Capítulo 24: Molestias y sucesos extraños

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Clary

Una de las cosas que me gustaba del mundo mundano era lo fácil que era para ellos transportarse de un lugar a otro. Tenían miles de maneras: autos, motos, ¿autocicletas? No recuerdo el nombre exactamente. El punto es...

Nosotros solo teníamos caballos, los cuales no teníamos permitidos en la Academia, al igual que los portales. Así que nuestra única opción era caminar hacia la bendita fiesta. Según Izzy, no se encontraba lejos, solo a unos minutos. Según Matt, debíamos caminar por al menos media hora.

¿A quién le creemos?

—¿Por dónde vamos entonces, Matt? —preguntó Jace al lado del muchacho, recibiendo una mirada de indignación de parte de Izzy.

Matt era un chico demasiado dulce, era extraño que él y Jace se llevaran tan bien. Osea, Jace era dulce también, pero a su manera. Matt y él parecían muy diferentes. Pero de todas formas, me agradaba.

En cambio, su amiguito Liam... no lo sé, me daba mala espina, o tal vez le gustaba aparentar con esa fachada de
"soy un idiota egocéntrico". Igualito a Jace. Hasta que rompes esa estúpida armadura y detrás hay solo un tierno y amoroso cachorrito.

—Debemos caminar hasta llegar a las tiendas, de ahí serán unas cuantas cuadras todo derecho —explicó, haciendo algunas señas con sus manos.

—Bueno, empecemos entonces —anunció Alec—, o Izzy y Magnus van a destrozarnos si llegamos muy tarde —rió, ganándose una mirada furiosa de parte de ambos.

El resto del camino maldije en mil idiomas a Isabelle y su regla de nada menos de quince centímetros. Caminar por la tierra con zapatos no era lo más cómodo del mundo, por si no sabían. Aunque ya estaba bastante acostumbrada, seguían sin ser de mi agrado mas quedaban muy bien.

La caminata, como Matthew había dicho, duró un poco más de veinte minutos. Como caminamos bastante rápido, llegamos un poco antes de lo predeterminado.

—Ay, por fin llegamos —suspiró Izzy.

—Vamos, vamos, que llegamos tarde —dijo Magnus casi corriendo hacia la casa donde se llevaba a cabo la fiesta.

—¡Tiene razón! —gritó la pelinegra ya más alejada de nosotros.

—La fiesta empezó hace solo veinte minutos —dijo Alec rodando los ojos.

—No importa, es tarde —respondió Magnus, apoyando a Izzy. Alec rodó los ojos nuevamente acompañado de un largo suspiro.

Una mano tomó la mía por detrás y me sobresalté ante tan repentino toque, solté un bajo grito llevando una mano a mi pecho. Al voltear, me tranquilicé al notar que tan solo era Jace.

—Lo siento —dijo con una sonrisa, mirándome con falsa inocencia.

—Me asustaste —bufé, pero él solo rió.

—Vamos —indicó, tirando de mi mano suavemente en dirección a la fiesta.

Nos dirigimos todos hacia una elegante casa que estaba frente a nosotros. Era bastante grande y la música ya se escuchaba desde aquí. Era toda blanca por fuera, con dos columnas a cada lado de la puerta principal. Tenía dos pisos, en los cuales había numerosas ventanas. Había un gran patio alrededor de toda la casa, en la que ya había muchísima gente disfrutando de la cálida noche. Y por dentro era incluso más hermosa. Tenía un gran recibidor con algunos muebles y percheros donde podías dejar tu abrigo. Luego, había una puerta corrediza abierta en el centro, la cual daba paso al resto de la casa que estaba repleta de gente. Una gran mesa alta se situaba en un costado con mucha comida sobre ella. En el centro, estaba la pista de baile improvisada. Al fondo a la izquierda, había una escalera grande que dirigía al segundo piso. Mientras que por la derecha había una puerta de vidrio que daba al patio. En el fondo había un sillón, con una televisión enorme en la pared opuesta, donde un grupo de chicos estaban sentados, jugando a un juego al parecer, frente a una mesa ratona. Las paredes eran de un cálido beige, con muchos cuadros, mayormente de cazadores de sombras y el Ángel Raziel. En un costado del living había una mesita con algunas fotos, del dueño de la casa suponía, con algunos adornos y demás. Entre ellos ya había algunos vasos sucios también. Parecía que habían sacado muebles de algunos rincones para dejar más espacio para la fiesta, lo cual ayudaba muchísimo porque había demasiada gente.

Una historia diferente - Cazadores de Sombras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora