Capítulo 4: Sopresa 3/3

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Clary

—Que los cumplas Clary —cantaban todos, el lugar inundado por el conjunto de las voces.

—Que los cumplas pelirroja —dijo Jace al mismo tiempo, por encima de los demás y no pude evitar reírme.

Estaba detrás de mi pastel de cumpleaños y los demás del otro lado de la mesa cantando alegremente.

—¡Que los cumplas feliz! —terminaron y todos aplaudieron. Pedí mis tres deseos, los mismos que pedí con Jace en el jardín, con la esperanza de que se cumplieran, y soplé las 16 velitas.

Todos volvieron a aplaudir con sonrisas en sus rostros y el amor por todos en esa habitación crecía aún más en mi interior. Estaba muy feliz de estar rodeada de tan buenas y hermosas personas.

Comenzaron a acercarse para saludarme y la primera en llegar fue Izzy que pasó empujando a todos como una loca.

—¡¡Feliz cumple, amiga!! —gritó aturdiéndonos a todos. Reí y nos abrazamos fuertemente. La extrañaba tanto, odiaba que estuviéramos tan lejos la una de la otra, pero eso hacía mejores los reencuentros.

—¡Feliz cumple, hermanita! ¿Quieres dejar de crecer? Gracias —me dijo John rodando los ojos para luego abrazarme, era tan alto que llegaba a apoyar su mentón por sobre mi cabeza.

—Gracias hermano. Me encantaría quedarme en una sola edad para siempre, pero no es posible —me encongí de hombros.

—Toda una cerebrito —rodó los ojos—. Te quiero pequeña —alborotó mi cabello como si fuera una niña.

—¡No hagas eso! —le dije mientras se iba, riendo. No tenía arreglo este chico—. También te quiero —grité cuando ya estaba a unos metros de distancia, se volteó y me sonrió.

—¡Felicidades hija! —me dijeron mis padres, sus rostros estaban inundados de felicidad y mi madre tenía los ojos llorosos.

—¡Gracias! —agradecí abrazándolos con todas mis fuerzas—, gracias por todo esto, son los mejores.

—Feliz cumple, pelirroja —me dijo Jace cuando mis padres se alejaron un poco. Me envolvió en sus brazos y besó mi mejilla. La habitual sensación de calma volvió a rodearme y se me encogió el corazón cuando desapareció al él separarse de mi.

—¡Gracias, teñido! —dije riendo, con mi corazón golpeando fuerte dentro de mi pecho.

—¡Soy rubio natural! —me gritó alejándose, negando con la cabeza.

Luego, me saludaron todos los demás, me dieron regalos y muchos abrazos y sonrisas. La alegría podía sentirse en el ambiente y era algo maravilloso.

Mi madre se dispuso a cortar la torta y comenzó a repartirla entre todos los invitados. Estaba riquísima, como todas las tortas que ella hacía.

—¡Por favor! Un minuto —pidió mi madre—. Clary, hija, tenemos... una sorpresa para ti —dijo con una sonrisa.

¿Otra sorpresa? ¡Wow! Muchas por un día.

Mis padres y mi hermano estaban parados en el centro del lugar y me pidieron que me acercara a ellos. Mi padre sacó un sobre blanco y liso del bolsillo y me lo entregó.

Una historia diferente - Cazadores de Sombras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora