CAPÍTULO XIII

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MATTEO

Mi día no puede ser más mierda porque no tengo horas para agregarle. Pasé un rato con mi amigo dentro de nuestro bar limpiando y tirando cosas que no servían, aunque no fue mucho algo mejor quedó. Mañana nos reuniremos todos a comenzar a arreglar las cosas.

Llego a casa listo para el almuerzo. En la tarde tengo que ir a visitar a mi madre, le prometí que iría a verla luego de hacer todo esto. Aunque siendo sinceros, no tengo ni ganas de verle la cara.

- ¿Addy? – pregunto cuando Maguie pone el plato frente a mí

- Ya comió, pensé que te había avisado, salió a hacer unas cosas

- ¿Qué cosas? – Tomo rápido mi teléfono para enviarle un mensaje

- No me dijo. Solo la vi salir y me aviso que volvería por la noche, tarde

- ¿Noche? ¿Cómo no vas a preguntarle? – Comienzo a preocuparme, está en otro país, tengo pánico de que algo le pase

- ¿Qué está ocurriendo entre ustedes? ¿Las cosas no andan bien?

- No. – respondo intentando tragar. – Anoche peleamos y hoy no pude hablar con ella. Tiene su celular apagado, porque no le llega lo que le envío

- ¿Algo en particular? – pregunta sentándose. - ¿Pasó algo?

- Eh no... es complicado

- Alguien. – Me corta leyéndome la cara. – Luna

- ¿Cómo sabes?

- Soy vieja, sabia y te conozco tanto que es imposible no saber lo que te pasa. Volver es difícil y los fantasmas que dejamos atrás suelen regresar. – Me toma la mano. – Solo hay que decidirse por lo que uno quiere y jugársela

- ¿Qué me estás queriendo decir? – pregunto confundido y saco mis manos. - ¿Qué yo?

- Que vos... - deja la frase suspendida. – Que vos decidas lo que te haga feliz

- ¿Pero no querés a Adelaide?

- ¡Obvio que la quiero! – Me golpea con una servilleta de tela. – Y por eso mismo no le deseo que sufra y entre esa cabeza más piensa, más lo arruina

- Tengo miedo Maguie. – Susurro. – No quiero equivocarme

- Si elegís ser feliz, no te vas a equivocar. – Me guiña un ojo y vuelve a su tarea.

Como en silencio aunque mi mente no para de trabajar un segundo. Solo puedo imaginarme el peor final para cada decisión que tome: seguir con Addy, casarnos, tener hijos y vivir juntos pero con mi mente en otro lado o dejar todo y pedirle a Luna que abandone a Leo por mí para incursionarnos en algo que no tenemos idea donde va a terminar.

Parece obvia la elección correcta ¿Entonces por qué me la paso dudando?

Quiero estar en paz conmigo mismo y al fin tener la vida que deseo. Pero siempre hay algo que me lo arruina.

Frustrado y con un principio de enojo me decido ir a la mejor terapia que alguna vez tuve.

Camino por el pasillo y me quito la remera, estoy decidido a arrancarme un poco de todo lo que siento.

Cruzo la puerta del gimnasio, abro el armario y tomo las vendas para colocármelas. No quiero los guantes, no los necesito para este momento.

Me posiciono frente a esa bolsa de frustraciones y odio que me observa sin cesar mientras analiza la mierda de ser humano que nunca puedo dejar de ser. Posiciono una pierna frente a la otra, respiro profundo y doy el primer golpe. Una descarga de adrenalina me recorre todo el ser, doy otro golpe más fuerte. Miro todas las decisiones que me llevaron a estar en este aprieto. Hundo mi puño con más fuerza. Pienso en todo lo que hice estos últimos años, la vida ideal, tranquila y perfecta con una mujer que me comprendió y apoyó. Patada, tomo aire, puños nuevamente. Pienso en esos ojos verdes que me volvieron a ver hace poco tiempo. Puño izquierdo y luego derecho, izquierdo, izquierdo, derecho y patada. Su odio merecido hacia mí, arruine lo que teníamos, era especial, era ese maldito primer amor del que todos hablan, ese que te hace flotar por el aire y nunca te permites olvidar. Patada, puño, se agita mi respiración, le doy con la cabeza y me mareo.

2. El secreto de Matteo Balsano (#Lutteo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora