CAPÍTULO XVI

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MATTEO

Cierro los ojos y por un momento me siento en paz, respirando a un ritmo normal, sin malos pensamientos, solo felicidad plena.

- Matteo. – Susurran mi oído y me niego a abrirlos, no quiero que esta sensación se vaya de mí nunca. – Tengo que irme ya, es tarde

- ¿Tarde? – pregunto confundido y abro los ojos para encontrar el rostro de Luna a mi altura

- Sí, te dormiste mientras yo me bañaba y esas cosas. – Sonríe y quiero besarla, es más lo hago. – Tengo que volver al hospital

- Sí, perdón. – digo sentándome en el piso y caigo en la cuenta de que aún estoy desnudo. - ¿Me dejaste dormirme en el piso y así? – digo señalándome

- Que decirte la vista era maravillosa. – Me guiña el ojo y comienzo a reír. – Pero ahora tengo que irme

- ¡Qué apuro eh! – Revoleo los ojos y en cuanto se distrae la tomo de los brazos para dejarla caer sobre mis piernas

- Matteo ¿Qué haces? – dice en una risa ahogada. – Basta de verdad. – Comienzo a depositarle besos por todo el rostro. – Para, ya basta. – Forcejea en vano por unos segundos pero se rinde y nos fundimos en un beso mientras le acaricio la espalda

- ¿Ya me tengo que ir? - pregunto poniendo mis mejores ojitos de cachorro. – Quiero quedarme así por siempre

- ¿Desnudo y en el suelo? – pregunta bromeando. – No me molestaría

- Con vos. – digo corrigiéndola. – Aunque desnuda podría ser una buena opción

- ¡Balsano! – Me regaña arrojándome un almohadón y se levanta. – Te quiero vestido en dos minutos ¿Entendido?

- Sí mi amor. – digo sin pensarlo y me levanto con la pequeña manta atada a mi cintura

- ¿Qué es eso? – pregunta mientras junto mi ropa desparramada por el piso

- ¿Qué cosa? – pregunto confundido y volteo a verla

- Dejame ver tu pierna. – Se acerca y me quita la ropa de la mano. – Necesito verla ¡Ahora!

- Ah sí...eso. – digo cuando entiendo de que va la cosa. – No es para alterarse tanto

- ¿Hace cuánto lo tenés? – pregunta cuando me siento y extiendo mi pierna sobre las suyas. – Es... ¿Soy yo?

- Me lo hice antes de irme. – Hago un silencio mientras ella lo observa. – Me lo hice con la Down Hills cada uno tiene el suyo. Solo que el mío es ligeramente diferente

- No lo puedo creer. – Su voz es dudosa, lo único que hace es observar mi tatuaje y recorrerlo con sus dedos. – Es mi medallita. – dice con una sonrisa de oreja a oreja. – Es exactamente igual

- ¿Te gusta? – pregunto corriendo mi pierna.

- Me encanta. – Confiesa con los ojos aún abiertos de par en par. - ¿Nunca tuviste problemas por tenerlo?

- ¿Problemas en conseguir trabajo o problemas en conseguir pareja por tener a mi ex tatuada? – pregunto bromeando y junto nuevamente mi ropa

- Ya sabes a qué me refiero. Adelaide ¿Nunca te dijo nada?

- ¿Qué va a decirme? – pregunto levantándome. – Hace seis años que lo tengo y honestamente me encanta. Si no lo hubiese aceptado nunca habríamos estado juntos.

2. El secreto de Matteo Balsano (#Lutteo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora