Abbie toma su manzana para darle una gran mordida, cuando lo hace disfruta el sabor.-Mmm -Dice con la boca llena.
—Joder tía, si no te conociera pensaría que tienes un gran problema por controlar tus orgasmos —Ríe Rossel la novia del jefe del caruchil del local de boxeo.
—Es que no he probado una manzana hace miles, puedes creer que extrañaba el sabor —Dice Abbie terminado de tragar lo que tenía es su boca.
—Te creo, chica —Dice Rossel.
—¿En la noche tienes alguna pelea para ganar algo de dinero? —Pregunta Abbie.
—Todavía no hemos decidido con Franko, pero se que si tenemos una pelea te apuntas de las primeras —Sonríe la chica.
El silencio se abunda en toda la sala de boxeo.
—Bueno, entonces te dejare, más tarde vendré —Se despide Abbie.
—Adiós Abbie, más tarde nos vemos —Se despide Rossel.
Luego Abbie toma su mochila para en partir camino a la casa de su amiga.
La mañana había sido agotadora para ella quién estuvo toda la mañana boxeando.
Lo único que la motivaba para seguir adelante después de tener que llegar a soportar el maltrato de sus padrinos.
Quién ella mantenía. Y si no llegaba con dinero a la casa no la dejaban entrar.
Noches enteras se ha tenido que quedar afuera de su casa con el frio de la noche.
La mayoría de esas noches se ha quedado afuera, para no llamar a su amiga y no molestarla.
Últimamente ha ganado un buen sueldo en las peleas que les ofrece, Franko. Si que no se ha tenido que ni ha tenido ningún problema en eso.
Su padrino es un alcohólico y la esposa de el es una señora que obedece todo lo que el diga.
Abbie, no ha querido dejar su casa porqué es el lugar donde nació y se crío después de que su padre y madre desapareciera sin dejar huella alguna. Para Abbie esos días fueron difíciles ya que a sus quince años quedo huérfana quedándose al cargo de sus padrinos. Y ellos del día que pisaron su casa para hacerse cargo cómo padres le hicieron la vida imposible. Maltratándola, basuriandola y haciendo que cada vez se sintiera así misma una mierda de persona.
Pero aún así ella ignoraba y sonreía mientras por dentro sentía que no podía más. Más que nada lo que la mantenía con esperanza era que su padre algún día llegaría.
Tal vez todo cambie si el llega, sus padrastros desaparecerían de su vida y ella será la chica más feliz del planeta. Pero sus pensamientos se iban nublando cada vez que su padrino le decía que sus padres nunca vendrían por ella.
Que la abandono por algo, porque es inútil y hay es cuando la humillación se abunda en las palabras de su padrino.
Pero ella si tiene algo de esperanza y no le guarda rencor a su padre, le perdona todo en total que vuelva.
Estúpida al pensar en él.
Nubla su mente en un pensamiento ahogado, luego sigue su camino hasta la casa de su mejor amiga.
Hasta que la llegada se le hace fácil y toca el timbre.
—¡Abbie, que sorpresa! —Grita la castaña entusiasmada.
—¿No te molesta que venga, Lucy? —Pregunta incómoda, para ella era incómodo venir a la casa de su amiga sin avisarle.
Pensaba que era una falta de respeto molestar, porque ella podría tener visitas o estar con su nuevo novio que misteriosamente no lo conocía todavía.
El tiempo no le hacía venir mucho a la casa de Lucy y conocer al chico. También no tenía tiempo para aceptar las citas dobles que hacia su amiga con un amigo de su novio.
Lo que menos quería Abbie era enamorarse, para ella no existía tiempo para eso. Menos para después estar sufriendo.
—Que tonteras dices mujer, sabes que siempre está casa estará abierta para ti —Dice mientras le sonreía traslúciente.
—Gracias, Lucy. No sabes lo que me alegra escuchar esas palabras, eres una gran amiga —Sonríe.
Se sentía acogedor esté hogar para ella y más cuando pasaba hablando y divirtiendose con su amiga.
—Diós que mala educada soy, adelanté, pasa —Dice haciéndose de un lado para que adentre a la casa, Abbie.
—¿Almorzaste?, ¿Quieres comer algo? —Pregunta con entusiasmo la castaña.
—Claro, si no es molestia para ti —Hace una pequeña mueca.
—Sabes que nunca eres una molestia para mi si que deja de sentirte incómoda, somos amigas hace demaciados años y no debes de sentirte así —Bufa Lucy.
—Okey, okey, lo siento —Ríe Abbie avergonzada.
Era fácil de avergonzar a Abbie, si tan sólo se avergonzaba de pequeñas cosas. Pero es su agradable fomar de ser.
—¿Tendrás pelea está noche? —Pregunta Lucy mientras saca los platos para colocarlos en la mesa. Abbie muy atenta se levanta ayudarle a su amiga.
—Claro, siempre ahí peleas y sabes que si no llegó con dinero mis padrinos me tiran a una ahoguera para crucificarme —Dice Abbie mientras dejaba el servicio en la mesa.
—Entonces te iré a ver con Kian y el amigo de él, quién siempre es rechazado por ti cuándo faltas a las citas que te invito.. —Abbie hace algunas muecas —.Hey, no hagas esas muecas que no pierdes nada, sólo pelearas y pasarás un momento con tú mejor amiga, él novio y el guapetón que esperá por ti -Dice Lucy burlona.
Abbie suelta un largo bufido de frustración.
—Está bien —Dice sin ánimos.
Luego le sonríe a su amiga. Lucy tenía su cabello largo hasta su estómago, castaña con unos ojos marrones, una sonrisa encantadora. Un físico llamativo, era guapa.
—No te coloques asi que llego a pensar que te llevo a conocer a la muerte, chica —Ríe Lucy.
—Tal vez el amor sea la muerte para mi —Bromea Abbie.
—Sabes que no, si nadie pidió que te colaras por ese chico. Sólo puedes divertirte con él, una noche.. —Fue interrumpida la castaña.
—¡Ay cállate, Lucy! —Se tapa los oídos Abbie.
—¡Sexo, eso es lo que nececitas mujer! —Le grita burlona su amiga.
—Parece que el tal Kian te está dando mucho sexo —Sonríe vacilante.
—Y tú muñeco de peluche no te deja tener sexo. Dime, Abbie, ¿Desde cuando no tienes sexo? —Pregunta Lucy sabiéndo la respuesta de su amiga.
No lo diré.
Eso es lo único que piensa, Abie. Porqué ella sabe que desde que termino con Tayler no tenia sexo.
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Walter
RomanceCuando la mirada fría de Walter, se topó con la débil mirada de, Abbie. Todo cambió, y dentro de ellos nació algo especial. Walter se enamora de Abbie. Abbie se enamora de Walter. Walter ama todo de ella y Abbie, también ama todo de él. Un día el de...