•Capítulo 2•

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—¿En serio, señor Mendes? Así tan rápido lo explica pero yo no entiendo ni tres cuernos la verdad.—Me rendí frustrada y dejé el lápiz en la mesilla, me tiré con pesadez sobre el sofá y cubrí mi rostro—¡Maldito profesor! Ahora podría estar haciendo precisamente nada y disfrutar de las estúpidas vacaciones, pero no, al maldito se le ocurrió reprobarme.

—Sabes que estas pensando en voz alta ¿cierto?—Mi vecino se me rió en la cara y volvió a tomar el apunte.

—Suelo hacer eso aveces, lo siento.—Me encogí de hombros y tomé mi celular.

—No, Emily. Tenés que estudiar no distraerte con esa cosa.—Estiró su mano y abrió la palma, dejándome muy en claro que debía dárselo.

—Se tomó muy en serio el papel de tutor, señor Mendes.—Dije curiosa entregándole el móvil.

—No, pero si querés aprobar tenés que poner voluntad. Vos no entendes por que no te interesa ni querés, no por que no podes, Emily.—Abrí mi boca sin saber que decir y pestañe.

¿Puede ser mas perfecto? Miré atentamente sus ojos, su nariz, su boca... apuesto millones que debe besar como los dioses. Su pelo alborotado.

Era simplemente perfecto.

—Emily.—Sacudí mi cabeza volviendo a la realidad y me ruboricé.

Me lo quedé mirando como estúpida ¡es que soy tan obvia!

—Creó que mi mamá me llama ¿no escucho?—Junté mis libros y me levanté del sofá—¡Emily ven a cenar!—Fingí la voz de mi madre como imbécil que soy y corrí prácticamente a la puerta—Hasta luego, saludos a su esposa.

Cerré la puerta rápidamente y me golpeé mentalmente por la estupidez que acabé de hacer ¿en serio imité la voz de mi madre? Definitivamente yo no estaba bien.

Me apoye contra la puerta del señor Mendes y suspire.

De seguro habrá pensado que soy un completo fenómeno ¡me comporté como estúpida!

Caí hacía atrás cuando sentí que la puerta se abría y todo mi cuerpo se tambaleó cayendo de culo al suelo.

—¡Oh, mierda! ¿Emily estas bien?—Mi vecino se agachó y me ayudó a ponerme de pie, mientras que yo masajeba el lugar que impactó con el suelo y ahora me dolía.

—Si...lo siento yo...

—No sabía que estabas ahí, discúlpame.—Me miró apenado y yo negué—Iba a darte tu lapicera, te la olvidaste.

Mire su mano y tenía mi lapicera en ella.

—Oh, gracias me había olvidado de ella. No se tuvo que haber molestado, de todas formas mañana iba a venir.—El sólo se rascó su nuca y se despidió de mi.

—Bien, voy a cocinar. Hasta luego Emily.—Sonreí y me di la vuelta para caminar hasta mi piso.

Encima cocinaba. No me jodan, era perfecto.

Entré a mi casa y me encontré a mis padres mirando la tv, concentrados en un partido de fútbol.

—Em, tenes la cena en el horno.—Dijo mi madre sin despegar la mirada del televisor.

—No tengo hambre, hoy estudié mucho y solo quiero dormir.

¿En serio? ¿Que estudiaste? Las facciones del rostro de Shawn Mendes, eso estudiaste.

Ignoré a mi subconsciente y me puse mi pijama, un lindo pijama con la carita de bob esponja por todas partes.

De madurar ni se hable.

Cogí mis auriculares y me tiré en la cama soltando un bostezo. Tenía sueño en verdad.

¿Como es que ese hombre es tan inteligente? No presté atención a nada de lo que dijo, solo a él.

Creó que te obsesionas un poquito nomas, calma tus hormonas estúpida.

Callé mi subconsciente y cerré mis ojos, dejando conciliar mi sueño.

(...)

Me desperté gracias a el sonido de mi celular y bufé molesta, mi idea era dormir.

Miré de quién era el mensaje y me recompuse en la campo rápido al ver que era un mensaje de el señor Mendes.

Emily, tus padres dijeron que no regresan hasta mañana en la mañana. Tenés que venir a almorzar y cenar acá, en el mediodía te esperamos.

¿Esperamos? Ah que estúpida, era domingo y su mujer no trabajaba.

Bueno, gracias por avisarme.

Tecleé la respuesta y me levante de mi cama para dirigirme al baño e ir a darme una ducha.

Abrí el grifo y deje que el agua cayera sobre mi cuerpo. Tomé el shampoo y puse en mi cabello un poco, me lavé y enjuague.

Estaba disfrutando demasiado el agua, hasta que escuchó el timbre de mi casa.

No jodan, estoy bañándome.

Otra vez volvieron a tocar, volví. Ignorarlo pero insistieron.

¡Maldita sea! ¿uno no puede ducharse tranquilo?

Enojada me enrolle una toalla rápido y salí mojando todo el suelo con las gotas que caían.

Otra vez tocaron el maldito timbre.

—¡YA VA, MALDITA SEA!—Bufé y abrí la puerta mostrando mi peor cara, pero cambió a otra completamente sonrojada al ver al señor Mendes del otro lado de la puerta.

Joder joder joder ¿por que abrí la maldita puerta?

—Lo lamento...yo pensé que estabas durmiendo.—Dijo con cierto tono de vergüenza. Quería cerrar la puerta en su cara así terminar con esto.

Que vergüenza.

—Eh...¿que necesitaba?—Pregunté totalmente avergonzada, teniendo la toalla fuertemente. Evitando que se salga.

—Solo vine a decirte que ya esta la comida.—asentí y me escondí detrás de la puerta asomando mi cabeza.

—En unos momentos voy.—Sonreí y este asintió, se dio la vuelta y se fue.

Cerré la puerta y me apoyé contra esta ¡que pena acabo de pasar maldita sea!

(...)

—Gracias por alimentarme y no dejar que muera de hambre. Estuvo muy rico.—Agradecí mientras agarraba el vaso con jugo.

Ellos soltaron una risa y yo me levanté.

—Disculpen ¿puedo usar su baño?

—Claro ve.—Agradecí y me dirigí a este, pero se escucharon unas palabras.

—Amor, hoy es nuestro día libre. Podemos pedirle a Emily que cuiede a Ashton y nosotros podemos divertimos un poco.—Me quedé quieta en mi lugar, dispuesta a seguir escuchando.

Típica vieja chusma.

No suena mal.—Escuché unas risitas y me metí en el baño cerrando la puerta.

¿Por que eso me molestaba? ¿o me molestaba la idea de cuidar a el pequeño que esta un demonio?

Si, seguro es eso.

VECINO: Que sea secreto [S.M]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora