7. ¿Qué te parecería...?

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07 | ¿Qué te parecería...?

Al día siguiente, me despierto cerca del mediodía sin interrupciones. Eso debe ser porque Seth y Rick siguen durmiendo y después de todo lo que bebieron ayer, dudo que se despierten en un futuro cercano.

Por primera vez en mucho tiempo, el departamento está sumido en un completo silencio. Camino hacia el refrigerador en busca de algo para comer. No encuentro nada. ¿Es chiste? Pensé que fueron de compras hace unos días. Bufo.

Me recargo contra la mesada y cierro mis ojos unos segundos rendida. Los sucesos de anoche siguen frescos en mi cabeza, y odio que sea así.  Solo quiero olvidarme de las personas que conocí anoche y todo lo que pasó. Actuar como si nunca hubiera sucedido. No quiero que me consuma. No puedo dejar que me consuma.

Necesito distraerme, y encuentro como mejor remedio despertar a mi hermano. Decido que hoy saldremos a comer afuera. Nada mejor que despejarme la cabeza con comida y conociendo un poco más la ciudad.

Entro a la habitación de Rick y después de muchas insistencias, logro que se levante. No entro a la de Seth, dejo que mi hermano haga el trabajo de despertarlo. Mientras tanto, me visto y me pongo crema sobre mi herida. Por suerte, el color está desapareciendo y ya no duele.

Veinte minutos y muchas quejas después, salgo del departamento arrastrando a Rick y a Seth.

—Son pesados —bufo cuando he logrado que se metan dentro del ascensor. Mi hermano se quita los lentes para mirarse en el espejo ya que la iluminación del elevador es bastante buena.

—Soy un desastre —bufa observándose.

—Ya lo sabemos, Richard —Seth, el cual se encuentra cruzado de brazos y con su espalda contra el espejo, llama a mi hermano por su nombre completo.

—No me llames Richard —se queja mirándolo de reproche.

—Lo siento, Richard.

Rick voltea a mirarlo con cara de pocos amigos. Oh, aquí va otra vez.

—¡Deja de decirme Richard, imbécil!

Las puertas de metal se abren y soy la primera en escaparme. Debería haberlos dejado acá, pudriéndose en la oscuridad y sin comida, a ver qué tal les va. Pero no lo hice. Ahora tengo que soportar a Seth y Richard discutir. No es mi culpa que ayer hayan bebido tanto y no soporten un poco la resaca. Nunca tuve resaca antes, pero me imagino que no debe ser agradable.

Ya en el estacionamiento, Seth y Rick hacen piedra, papel y tijera para decidir quién conduciría puesto a que ninguno de los dos quería hacerlo y a mí no me consideran ni como opción aunque sé conducir. Le toca a Rick así que nos subimos en su auto.

—No, no, niña —Seth pone una mano en la ventanilla cuando intento abrir la puerta delantera. Su cara de pocos amigos es evidente. Me pregunto si recordará todo lo que dijo anoche—. Menores atrás.

Ruedo mis ojos con exasperación pero no le discuto. Ya no tiene sentido.

Una vez en los asientos de atrás, me pongo a juguetear con mi celular. Respondo los mensajes de Scarlett y Harry. De paso, vuelvo a chequear, mamá y papá no me han llamado ni mandado mensajes. Supongo que ya han hablado con Rick y saben donde estoy.

Seth pone música y Rick intenta decidir dónde vamos a almorzar. Luego de quince minutos, paramos en un lugar que está en la playa y tiene pinta de estar llenísimo de gente.

—¿De todos los lugares de Miami teníamos que venir al que más lleno está? —resoplo. Quiero comer, no esperar dos horas a encontrar mesa.

—Tranquila, Lagarto —me dice Seth al bajar del auto estacionado—. Kyle trabaja aquí. Conseguimos mesa en un chasquido de dedos.

The New Heartbreaker | DISPONIBLE EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora