Capítulo 20: Baile de bienvenida

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Clary

Apenas entramos al salón, la música inundó nuestros oídos y las luces nuestros ojos. El lugar era muy amplio y entraba una gran cantidad de personas. Había una gran bola de espejos en el centro de la pista de baile, donde ya había muchas personas moviéndose al ritmo de la música. Guirnaldas decoraban las paredes del lugar, las mesas y sillas tenían detalles en cada una de ellas, todo en combinación. Había una barra llenas de bebidas, con alcohol por supuesto, a pedido de los estudiantes. Por esa razón alargaron un día más antes del comienzo de clases (lo cual me acababa de enterar) y muchos estudiantes se encontraban sentados bebiendo y disfrutando libremente. Por supuesto, ya había personas borrachas, parejas besándose (y seguramente ya habrá otras que deben estar haciendo otro tipo de cosas).

—¿Quiere bailar, mi princesa? —me preguntó Jace haciendo una reverencia.

—Por supuesto, mi amado príncipe —respondí, también haciendo reverencia mientras reíamos.

Nos acercamos al centro, luego de avisarles a Izzy y John (que por cierto ni nos prestaron atención), y nos hicimos paso entre la multitud. Justo cuando llegamos empezó a sonar una canción lenta y Jace me tomó de la cintura mientras que yo rodeé su cuello con mis brazos, entrelazando mis manos.

—Estás hermosa, ¿te lo dije? —me susurró al oído a la vez que nos movíamos con lentitud al compás de la música.

—Un millón de veces —dije riendo.

—Pues no me cansaré de decirlo, estás hermosa —repitió, esta vez observándome a los ojos. Me perdí en el brillo dorado de sus ojos sin poder despegarme de ahí, sus manos frías tocaban la piel descubierta de mi espalda erizándome la piel—. Estás muy, muy, muy hermosa —susurró junto a mi mejilla para luego depositar un corto beso en ella. Casi al instante, el rubor había subido a mi rostro y lo miré con una sonrisa. Ajusté más mi agarre en su cuello, acercándome aún más a él hasta que me rodeó completamente con sus brazos. Mi cabeza apenas le llegaba al mentón por lo que debía inclinarme un poco para verle los ojos—, realmente te ves increíble y voy a repetírtelo toda la noche —murmuró riendo.

—Tú, Herondale, te ves impresionante también. Tengo pruebas y cero dudas —le guiñé un ojo—, mi vista está de testigo.

Él soltó una carcajada y comenzó a acariciar suavemente mi espalda—, ¿solo tus ojos? —frunció el ceño—, yo creo que tu cuerpo también —su aliento golpeaba contra mi piel dejándome sin aliento. Nunca podía evitar u ocultar la reacción que mi cuerpo tenía al estar cerca de él, un raro escalofrío recorría todas mis extremidades y mi estómago daba vueltas.

Seguimos bailando con mi cabeza ligeramente apoyada en su pecho el resto de la canción, hasta que Jace decidió ir por algo de beber para ambos. Me quedé en la pista y traté de ubicar con la mirada el paradero de mi hermano y mi parabatai o alguna señal de Magnus y Alec, a quienes no habíamos podido encontrar al llegar al baile.

De repente, alguien chocó mi hombro con brusquedad—. Oye —le grité llevando la mirada hacia el culpable y me encontré con la última persona que quería ver.

—Hola, preciosa —susurró en tono seductor, acercándose a mi.

—Aléjate de mi y no me digas preciosa —dije empujándolo con asco.

—¿No puedo decirte que estás preciosa con ese vestido? —sus ojos iban de arriba a abajo, analizándome y mi expresión no denotaba algo más que repulsión. Intentó acercarse una vez más a mi.

—No —lo empujé, esta vez más fuerte—. Ahora yo me voy —dije tratando de seguir mi camino entre la multitud, pero él me agarró fuertemente de la muñeca impidiendo que me moviera—. Suéltame, idiota —forsejeé.

Una historia diferente - Cazadores de Sombras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora