53. No quieres saberlo.

55.7K 4.4K 2.7K
                                    


53 | No quieres saberlo. 

Me siento mareada así que me apoyo del último peldaño de la escalera y me dejo caer en el suelo como una bolsa de patatas.

—¡Quinn! —exclama una voz a mis espaldas y desde arriba. Abro mis ojos como platos. Me encontró. Estallo en carcajadas y hago mi mejor esfuerzo para levantarme del suelo a pesar de tambalearme un poco. Me echo a correr por la sala de estar de la casa de playa de los Ackerman, recordando el pasillo que lleva de nuevo hacia arriba—. ¡Quédate quieta, mierda!

Acelero el paso y ni me molesto en mirar hacia atrás. Sé que Aggie me persigue como si fuera su presa y lleva haciendo eso hace dos horas. Es que ella quiere darme agua. Y no estoy de humor para algo tan insípido como el agua. Quiero más Jack Daniels. Corro como si mi vida dependiera de ello. Giro un poco la cabeza para mirar hacia atrás. Me detengo al ver que estoy en la planta alta y conseguí perder a Aggie. Camino de puntitas mientras suelto risitas inevitables.

—Quinn —me llama Tyler sonando serio.

Salto del susto y casi grito cuando veo que Tyler está frente a mí. Llevo mis manos a mi pecho y respiro pesado.

—No me has encontrado aun —sentencio y retrocedo dos pasos en el pasillo. Él avanza otros dos.

—Te estoy viendo, Meyer.

—¿Seguro? —inquiero con una sonrisa divertida. No es tan rápido para leer mis intenciones porque en un parpadeo de ojos ya estoy corriendo lejos de él.

He pasado demasiadas noches y tardes en la casa de Nick, por lo que he logrado aprenderme todos los lugares como la palma de mi mano. Oigo a Tyler gruñir y vuelve a darme caza. No estoy en mi mejor estado de lucidez, por lo que mis pisadas son torpes y tambaleantes; sin embargo, me las estoy apañando bastante bien para estar borracha. Ah, pero claro. Tyler Aiken, el número 14 del equipo de fútbol americano de Everdeen tiene que alcanzarme. Además, él solo bebió la mitad de lo que yo bebí. Ese también es un buen punto. Me agarra de la cintura. Intento correr con todas mis fuerzas y cuando me doy cuenta de que es inútil porque estoy en el aire, estallo en carcajadas.

—¡Déjame ir, Aiken, tengo que ir a buscar a Jack! —grito sacudiendo mis brazos.

—¿Quién es Jack?

—Jack Daniels, dah.

—¿Te estás escuchando, tonta? —murmura por lo bajo antes de moverme en un rápido movimiento y ponerme encima de su hombro. Agradezco tener jeans y no falda, de lo contrario, esta sería una historia muy diferente.

Mi cabeza da vueltas en esta posición y tengo miedo de terminar vomitando todo. Por lo que no pongo resistencia y como tal bolsa de patatas dejo que Tyler me lleve hacia donde estábamos originalmente. Mis ojos se fijan en lo único que tengo al frente.

—Qué buen trasero, Aiken. —No dudo en palmearlo de un cachetazo y reírme como si hubiera hecho la cosa más graciosa del mundo. Oigo sus risas también.

Es un camino corto hacia la sala de juegos del tercer piso. Voy tarareando una canción mientras mis brazos cuelgan y se balancean en el aire. Tyler abre una puerta.

—¡Al fin! —vocifera la voz de Aggie apenas ponemos un pie adentro.

—¡Ya me atraparon! ¡¿Felices?! —grito al momento en el que Tyler me deja en el sofá.

Aggie se apresura a sentarse junto a mí y deja escapar un suspiro de frustración.

—Recapitulemos, Quinn. ¿Por qué demonios decidiste beber hoy? Me esperaba esto de todos menos de ti —Suena como una madre decepcionada al mismo tiempo que me extiende una botella de agua. Pongo mis ojos en blanco.

The New Heartbreaker | DISPONIBLE EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora