36. Feliz navidad, Quinn

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36 | Feliz navidad, Quinn

—¿Puedes caminar más rápido? —se queja Seth a medida que caminamos por las calles atestadas de personas. Todos en esta ciudad caminan como si un asesino los estuviera persiguiendo.

—No —respondo acomodando mi gorrito de lana rosa que está por caerse—. Es difícil moverse con kilos de ropa encima.

Seth tose para ocultar su risa.

—Creo que te abrigaste de más.

—No —espeto defendiendo mis infinitas capas de ropa. Si hace frío, no me entero. Estoy protegida.

Al cabo de unos minutos, llegamos a un café cerca del Central Park. Luce cálido y su preciosa calefacción lo dice todo. Elegimos una de las pocas mesas vacías. Está al fondo y tiene vista a la calle. Seth se quita su abrigo negro y lo deja en su silla. Hago lo mismo y siento que puedo moverme mejor. La mesera se acerca. Sorprendentemente para ser las nueve de la mañana, tiene una sonrisa de oreja a oreja y luce de buen humor. Ambos pedimos tocino con huevos revueltos y pan. La diferencia es que Seth pide un café y yo un té. Me quito mis guantes y los dejo a un costado. Froto mis manos para no perder el calor y suspiro.

—¿Sabes quién más está en la ciudad? Scott Van Lexer —declara. Alzo mis cejas con sorpresa—. Quinn, sé que sabes lo que pasó con Alison y Rick.

—¿Cómo sabes que sé?

—Porque lo sabe todo el mundo y tu hermano no piensa que eres lo suficientemente ingenua como para no enterarte —replica.

—Lo único que sé es que Alison y Scott ahora están juntos. ¿Qué fue lo que exactamente pasó?

Seth resopla.

—Rick y Alison llevaban un año en una relación sin título, todo porque ella no quería formalizar absolutamente nada. El único acuerdo era que eran exclusivos. Más de una vez le dije a tu hermano que la deje porque ella nunca iba a aceptar ponerle título a lo que tienen. Todo porque Alison quiere ser vista con algún hijo que porte un apellido importante en Miami. Quinnie, tu hermano era tan dedicado con ella que a veces me dolía verlo. Siento que, de cierta manera, él la llenó del amor que ella nunca tuvo, y Alison no supo apreciarlo.

Mi corazón se estrujó al imaginarme a mi hermano en esa posición.

—Hace unas semanas, Rick me dijo que Alison estaba comportándose extraño. Días después, encontró a Scott y a ella juntos cuando fue a visitarla a su departamento —continúa—. Alison rompió a tu hermano.

Aprieto mis dientes de la ira que estoy sintiendo en este momento. ¿Cómo pudo tenerlo engañado durante tanto tiempo? No tan solo por Scott, pero por hacerle pensar que podrían ser algo serio y tenerlo expectante.

***

—Mierda, Riley —bufa Tyler al notar que no hace más que quejarse—. Sabes de sobra que el tráfico de Nueva York es pesado. Así que te calmas.

Protesta y deja caer su cabeza en el respaldo con frustración.

—A este paso llegaremos cuando Navidad haya terminado.

«Entra en el auto con Tyler y Riley», dijeron; «será buena idea», dijeron. Quiero bajarme ahora mismo.

Los padres de Aggie nos enviaron dos autos que nos tienen que llevar desde Manhattan hasta el comedor infantil que está en Brooklyn. Pero con el embotellamiento que hay, probablemente lleguemos más rápido caminando. Aunque no haría eso ni loca. Está nevando.
Casi dos horas y bizarras conversaciones con Riley después, llegamos al comedor infantil. El lugar es pintoresco. No es muy grande como esperaba en mi cabeza, pero tiene suficiente lugar para seis mesas largas. No hay sillas, pero sí bancos largos. En el lugar principal las paredes están cubiertas con dibujos de los niños, que le dan vida y color al ambiente. Asumo que atrás hay un patio porque no veo ningún niño por acá. Cada uno de nosotros tiene en sus manos dos bolsas enormes repletas de juguetes. De una pequeña puerta en la esquina del comedor sale un señor con una sonrisa al vernos.

The New Heartbreaker | DISPONIBLE EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora