2. El secreto de Matteo Balsano (#Lutteo)

CAPÍTULO XXV

MATTEO

- Buen día bello durmiente. – La voz de Gastón me hace abrir los ojos

- ¿Qué hora es? – pregunto entre medio de bostezos. – Siento que un camión me pasó por encima

- Eso te pasa por salir de fiesta. – Ironiza y me hace señas de que me levante. – Nina preparó el desayuno, está en la mesa

- Gracias. Dame dos segundos que me cambio y voy. – Tomo mis cosas de el pequeño sillón que se encuentra junto a mí y me meto directo en el baño

Mi cara claramente da una ligera idea de la noche de mierda que tuve, en el escaso espacio que tengo me quito los pantalones negros por el jean que traje, me coloco la remera arrugada y la campera. Carajo me olvide de unas zapatillas. Me mojo un poco la cara y aprovecho para empaparme el pelo que lo tengo para todos lados además de sucio.

Junto mis cosas sobre la mesita de café, las doblo y las acomodo para ir directo al desayuno.

- Buen día Nina. – digo con una sonrisa y me siento a su lado. – Gracias por dejar que me quede anoche

- No es nada. – Me devuelve la sonrisa y me entrega una taza de café. – Siempre vas a tener un lugar acá

- Gracias. – Bebo un poco y siento como mi cuerpo de a poco se despierta. – Anoche fue difícil

- Lo sé, te escuché hablando con Gastón. – me observa por sobre el borde la taza. – No voy a juzgarte ni a vos ni a ella, los quiero demasiado a los dos. – Se acomoda sus lentes y me alcanza el frasco de mermelada.

- Solo voy a decirte que tus errores lastiman a varias personas.

- Lo sé. – La observo mientras unto mi tostada. – Anoche hablé con Luna y le dije que iba a dejar a Addy, definitivo

- Bueno, eso me pone muy feliz. – Una sonrisa se me escapa de los labios. – Te lo mereces

- ¿Qué cosa? – pregunto mientras limpio los vidrios de mis lentes

- El amor de Luna, son tal para cual.

- ¿De verdad crees eso? – le pregunto mordiendo mi tostada y ella asiente. – Sos la única persona que me lo ha dicho

- Porque es demasiado buena. – Interrumpe Gastón dándole un beso en el pelo a su esposa. – Yo siempre soy el malo de la película

- Sos como un grano en el culo. – Me burlo y me termino mi café

- ¿Vamos? Es hora de trabajar.

Nos levantamos, no sin antes pedirle un par de zapatillas prestadas a mi amigo, despido a Nina con un fuerte abrazo, no somos de conversar tanto pero siempre sus palabras son las justas y necesarias. Subo a mi auto y dejo la ropa en el asiento de atrás, reviso mi teléfono para encontrarme cientos de llamadas perdidas de Addy y un par de mi prima, además de una cantidad impresionantes de mensajes, los ignoro, es más directamente los borro y me voy directo a mi bar.

Enciendo la radio para escuchar algo diferente, suenan los Red Hot Chilli Pappers, le subo el volumen y me uno al tránsito del autopista con Gastón en el vehículo de atrás, no nos prestamos mucha atención en el viaje, aunque como gesto le pago el peaje y él me lo agradece con un par de bocinazos. Cuando llegamos cada uno deja su auto en su lugar establecido.

Tomo mis llaves y abro el candado de la puerta pequeña que tiene la persiana del frente, mi amigo me ayuda quitándola, entro agachado y giro la perilla para levantarla. Estamos abriendo oficialmente el Down Hills Crew por primera vez, tengo que admitir que algo en mi estómago siento. Cuando está al tope entramos y encendemos las luces, todo está limpio por el equipazo que contrate y busco la llave en el lugar dónde acordamos que la dejarían.