48. Max sabe lo que hace.

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48 | Max sabe lo que hace. 

LIAM

Tyler me tiene agarrado del cuello como si fuera un perro salvaje sin correa —lo cual puede ser el caso— y me empuja con fuerzas hacia el interior de la cocina. Estuve acá solo unas cuantas veces, nunca lo suficiente para memorizar el camino.

—Soy un imbécil —suelto lo que los dos estamos pensando una vez que estamos en silencio.

Bajo la mirada a mis nudillos que tienen rastros de sangre de Scott. Mi camiseta está ligeramente manchada, pero se disimula porque es negra. Mi mejor amigo me mira con ojos incrédulos y la mandíbula tensa. Se cruza de brazos. Me siento como un niño siendo regañado y me molesta muchísimo, porque nunca estoy en esta posición. Siempre es al revés.

Resoplo. Nunca pierdo los estribos, nunca doy el primer golpe. ¿Qué me estás haciendo, Meyer? Scott le dijo una palabra a Quinn y ya estaba listo para matarlo. ¿Cómo puede faltarle el respeto así? ¿Hablar de ella de esa manera? Mi cuerpo arde de enojo y repulsión al recordarlo.

—Sí, eres un imbécil —afirma Tyler.

—Gracias —resoplo sarcástico.

Paso las manos por mi cabello. Mi ceja está ardiendo y estoy seguro de que tengo un corte. Es solo ese punzante dolor, el resto de mi cuerpo está en perfectas condiciones. Por más pensamientos que puedan estar rondando en mi cabeza, la única que me preocupa es Quinn.

—Debo buscar a Quinn —musito con mis ojos puestos en la puerta—. Debe estar furiosa.

Tyler me detiene cuando intento pasar por su lado.

—No creo que quiera verte ahora mismo —dice él siendo franco. Aprieto mis dientes, claro que no quiere verme—. Te comportaste como un animal.

—Pero ese idiota... —mascullo. Tengo que explicarle a Quinn, no quiero que piense que soy un imbécil que no puede controlarse... Por más que eso haya estado demostrándole este último tiempo.

—Sigue siendo idiota, lo golpees o no —declara Tyler.

—¡Ya lo sé! —exclamo con enojo.

Mi mejor amigo ladea su cabeza y aprieta sus labios. Está en el medio, bloqueando mi camino y si bien podría obligarlo a moverse e irme, me quedo expectante. Si hay algo que puedo resaltar de nosotros además de nuestra capacidad para seguir siendo amigos a pesar de todo, es que Tyler siempre sabrá darme los mejores consejos. Tengo que escucharlo.

—Ve a hablar con Quinn —resopla finalmente al darse cuenta de que estoy ansioso por hacerlo—. Pero no vayas con muchas expectativas, se fue bastante enojada —dice y se hace a un lado.

Asiento y abandono la cocina rápido. Me muevo entre la multitud de borrachos en busca de esa cabellera rubia que últimamente está ocupando demasiado espacio en mi mente. La gente se mueve cuando paso. Tengo una presión en el pecho horrible que no le deseo a nadie. ¿Cómo puede ser que una persona me haga sentir así?

Freno en seco al ver a una chica delgada vestida de blanco. Es ella. Volteo y camino en su dirección. Me detengo cuando puedo ver la situación con más claridad. Tiene sus manos entrelazadas con Max Michaels, el anfitrión de la noche. Max le dice algo en el oído y ella ríe, echando su cabeza ligeramente hacia atrás, revelando ese cuello que tantas veces besé. Siento una punzada en mi pecho. Aprieto mis manos con fuerzas. No, no puedo hacerlo. No puedo meterme. Quinn parece estar pasándola bien sin mí.

The New Heartbreaker | DISPONIBLE EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora