Capítulo 35: Misión II

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Clary

—Hoy es lunes, clase, eso quiere decir nuevos grupos para misiones de esta semana —comunicó Victoria.

Estaba ansiosa por saber con quién me tocaría esta semana. La anterior había estado con Izzy, ¿quién mejor que mi parabatai? Funcionábamos de maravilla. Lo malo de eso era que no me tocaría otra vez con ella esta semana.

—Bien, los grupos serán... —comenzó a anotar en una pizarra—, Magnus e Isabelle —lo sabía, demonios.

—¡Sí! Destrozaremos esos demonios, brillitos —festejó mi amiga.

—Obvio que sí —respondió Magnus glamuroso, chocando sus manos.

—Siguiente grupo —interrumpió la instructora, escribiendo los nombres—. Jace y... Alexander.

Eso quería decir que...

—Y el último grupo son Jonathan, Clarissa y Simon.

Vaya suerte la que tenía yo.

Tiene una suerte del demonio, señorita Morgenstern.

Gracias conciencia, ya me estaba dando cuenta.

—Genial —murmuré.

No era la primera vez que me tocaba con Simon, claro. Pero seguía siendo una tortura estar en su mismo grupo. Miré a John, quien observaba con desprecio a Simon. Este último tenía una sonrisa triunfante, como si disfrutara que lo odiáramos.

La hora de clase pasó bastante rápido y nos despedimos de Victoria después de recibir las instrucciones para la misión de esta noche.

•••

—Al menos estamos juntos, hermanita —decía John, para quitarme la amargura.

—Uff, que alivio —dije sarcásticamente.

—¡Oye! —me revoleó un almohadón.

Ambos reímos y comenzamos una guerra de almohadas en mi habitación. Luego de varios minutos, lo aplasté con ellas y me declaré ganadora.

—No fue justo, tu tenías más almohadas que yo.

—Ay, cierra la boca, acepta tu derrota.

Un golpe en la puerta interrumpió nuestra discusión. El rostro angelical de Jace se asomó por ella con una sonrisa—. ¿Se puede? —preguntó.

—Interrumpiste una importante discusión, rubio teñido.

—Ey, primero, no soy teñido. Segundo, le pregunté a Clary. Y tercero... —pensó—. No lo sé, pero no importa.

Solté una risita—. Sí, puedes pasar. Ignóralo, no puede aceptar que le gané.

—¡Fue injusto!

—Ajá, ajá.

—Agg, mejor me voy —se levantó de mi cama—. Ojo con mi hermana, Herondale. Te estoy vigilando —advirtió antes de irse, tocando su hombro.

—Solo... ignóralo.

—Es exactamente lo que haré —afirmó, sentándose a mi lado—. Hacía bastante que no te tocaba con Simon en las misiones. Buenos tiempos eran esos, ¿verdad?

Una historia diferente - Cazadores de Sombras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora