Capítulo 41

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____ despertó con ánimo positivo. Había dormido toda la noche tan tranquilamente que la reanimó a la mañana siguiente. De un saltito, salió de la cama y fue al baño a darse una ducha.
No tardó más de diez minutos, así que se vistió tranquila.

Al salir de su habitación, fue hacia la cocina, encontrándose con Sebastián, quien leía el periódico sentado en una de las sillas de la mesa.

—Hola ____ —la saludó besando tiernamente su mejilla.

—Hola Sebas, ¿si puedo llamarte así, verdad? —le sonrió. Sus mejillas se tiñeron de rojo.

—Por supuesto, me gusta —rió junto a ella.

—Bien, ¿y cómo estás? —se colocó su delantal.

—Muy bien, ¿y tú? —preguntó de vuelta.

—Bien también.

No había tema de conversación. Después de aquel corto diálogo, ninguno de los dos dijo algo más. ____ se puso a picar un poco de fruta para el desayuno, y Sebastián continuó la lectura del periódico.

____ levantó su vista hacia la ventana que daba al jardín y se sorprendió al ver a Mario bajando de su auto. ¿Se había levantado tan temprano? ¿Para qué?
Al bajar del auto, no bajo sólo. En cada una de sus manos traía cinco bolsas. Al parecer había ido de compras o algo por el estilo. Aunque eso era raro. ¿Se levantó tan temprano sólo para ir a comprar? -pensó.

—Voy a ver si el joven Jan Carlo ya se levantó —anunció a Sebastián, quien asintió con la cabeza mostrando una leve sonrisa.

Jan Carlo no era precisamente su objetivo, o más bien, no era a quien iba a ver, solamente había sido una excusa para ver a otra persona más, llamada Mario. Quería toparse con él aunque no le hablara en lo más mínimo.

Salió de la cocina, encontrándose con él. Mario la miró de reojo dejando las bolsas sobre el sillón.

—Hola —Mario saludó.

____ se tardó un poco en responder. ¿A caso Mario la había saludado?

—Eh... Hola —mostró una leve sonrisa.

—¿Alguno de mis hermanos está despierto? —metió sus manos en los bolsillos del pantalón.

—Eso es lo que iba a ver. Tienen que tomar el desayuno para después irse a la escuela —comenzó a dirigirse a la escalera.

—Voy contigo, le tengo que dar algo a Jan, especialmente —agarró una de las bolsas; ésta era azul.

—Si. Vamos —sonrió.

Juntos subieron las escaleras. ____ pensaba en la nueva actitud que Mario presentó esa mañana. Era realmente sorprendente como es que la actitud de una persona puede cambiar de la noche a la mañana.

Ambos llegaron hasta la habitación de Jan. Ella abrió la puerta con cautela. Dentro, se dejó ver al joven Jan Carlo durmiendo plácidamente sobre la cama.

—Jan... —Llamó ____, abriendo las cortinas.

Mario se sentó en una silla junto a la cama, mientras le hacia cosquillas a su hermano.

—Mario, calmate —dijo Jan despertando.

—Despierta, tienes que ir a la escuela.

—No quiero —se tapó la cara con las cobijas.

—Si no te levantas flojo, no te daré algo que te he comprado —advirtió divertido.

—¿Me compraste algo? —se incorporó rápidamente.

—Si —lo miró sonriendo —Toma —le entregó la bolsa de color azul.

Con el entrecejo fruncido, Jan aceptó la bolsa que Mario le daba. Esto era algo raro, ya que casi nunca le daban regalos, ni mucho menos, por parte de Mario.
Abrió un poco apresurado la bolsa para ver que había dentro. Jan se quedó boquiabierto al ver un set de pinturas y colores dentro del paquete. Siguió rebuscando en la bolsa y, hasta abajo de ésta, había un uniforme de fútbol, que venía junto con un balón del mismo deporte.
Jan Carlo seguía mirando todo eso con sorpresa. No lo creía.
Después de un rato de admirar los regalos, se echó a los brazos de su hermano para abrazarlo muy fuerte.

—Gracias Mario, me encantó todo. Gracias —agradeció aún entusiasmado.

—De nada —le correspondió el abrazo.

____ miraba la escena con evidente ternura. Las ganas de llorar entraron a su cuerpo. Aunque no fuesen sus hermanos, aquel acto que Mario hizo con Jan, la dejaron sin palabras. Como le gustaría poder comprarle un montón de regalos así como esos a su hermana, pero no tenía muchi tiempo para salir y comprar algo.

Quiso contener las lágrimas, pero era imposible. Dio un último vistazo a ambos chicos y salió de la habitación lo más rápido posible.
Corrió hasta llegar a su cuarto. Al entrar, cerró la puerta y se deslizó por ésta hasta llegar al suelo. Se quedó así un par de minutos, hasta que se levantó y se sentó en la cama.
Se sentía terrible. Necesitaba a su familia. ¿Qué pasaría si renunciaba ahora mismo a su trabajo y de iba de esa casa? ¿Qué pasaría con ella? A veces deseaba ya no seguir en esa casa. Ya no quería permanecer todo el tiempo ahí, día y noche. Ya no quería.

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Holow! Les he traído un poco tarde el capítulo 41, y se que me han de odiar por eso, pero deben saber que no es porque yo quiera, sino porque, en esto días, he estado haciendo un montón de cosas con respecto a lo del examen para la universidad, entonces se me ha pasado el tiempo muy rápido y no había tenido tiempo para escribir, pero bueno, hasta ya de mis anécdotas mareadoras y mejor disfruten de la vida jajaja.

Voten y comenten, no se olviden de eso :3

Nos leemos en el otro capítulo bellezas, chao <3

Solo Soy Una Empleada ||→m.b [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora