Capítulo 33: Charlas y consejos

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Clary

El día del festejo finalmente había llegado. Izzy me volvió loca toda la semana para preparar carteles y organizar todo lo que faltaba comprar. Max llegaría pasadas las 20:00 de la noche y el resto de los invitados a las 19:00. Por lo tanto, teníamos más de seis horas para preparar y decorar el salón de música y algunas otras partes de la casa. Jace y Maryse estaban preparando la torta, la cual estaba quedando muy bien. Mientras, los demás, ayudábamos a preparar las otras comidas que Alec y su padre habían traído. Las separábamos en dulce y salado, y las colocábamos en diferentes platos y bandejas para luego llevarlas a la sala de música. Estuvimos un rato largo con eso hasta que sonó el timbre. Me limpié las manos con un trapo y me dirigí a la puerta.

—Clary —me llamó Izzy—, vamos, te necesito en el salón con Alec. Ahora mismo.

—Pero... —señalé la puerta—, la...

—Papá atiende, vamosss —me agarró del brazo y me arrastró hacia los pasillos junto con Alec.

•••

A que no adivinan para qué nos necesitaba Izzy. 

Para alguna tarea fácil seguramente.

Ojalá.

Alec estaba ayudándome a colgar el cartel de "feliz cumpleaños" en la pared principal de la sala de música. Tuvimos que conseguir dos escaleras para poder colocarlo en el lugar que Izzy quería. Mi parabatai estaba un poco nerviosa con todo esto de organizar el cumpleaños y quería que todo fuera perfecto. Hacía unos veinte minutos que estábamos corriendo el cartel de un lado al otro ahí arriba. Mis brazos ya estaban cansados y comenzaban a sudar y Alec no parecía muy contento tampoco.

—Un poco más a la izquierda, Clary —señalaba desde el suelo Izzy, con ojos entrecerrados, analizando el espacio—. Un poco más... solo un poco más...

—¡Dru no! —escuché la voz de Julian abajo—. ¡Ten cuidado!

¿Olvidé mencionar que los Blackthorn estaban invitados a la fiesta y que vinieron temprano?

Sip, lo olvidaste. Se van a enojar por no haberse enterado antes, suelen emocionarse mucho con ellos.

Oh, querida conciencia, no sabes cuánto te he extrañado. En realidad, sabes que no lo hice. Y con respecto a lo otro, lo siento, lo olvidé, los del timbre eran ellos. La hora en Los Ángeles y aquí no era la misma y, bueno, se confundieron.

Volviendo a lo que estábamos, escuché a Julian gritarle a Dru y me di cuenta de que mi escalera comenzaba a tambalearse. Miré hacia abajo y vi a una pequeña Dru correteando por debajo de mi escalera y luego a Livvy yendo detrás de ella. También pasando por debajo de mi escalera.

Adivinen.

Sí.

La escalera cayó a un lado.

Y yo caí con ella.

Fue tan repentino que no me dio tiempo a reaccionar (ni a gritar). Pero, sorprendentemente, unos brazos me atraparon y vi un destello rubio por el rabillo del ojo en el rápido proceso de caída.

—Tenemos que dejar de hacer esto, ¿sabes? —Jace me miró divertido—. Lo de tú cayéndote desde muy alto y yo estando ahí para salvarte. Algún día no estaré ahí y no me gustaría que otro me reemplazara —me guiñó un ojo.

Solté una risita y me bajé de sus brazos—. Trataré de que no vuelva a suceder, tranquilo —rodé los ojos.

—Clary, ¿estás bien? —gritó Izzy desde la distancia y asentí en su dirección—. ¡Magnus llegó, así que él terminará de acomodar el cartel! Gracias por tu ayuda, amiga.

Una historia diferente - Cazadores de Sombras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora