ZERO

9.No puedo respirar

-¿Hola? ¿Hay alguien en casa?-nadie contestó, me fui a la sala y vi la chimenea puesta. Estábamos en Noviembre y ya hacia mucho frío, demasiado.

Ni rastro de mi madre ¡Dónde coño está! Subo las escaleras de tres en tres amarrándome a la barandilla.

-¿Mamá?-dije entrando en mi habitación. Mi madre estaba en mi cuarto con mi maleta casi hecha y  mi mochila llena de material de pintura.

-Hola mariposita, supongo que fueron a hablar contigo ¡estoy tan feliz!-dijo lanzándose hacia mí a abrazarme.

-Mami, tenía que haber pensado…-

-Hija, no te atrevas a rechazar algo así, no pienses en mí, yo estaré bien, me alegro tanto, esto puede cambiar tu vida, lo  necesitas, necesitas irte-  nos abrazábamos mientras llorábamos,  no quería que esto terminara, no quería.

Llamamos al chino para que trajera la cena, mientras no parábamos de hablar de lo que me tenía que llevar y que no, así que hicimos y deshicimos muchas veces la maleta para que entrara todo. Cuando terminamos nos tumbamos las dos con la las ropa de calle en mi cama.

-Te voy a echar mucho de menos mami- la abracé y así comenzamos a quedarnos dormidas.

-Yo también mariposita mía, cuando puedas me tienes que llamar, acuérdate de tu madre, eh-

-Mami sabes que no me dejarán utilizar mucho el móvil así que no te podré llamar mucho –

-Por eso quiero que te  lleves esto- se separó de mi y fue a su habitación cuando volvió sostenía un colgante.-Me lo regaló tu padre cuando te tuvimos –dijo abriendo el colgante, dentro había una foto de mis padres muy jóvenes abrazados, se nota que se amaban.

-Gracias-me pongo el colgante.

-Nunca te lo quites y así nos llevarás a los dos –

-Nunca lo haré- se me cerraban los ojos.

El timbre sonó. ¿Mierda qué hora era?

Las 7:45 de la mañana. Mi madre se levantó de mi cama.

-Hoy es el día mariposita, vete a duchar con calma, yo bajo las cosas. Voy a  abrir –dijo dándome un beso en la cabeza y saliendo por la puerta.

Me fui a la ducha corriendo, después me vestí con unas converse unos vaqueros oscuros y un jersey azul cogí la mochila y bajé con el abrigo en la mano, pero antes de bajar mire mi cuarto y sentí que decía adiós a mi vida.

-Syrenia aquí esta tu profesor de Inglés, es muy majo-dijo señalando a Duke.

-Ya era hora señorita, perderemos el avión –dijo Duke muy serio.

-Me gustaría desayunar antes de irme- le mire.

-No va a ser posible ya vamos con retraso - se cuelga mi mochila del hombro

-Tienes dos minutos para despedirte, te espero en el coche –me susurro al oído.

-Creo que llegáis tarde-dijo mi madre aguantándose las lagrimas.

Fui corriendo a abrazarla.

-te quiero tanto mamá…-

-y yo, se fuerte y pórtate bien allí, llama cuando puedas-dijo dándome un beso en la mejilla, haciendo así que se me mojara la cara.

-siempre te llevaré conmigo mama-dije cogiéndome el colgante.

Le di un último beso y corrí hacia el coche, no mire hacia atrás por que posiblemente cambiaria de opinión.

-¿Estás lista?-dijo Duke mirándome, por primera vez creo que estaba preocupado.

-No ¿puedes hacerme un favor o eso no se os permite?-pregunté.

-Depende de cuál sea-me mira de una forma seductora y a parto la mirada.

-Quiero ir a por mi blog de dibujo está en el instituto, ¿puede ser?-

-si –

Llegamos en nada, las clases ya habían empezado y no había nadie en el aparcamiento.

-No salgas, voy yo a por tus cosas –y para que yo no le siguiera cerró el coche.

Apareció unos cinco minutos más tarde y se metió de golpe en el coche dando un fuerte portazo.

-¿Contenta?–  me dijo dejándome el blog en las piernas.

 -si- mire  por la ventana   y vi como se alejaba del instituto.

-No te enfades por esto, no es personal-dijo Duke parándose en medio de la carretera.

-¿Qué?-

Duke me puso un paño que me tapaba la boca y la nariz.

- ¡No puedo respirar!- Forcejee, creo que hasta le di un puñetazo, pero lo único que me preocupaba es que me quemaba la garganta, ¡que esta pasando!

- buenas noches Syrenia-fue lo último que oí.