CAPÍTULO XXII

4.4K 342 107
                                        

MATTEO

Nos quedamos quietos por unos segundos solamente.

- Voy a bañarme, no soporto tener la sangre de un hombre muerto en mi cuerpo. – dice con una voz perdida en tanto cansancio

- ¿Puedo acompañarte? – pregunto porque no quiero dejarla sola

- Es lo que más necesito ahora

No agrego más palabras y la sigo en su trayecto. Ella no quiere hablar ¿Quién querría con lo que acabamos de pasar? Me recuesto sobre la pared helada mientras la dejo desnudarse primero, no la miro con deseo como muchas veces, mi mente divaga por otros lados hoy, ella necesita protección, necesita que la miren con amor. Espero a que entre primero, todo sigue en silencio excepto por el agua que llena mis oídos y el vapor que flota por el ambiente.

Me quito el pantalón sucio, la remera transpirada de trabajar, arrojo las medias y dejo mi bóxer a un costado. Admito que tengo algo de pudor, aunque sea Luna y hayamos hecho el amor varias veces esto es diferente, estamos así uno frente al otro sin pretender nada, solamente acompañarnos. Abro la puerta de vidrio y evito observar cualquier cosa que no sean sus ojos. Somos verde y marrón, dándose seguridad el uno al otro.

El agua que se escurre entre los dedos de mis pies es roja aunque de a poco va perdiendo su pigmentación y vuelve a ser cristalina. - ¿Puedo? – pregunto sosteniendo la esponja de ducha con un poco de jabón liquido entre las manos. Ella asiente con sus ojos enormes y le envío una leve sonrisa. Me entrega ambos brazos, le tiemblan un poco pero hago como si no me diera cuenta, mis ojos están en lo suyos y comienzo a fregar despacio, solo quedan vestigios de lo que fue una noche que nunca podré quitarle de sus recuerdos, lo hago despacio, no quiero causarle ningún dolor, cuando termino le acaricio los codos y ella me sonríe. – Listo. – digo aclarándome la garganta.

- Gracias. – responde en un susurro.

Sus ojos solo pestañean producto del agua que cae sobre su cabeza.

- Estás preciosa. – Me animo a confesar acariciándole la mejilla.

- Y que te queda a vos Balsano. – Sus ojos van del piso a mi cabeza. Intento no temblar porque se me hace imposible, su análisis sin pudor me penetro hasta los huesos. – Sos de esos hombres que nadie puede olvidar

- ¿Por qué? – pregunto y me pongo bajo el chorro de agua

- Porque aunque la vida te golpee lo único que das a cambio es amor. – Una sonrisa apagada sale de mi y unimos nuestros labios.

Es un beso largo, pero en ningún momento nos movemos, solo tenemos nuestros labios unidos. No necesitamos nada más. Solo el uno al otro.



Conduzco tranquilo, porque sé que Luna lo está. Pero ahora viene otra de las partes difíciles de mí día y es pensar que excusa ponerle a Addy a cualquier tipo de interrogatorio que intente hacerme.

Estaciono el auto en la cochera y con una leve idea corro al baño sin ser visto. Mi reflejo en el espejo me devuelve un poco de lo que fue mi día, tengo unas tremendas ojeras y el pelo mojado a lo cual necesitare una buena excusa.

- Amor ¡¿Llegaste?! – pregunta en un tono alto para que pueda escuchar

- ¡Estoy en el baño! – respondo y tomo unas bocanadas de aire para poder resistir hasta el último segundo

Salgo directo a la cocina, mi estómago hace ruido porque estoy verdaderamente hambriento, necesito engullir lo que sea, pero ahora.

- Te esperaba para cenar. – dice en cuanto cruza el umbral. – Otra vez llegaste tarde

2. El secreto de Matteo Balsano (#Lutteo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora