31. No hay lugar como tu hogar.

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31 | No hay lugar como tu hogar.

—Puedes quedarte más tiempo si quieres —habla Liam desde su cama, en donde se encuentra acostado, con sus manos entrelazadas en su abdomen y su mirada en el techo.

—Podría —reconozco sin mirarlo—. Pero Rick quiere que vuelva, además no creo que sea la idea más inteligente estar bajo el mismo techo.

—¿Por qué? —protesta al mismo tiempo que se gira para mirarme mientras termino de acomodar mi maleta—. Hacemos una dupla explosiva, Meyer.

—Por esa misma razón.

Liam se levanta de la cama y camina hacia mí. Como estoy sentada en el suelo con las piernas cruzadas, se sienta a mi frente dejando tan solo mi maleta de por medio.

—¿Estás diciendo que soy irresistible y por eso necesitas alejarte? —insinúa mientras alza sus cejas e intenta leer mis expresiones como siempre.

—No dije eso —respondo sin inmutarme, sin demostrar una sola señal de lo que estoy sintiendo. Todo es un juego para Liam, y empiezo a darme cuenta de que el juego que más le gusta es ganar conversaciones.

—Como quieras, Quinn —dice y deja escapar aire—. Déjame ayudarte al menos.

Elevo la mirada y un Liam bastante amable me la devuelve. ¿Por qué no puede ser así con todos? No me atrevo a decir que conozco verdaderamente a Liam, porque no lo hago. Pero esta faceta que me está mostrando, tan real, tan buena, divertida y suelta, no la saca con todo el mundo. ¿Seré la afortunada? No, prefiero no hacerme ilusiones. Tal vez sea la desafortunada en todo caso y todo esto sea parte de un juego.

Acepto y dejo que me ayude a doblar mi ropa. No usé mucho pero cuando salí del departamento de Stella, todo estaba desordenado y apenas cerraba, así que estoy volviendo a acomodar todo. Ya tengo una maleta lista. Falta esta. Mientras tanto, charlamos sobre temas triviales, aprovecho para hablar sin problemas, para no sentirme juzgada y decir cualquier estupidez que se venga por mi cabeza. Mis palabras no deben pasar por un filtro cuando estoy con él. Puedo notar que él también siente lo mismo. La conversación simplemente fluye entre nosotros.

—Bueno, Meyer, fue un placer ser tu hotel por una noche —habla sonriendo una vez que mi maleta está cerrada—. Mi parte favorita fue dormir contigo.

Pongo mis ojos en blanco con diversión.

—Gracias por dejarme quedarme —digo devolviéndole la sonrisa.

—Ven, dame un abrazo —pide.

Para mi total sorpresa, abre sus brazos listo para recibirme. Me termino de acercar y lo rodeo con mis brazos. Él pasa los suyos por mi cintura y me aferra a su cuerpo.

—Demasiado frágil —recalca cuando me aprieta.

—Demasiado imbécil —respondo y pellizco su cintura. Se queja y retrocede.

Nos separamos de este extraño abrazo. Le doy una última mirada a la habitación de Liam antes de salir para esperar a Rick, quien apenas le conté qué pasó con Stella ardió en ira y volvió como loco de Atlanta para recibirme en el departamento. Lo único bueno es que estaré de vuelta con mi dosis de locura diaria que tanto extraño. Natalie puede enojarse conmigo por hacer enojar a Stella, pero no me mandará a ningún otro lado por el miedo de quedar mal de nuevo.

***

Viví suficientes situaciones incómodas. ¿Creo que me faltan un millón más por vivir? Obviamente. Sin embargo, hay unas más incómodas que otras. En la que estoy ahora, no es totalmente terrible, pero tampoco se salva. Estamos encerrados en un auto. Podría salir, si quisiera aventarme, de un auto en movimiento. Las ventanas están cerradas y el estéreo apagado por lo que puedo escuchar el silencio. Rick se encuentra conduciendo, sus manos firmes en el volante, su vista fija en la carretera y su rostro está gritando que prefiere estar en cualquier lado menos aquí. Seth, por otro lado, intenta mantenerse ocupado con su celular a pesar de que sus ojos se desvíen hacia su mejor amigo cada tanto como si estuviera preocupado de que estalle.

The New Heartbreaker | DISPONIBLE EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora