Capítulo 51

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Habían pasado aproximadamente 30 minutos y Mario aún no salía del banco. Eso era algo raro, pues retirar efectivo no es algo muy complicado. Su mente comenzó a jugar con ella, haciendo que imaginara de todo tipo de situaciones por las que podría estar pasando Mario en estos momentos. La preocupación era evidente en cada uno de los poros de su piel.

El calor comenzó a tener efecto dentro del auto. ____ sentía que se ahogaba, por lo que optó por bajar los vidrios un poco y que entrara algo de aire fresco, pero fue inútil, ya que no la refrescó en nada, seguía teniendo demasiado calor, así que decidió que saldría del auto un par de minutos.

Tomó las llaves que estaban pegadas junto al volante y quitó los seguros de las puertas. Guardó las llaves en su pantalón y salió del auto; cerró la puerta y se recargó en ella, cruzando sus brazos por arriba de su estómago. Miró a su alrededor y vio que un automóvil convertible rojo, se estacionaba junto al de Mario.

De aquel lujoso vehículo, bajaron dos chicos. Uno de ellos era muy corpulento, de grandes músculos y con una diversidad de tatuajes en sus brazos; el cabello era negro y sus ojos azules. El otro chico era medio rubio y no muy alto, y portaba un perfecto peinado. Los dos chicos la miraron con una gran sonrisa y ojos lujuriosos. ____ giró su rostro hacia otro lado para no dirigirles la mirada y que pensaran que eran de su interés.

—¡Hey, linda! —llamó el pelinegro. —¿Qué hace una chica como tú tan solita?

____ frunció el ceño aún sin mirarlos. No quería hacerlo y que comenzaran a hablar por hablar y decir cosas incoherentes hacia su persona. Sabía perfectamente que clase de chicos eran; eran los típicos inútiles que piropean a cualquiera que pase por en frente.

—¿A caso no me escuchaste, amor? —habló de nuevo el pelinegro, acercándose peligrosamente a ella. —¿No quieres compañía? —volteó a ver a su amigo —¿Una compañía doble? —ambos se rieron.

—Vete a la mierda —respondió a los dos idiotas. ____ se dió la vuelta para abrir la puerta del auto y entrar, pero el pelinegro impidió la acción, cerrando la puerta con brusquedad.

—No trates de escapar, hermosa —el rubio se acercó a ella y le habló al oído.

—¡Vayanse! ¡Dejenme tranquila! —los nervios comenzaron a invadirla. El temor creció dentro de ella, sentía que los chicos le harían algo malo pronto.

—Sólo queremos acompañarte —dijo el ojiazul.

—Ella ya tiene compañía —ese era Mario, quien llegaba a su lado en el momento justo. —Así que vayanse y déjenla en paz —los fulminó con la mirada.

—Sólo pensábamos divertirnos un rato con esta zorra —dijo el ojiazul, riéndose.

—¿Cómo la llamaste? —Mario preguntó ya molesto.

—Como lo escuchaste. ZORRA —remarcó cada letra y, junto con su amigo, soltaron una carcajada.

Mario se acercó peligrosamente al pelinegro, quedando a pocos centímetros frente a él. Sin más palabras, le propició un fuerte golpe al chico de cabello negro, tirandolo al suelo y dejándolo aturdido. El rubio retrocedió hasta salir corriendo, dejando a su amigo en el suelo con la nariz sangrando.

—Ve y dile zorra a tu madre, hijo de puta —escupió con rabia aquellas palabras.

Con un poco de dificultad y aún un poco aturdido, el pelinegro se levantó y le dedicó una mirada bastante molesta a Mario, tensando la mandíbula y cerrando con fuerza sus puños. ____ temió lo peor, así que decidió meterse entre los dos para evitar que se golpearan o se hicieran más daño. Mario retrocedió, sintiendo alivio al sentir sus delicadas y delgadas manos sobre su pecho.

Solo Soy Una Empleada ||→m.b [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora