2. ¿Te tocó?

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02 | ¿Te tocó?


Papá:

Sé que estás en Miami. Hablé con tu hermano.

Esto va a pasar, Quinn.

Suelto un resoplido tras leer el mensaje tan frío y distante que me envió papá hace apenas unos segundos. En estos minutos después de que llamé a Rick, él llamó a papá. Fantástico. Me senté a esperar cerca de la salida más cercana para que Rick pudiera encontrarme con facilidad. Según mi celular, son las cinco de la mañana. Pero aun así, es un aeropuerto, nunca duerme y hay gente que da vueltas por todos lados. Recargo mi espalda contra el asiento. No siento sueño. ¿Cómo podría después de todo? Aun así, conseguí dormir un poco en el avión, pero no más que unos minutos.

Luego de un tiempo observando el suelo, comienzo a jugar con la manija de mi valija con nerviosismo cuando la seriedad de la situación comienza a caer. Estallé, rompí un espejo, armé una maleta y tomé el primer vuelo a una ciudad que apenas conozco, en la otra punta del país. Desperté a mi hermano y le pedí que me recogiera del aeropuerto hace diez minutos.

Paso mis manos por mi rostro, como si eso fuera a eliminar todos los sentimientos confusos dentro de mí. ¿Quizás debería haberme tomado un taxi? De seguro Rick no entiende por qué vine sin avisar y conociendo lo dramático que es, seguro se ha montado una película de Hollywood en la cabeza. Dudo que mi padre le haya contado algo, porque eso sería admitir todo lo que pasó.

No veo a mi hermano mayor desde las fiestas y eso ya fue hace muchos meses. Él estudia en Miami, lo más lejos de Portland como tiene permitido por mamá y papá. No es porque se lleve mal con ellos, al contrario. Lo aceptaron en una universidad de Seattle, muy cerca de Portland. Pero Rick siempre quiso vivir en otro lado. Es increíble que haya venido hasta aquí. Yo no hubiera sido capaz de hacer eso. Está en su tercer y penúltimo año de universidad y parece ser feliz. Le va bien y mis padres están orgullosos de él. No es que esté celosa del amor de mis padres hacia mi hermano, nunca podría. Rick me ama sobre todas esas cosas y lo demuestra cada vez que tiene la oportunidad; igual que Nate, su copia, su hermano gemelo, mi otro hermano mayor. Solo que él vive en Atlanta, Georgia. No está lejos de Miami, pero lo suficiente para que se extrañen. Han vivido toda su vida juntos compartiendo un lazo tan especial que siempre envidié en secreto.

—¿Quinnie? —una voz familiar me llama. Subo la mirada encontrándome con los ojos café de mi hermano mayor.

—¡Rick! —exclamo y una sonrisa de felicidad se extiende por mi rostro, eliminando por un momento lo que había pasado antes y llevándose consigo los nervios que había sentido.

Salto a abrazarlo, envolviéndolo con mis brazos. Entierro mi cabeza en su hombro mientras me doy cuenta de todo lo que me hizo falta este tiempo. 

—Te extrañé —murmuró cuando nos separamos.

Ahora sí me doy mi tiempo para observarlo bien. Se encuentra exactamente como la última vez que lo vi. Alto, grande en comparación a mí. Luce como la exacta versión joven de papá con su cabello oscuro desordenado... Aunque no sé si suele llevarlo así; después de todo, lo desperté a las cinco de la mañana. Lleva unos pantalones de pijama largos y una camiseta negra.

—¿Qué... qué haces aquí? —pregunta sumamente desconcertado. Junto mis labios en una mueca, sabía que no duraría mucho la reunión feliz antes de las preguntas—. ¿Por qué sonabas tan mal en el teléfono?

Carraspeo con incomodidad. 

—Tenía ganas de visitarte —respondo, y luego me doy cuenta de que sonó más como una pregunta.

The New Heartbreaker | DISPONIBLE EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora