Capítulo 38

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El día había estado soliado y muy caluroso. Abbie decidió bajar para la playa con Tayler.

Su abuela prefirió quedarse en casa ya que la playa no es lo de ella.

Ya llevaban dos horas en la playa, estaba todo tranquilo, no había muchas personas porqué era jueves. Solía llenarse más de lo normal los viernes, sábados y domingos, los otros días eran normales.

—¿Quieres un barquillo antes que vayamos a casa? —Pregunta Tayler.

—Mmm, okey —Le sonríe.

—Me da dos barquillos glotones —Dice.

—¿Que sabores?

—Chocolate y piña, bañado en chocolate por favor —Pide Abbie.

El joven le sirve el barquillo, apenas esta listo se lo entrega.

—Gracias —Musita.

—Quiero de frutos de el bosque solamente por favor.

A los minutos después le entregan el barquillo y siguen su camino a una banca. La charla que tenían era agradable, cada cosa que decía Tayler terminaban siendo graciosas y Abbie reía.

—Tantas tonterías juntas que dices —Ríe ella.

—Pero igual te ríes.

Luego de terminarse los barquillos suben a la moto que tiene Tayler. En el camino hacia la casa de Abbie fue silencioso.

Por otro lado Walter estaba en casa viendo una serie con su hermanastro, impaciente esperando a Collins.

—Ya, vamos cabrón —Sale de su oficina Collins.

Walter rápidamente se para, limpia el sudor de sus manos y sigue derecho hacía la puerta. Se despide de su hermanastro y espera afuera a Collins.

Nota el auto estacionarse fuera de la casa y sube a la parte de atrás. Quién manejaba era un brabucon cuales contrata Collins, el que estaba alado de el igual. Luego Collins sube al auto.

—Espero que no te equivoques, Jeed —Walter dice entre dientes.

—Confía en mí, siempre ganó en todo
—Dice Collins.

—Sólo te advierto.

El viaje era largo, fueron dos hora para llegar, en la mitad de camino Walter se quedo dormido, ya llevaba días amanecido que el silencio y en el ambiente que iba era tranquilo que se quedo dormido.

Jeed lo despertó cuando ya habían llegado. La casa era blanca, ya llevaban tiempo y el color ya estaba saliéndose haciéndola ver vieja. Tenía una reja pequeña de madera, del mismo color que la casa y de afuera se veía como la anciana estaba en la banca afuera de la casa tejiendo.

—¡Tanto tiempo señora Florella! —Grita Collins entrando a la casa como si fuera suya. Florella da un saltó, se levanta y trata de entrar a la casa, pero como Collins es más rápido la empujó hacía dentro.—Cuales formas son esas de darme la bienvenida —Dice burlón.

—Sabes que no eres bienvenido, Jeed —Dice entre dientes.

—¿Porqué?, oh verdad, yo soy el asesino de tú hijo, pero no te quejes que esta mejor allá arriba que aquí —Le guiña el ojo. A sus dos lados estaban los brabucones y Walter estaba revisando la casa.

La primera habitación era de Florella pero cuando ya iba en la cuarta que quedaba al frente de la habitación de Florella ve un pequeño bolso en la cama. Adentra en ella y empieza abrir los cajones y sí, estaba en lo cierto era la ropa de Abbie.

Dejó sus cosas en el mismo lugar y bajó, esta vez la anciana estaba sentada y Collins frente a ella.

—¿Donde la tiene? —Walter pregunta educadamente. Florella lo mira fijamente.

—¿Cómo te llamas? —Pregunta curiosa.

—Walter —Le sonríe. Ella hace lo mismo.

—Ya veo, te ves un buen joven lo puedo ver.

—Déjate de fachadas y dinos donde la tienes —Interrumpe Collins.

—Siempre mal educado, metiéndote en otras conversaciones que no te incumben —Gruñe.

—No vinimos hacer vida social, dime donde tienes a Abbie —Dice serio.

—Nose que te hace saber que ella está aquí.

—Porqué mi hijo hecho un vistazo, cuentale que viste —Mira a Walter quién estaba tenso.

—Su ropa —Quita la mirada de ella.—Iré afuera por mientras —Dice para alejarse, en parte sentía que estaba traicionando a Abbie. Pero también sentía curiosidad de volver a verla.

Toma asiento en la banca, luego de largos minutos siente un golpe en seco. Adentra rápidamente y ve a Florella en el suelo inconsciente.

—¡Que mierda le hiciste hijo de puta! —Grita con furia. Luego ve que ella se levanta pero primero se arrastra, se acerca rápidamente a ella para sentarla. Fulmina a Collins.

—Juró que si le haces algo me conocerás, Collins. Te advierto, mirate, mirala, la conoces desde pequeño. Puede ser tu madre y la tratas de esa manera, no conseguirás nada de esa manera —Dice entre dientes.

—¡Es que me tiene jodido, no dice ninguna maldita palabra, hace que pueda el control! —Grita con furia.

—Se que ella esta quedándose aquí, esperemos, tiene que llegar —Walter dice.—Volveré afuera, pobre que le hagas algo —Advierte.

Luego de estar minutos largos sentado en la banca mira a su alrededor. Aquí todo era tranquilo, menos el chico que venía haciendo mucho ruido en la moto. Se sorprende al ver que se estaciona afuera de la casa, rápidamente adentra a la casa, sigue rápidamente su camino hasta la cocina y ve por la ventana.

Ahí estaba ella, el le entrega sus cosas, ella le sonríe y luego se besan. Walter aprieta su mandíbula con rabia, mira que había a su alrededor y toma el vaso para aventarlo al suelo, luego golpea el lavamanos hasta que llega Collins con uno de sus brabucones para agarralo. Rápidamente Walter lo esquiva y dice entre dientes.

—Alejate o te mató.

—Déjame con él —Dice Collins.

—Ahí viene, vamos —Sale de la cocina para esperarla en el pasillo. Ella adentra a la casa.

—Abue, llegué —Grita.

—¡Corre hija! —Grita Florella pero ya era tarde, uno de los brabucones tapa de su boca y la ata a la silla. Walter en silencio toma asiento sin mirarla.

Estaba dolido, tenía rencor, rabia, ahora él era quién la odiaba. Estuvo todo el tiempo destruyendose por ella y ella que hacía, se acostaba con otro.

—¿Que haces aquí, Walter? —Dice entre lágrimas. Walter la fulmina para seguir su camino lejos de ella.

—Es no es de tu incumbencia —Dicho eso va a la cocina por un vaso de agua.—Se le ofrece un vaso de agua, Florella.

Ella asiente y se dirije a la cocina.

WalterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora