensaciones en mi pierna y mis dedos arden, queman. Grito a todo pulmón pero nadie me escucha, las voces de ellos están mi cerebro, se ríen de mí, disfrutan, están tan felices de hacerme esto, siguen lastimándome porque les encanta, grito pidiendo ayuda pero no nadie está ahí para mí.

Abro los ojos en medio de la penumbra, estoy bañado en sudor y tengo el cuerpo tan tenso que cuando intento estirarme los músculos me duelen. Pasaron casi seis años y las pesadillas me atormentan cada noche de mi vida. Me levanto con el cielo tronando, la lluvia es constante y dura, se puede notar el frío en las calles las ventanas están empañadas y pequeñas gotas se deslizan de ellas.

Así como estoy salgo del cuarto cerrando las puertas y me voy directo a la cocina. Me sirvo un vaso de agua bastante fría y la trago en un desesperado intento de apagar todo lo que me pasa, es normal levantarme a esta hora y en estas condiciones, así que decido ir a mi típica estrategia para calmarme.

Agarro la guitarra acústica y me siento en el sillón junto a la ventana en plena oscuridad, no puedo ni ver lo que hago pero mi instinto puro me ayuda a guiarme. Me acomodo lo mejor que puedo, subo mi pierna izquierda a la mesita de café y sin querer me doy cuenta que casi piso mis lentes de lectura, los corro y me centro en mi tarea principal, ahuyentar los malos sueños.

Toco acordes al azar despacio, bien bajo para que solo deleiten mis oídos, recurro a algunas canciones que aprendí en el conservatorio y así me la paso por un largo rato.

Somos la oscuridad y yo, la lluvia me marca el compas para que pueda seguirlo. Cierro los ojos, para olvidar y calmarme. Para volver a ser yo.

Las letras están cargadas de tristeza hablan de hombres y mujeres que la pasan mal, en vela cada noche por todas las penas que cargan en su vida, piden liberarse de ese maldito castigo que los atormenta pero nadie puede, todos cargan su cruz y así deben vivir o morir también.

Deslizo mis dedos cuerda por cuerda, las acaricio con paz y mi respiración se vuelve lenta de a poco, me estoy calmando.

Los fantasmas se van volando de mi mente.

Me tapo con una manta que siempre reposa en el sofá, la verdad es que el frío ya me está calando los huesos y no tengo nada puesto más que mi ropa interior. Me siento con las piernas estiradas completamente para seguir tocando con más comodidad.

Las melodías me apaciguan el alma y despacio cierro los ojos para perderme en la oscuridad del sueño profundo.

- Mi amor. – un susurro en mi oído me hace removerme. – Matteo te dormiste en el sillón otra vez. – su dulce voz me hace abrir los ojos despacio, las pestañas me pesan tanto que apenas puedo mantenerme despierto

- ¿Qué hora es? – pregunto arrastrando las palabras

- Son las cinco de la mañana. – Deposita un beso en mi mejilla y sonrío ante su gesto de ternura. - ¿Otra vez tuviste pesadillas? – pregunta y asiento levemente mientras me levanto un poco torpe

- No quería despertarte, mañana trabajas temprano y no quería molestarte. – respondo y tomados de la mano volvemos a la cama

- No me molestas. – Aprieta mi mano. – Estoy acá para calmarte cada noche

- Lo sé Addy. – Le devuelvo una sonrisa y ambos nos metemos en la cama. – Gracias por soportar todo esto. – susurro cuando estamos frente a frente

- Te amo Matteo, por vos soportaría cualquier cosa

- Yo también te amo. – Nos fundimos en un beso mientras la acaricio

- Y ahora señor Balsano, es hora de volver a dormir. – Le respondo con una sonrisa y me acomodo para dejarla acostarse en mi pecho. – Y ya sabes si hay otra pesadilla me despertas ¿Entendido?

- Sí señora. – respondo jugueteando con su pelo

Me quedo un buen rato con los ojos abiertos, respirando paz y su perfume. Todo lo que necesito para poder estar bien es Addy, su contención es lo que me mantiene en pie y sano mentalmente cada noche.

Desde que llegué a Londres cada noche fue una maldita tortura, me la pasaba a los gritos cada una hora porque las imágenes siempre estaban ahí atormentándome. Mis tíos se la pasaban en vela intentando que vuelva a dormir. Pero desde que la conocí pude calmarme, aunque sean regulares estos malos sueños solo tengo uno por noche antes era imposible dormir o aun peor vivir teniendo en cuenta que solo cerraba los ojos por dos horas máximo, era imposible rendir bien.

Los primeros meses fueron odiables, era pésimo con el idioma si ya inventaba palabras en español con inglés era un inventor potenciado, la mayoría les costaba entenderme, así que tenía que salir a cualquier lado con mi prima para comprar cualquier cosa. Me la pasaba todo el día estudiando para poder rendir los exámenes finales libres y terminar de una santa vez el colegio y lo logre, antes que todos, para noviembre ya me habían permitido dar todo y estaba libre de esa cárcel, oficialmente había terminado. Aunque una nueva actividad regular me esperaba que era ni más ni menos que kinesiología para poder recuperar la asquerosa lesión de mi pierna, costó bastante ejercicio, intentos de apoyarla en vano porque el dolor era insoportable, pero la paciencia y la sobra de tiempo me ayudaron.

Nunca más hice ningún deporte, mi vida está dedicada a otra cosa totalmente. Los ojos comienzan a pesarme y siento como recupero el sueño, lentamente viene a mí, mientras mi manos juegan con el pelo de mi novia y acarician su brazo desnudo.

Me costó bastante hacer amigos, a decir verdad es más fácil perderlos y así me sentí los primeros meses, solo sin nadie con quien hablar hasta que un mensaje en mi teléfono me arranco una sonrisa. La amistad se vuelve aún más fuerte y así pasó todos los días me la pasé hablando con Gastón y los chicos, mensajes, llamadas, videollamadas. Nunca me dejaron solo.

Pulimos cada cosa que nos ha pasado y nos permitió estar en contacto a todo momento y tenernos más confianza que nunca, Gastón es mi hermano y la Down Hills es mi crew la cual nunca me va a dejar caer.

Las redes del sueño me atrapan y con tranquilidad, me duermo.

2. El secreto de Matteo Balsano (#Lutteo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora