Misericordia

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El cielo parecía impasible como si nada hubiera sucedido. Como si todo siguiera igual. Se acercaba la hora de ir a ver a Tobe.  Cogí las pocas pertenencias que tenía y salí de lo que una vez fue mi hogar. A donde podía ir, quien me podía ayudar. 

- Te vez patética - traté de ignorarla - En serio, que eres patética...

- Déjame en paz - seguí caminando como si nada. Se puso en frente de mí, impidiéndome pasar. Tenía los brazos cruzados y su cabello azul estaba suelto al igual que yo.

- Aunque trates de huir no te servirá.

- Yo no estoy escapando - pase al costado de ella empujándola. Me agarro con fuera y me volteo para verla - Suéltame... - Me estaba cansando de que todos me detuvieran, que me lastimaran. La miré a los ojos y vi fuego en ellos.

Poco a poco unas marcas rojas invadieron su rostro, su atuendo cambio a un intenso carmesí - Me robaste mi vida - sus cabellos empezaron a crecer, sostuvo mi mano con una de sus mangas y me lanzo contra un muro. Sentí como todo mi cuerpo golpeaba contra el duro concreto, pero no había dolor. Caí pesadamente al suelo y parte de la pared encima de mí.

- No quiero pelear - dije mientras me levantaba - Ring Ring.

Ella empezó a atacarme con sus cabellos, esquive cada uno de sus golpes - Detente - Me empezó a lanzar todo lo que encontraba, yo solo los esquivaba hasta que un que algo me detuvo. Me desplomé - Te odio - tenía que hacer algo o ella me mataría. 

Cogí su tobillo y la lancé contra el suelo formando un enorme cráter. Empezó a reírse maniáticamente, la volví a levantar y estrellar contra la tierra. No paraba - Así no me podrás derrotar - Una ráfaga de aire me levantaba y me dejaba caer. La sangre se resbalaba por mi mejilla. Ella cogió uno de mis brazos y me levanto. Aproveche para golpearla, pero no lo conseguí una especie de barrera de aire me impedía tocarla. Me soltó y me miro con desprecio - Pensar que me dejaba vencer por ti, me da asco. No eres la heroína de esta historia - Una briza empezó a rodearme, sentí como si mil cuchillos atravesaran mi piel - Nunca más me dejaré humillar por ti. 

Mire a mi alrededor en busca de ayuda. Mis supuestos amigos estaban parados a unos metros de nosotras, impasibles. Aybo y Ching tenían una sonrisa en su rostro, mi corazón se rompía cada vez más. Como podía alegrarles esto - Vamos Ring - La animaron al unísono. Ya no podía negarlo más, nunca me quisieron. Mi mirada se dirigió a aquel ninja que me había robado tantos suspiros. Estaba serio, quería creer que el beso que me había dado significaba algo. Que vendría a mi rescate, pero no. Dio media vuelta y se fue.

-  Todos te han dado la espalda - Me sentía débil, pero no pensaba seguir llorando. No necesitaba de nadie más que no sea yo. En un descuido de ella la golpee con toda mi fuerza. Un hilo de sangre salió de su labio. La pateé, se estrelló en una casa. La cual se derrumbó por el impacto. Corrí en su dirección, pero mi cuerpo no me respondía - Ya te dije que no me puedes hacer daño. No seas tonta, querida hermana.

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Un velo negro cubría toda la aldea, me encontraba impaciente. Había estado esperando a Pucca durante mucho tiempo. No había ningún motivo por el que se retrasase. Pero algo no andaba bien.

- Tobe - Payaso había aterrizado enfrente de mí - Maestro.

- Cuanto tiempo sin verte - lo miré serio - Has cambiado.

- Irme por un tiempo me sirvió de mucho.

- Me contarás luego. Ahora estoy ocupado, espero a alguien.

Se quedó pensativo unos minutos hasta que finalmente sonrió - Espero que haya llenado ese vacío en su corazón - No le respondí, ni yo mismo sabía lo que pasaba - Espero que la pelea que hay en la aldea no arruine su cita.

- ¿Qué pelea?

- Ya sabe - dijo sin importancia - Pucca y Ring Ring luchando por el tonto amor de Garu. Pensé que habían cambiado después de tanto, pero ...

Salí corriendo. Tenía que protegerla de alguna manera.

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- No sientes nada por ella - ambos estábamos en lo alto de un árbol observando la pelea - O sea lo digo por el hechizo. Supuestamente ambos deberían sentir lo mismo.

Gruño - No soy a quien deberías preguntarle eso.

- Sé que la besaste, Garu - Me burle de él - Acaso te gusta.

- Mírala, quien se podría resistir Dada.

- Tienes razón, ni yo pude contener mis impulsos. Solo porque moriría me detuve.

- ¿De qué hablas?

- De nada que te interese - Sonreí se medió lado. No estaba seguro de su reacción si se enterará de mi pequeño desliz con Pucca.

- Como sea me largo de aquí.

- ¿Por qué nunca estuviste con ella?.

- ¿Quién dice que no?

- Me sorprendes, nunca pensé que serías capaz.

- Piensa lo que quieras

Luz (Tobecca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora