CAPITULO 27

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Yo no sabía que estaba haciendo con mi vida.
Faltaban menos de dos semanas para que acabaran las vacaciones de verano y entrar a mi último año de preparatoria. Se supone que a esta edad tienes la madurez necesaria como para saber lo que vas a hacer el resto de tu vida, pero el mío era incierto.

Tenía días buenos y malos y otros aún peores yo y el tema de la distancia me estaba consumiendo por completo. Algunos días solo quería mandar todo a la mierda y decirle a Camila que todo se había acabado y quizá darme la oportunidad que Keana merecía. Yo lo sabía y lo admitía, era una idiota que hacia lo que quería con esas dos maravillosas chicas. Solo le daba momentos fugaces llenos de alcohol a Keana y a Camila le daba mi atención, mis textos, mis llamadas y video llamadas. Solo esperaba que nada se me saliera de control y sobre todo que Keana no confundiera las cosas o lo que teníamos que se resumía a nada.

Después de aquel día de la fiesta no había vuelto a verla, nos mandábamos textos algunas veces pero no pasaba de ahí, yo podía ser una idiota pero no quería darle falsas esperanzas. Porque aún seguía ahí Camila que era la que tenía todo mi cariño y atenciones cursis que tanto le gustaban.

Mi mente me estaba consumiendo y aún más encerrada entre las cuatro paredes de mi cuarto por lo que salí a caminar un poco sintiendo como los rayos del sol golpeaban mi rostro. Había rechazado la salida al cine con la chicas puesto que ellas irían con sus novios y quería ahorrarme esa incomodidad. ¿Que si me habían sugerido invitar a Keana? Si, pero no quería confundirla más y posiblemente lo malinterpretara.

Seguí caminando por las calles de mi vecindario hasta llegar a una de esas plazas llenas de árboles con campos y lugares recreativos para los niños. Me senté debajo de un árbol resguardándome de los rayos del sol. Saque mi cajetilla de cigarros y lo encendí dándole una calada, como quería que mis pensamientos se esfumaran como lo hacía el humo.

No sabía que hacer, no tenía corazón para dejar a Camila la necesitaba a cada segundo. Keana era hermosa pero no sentía más que atracción por ella, ¿verdad?
Me ajusté bien mis lentes negros en el puente de la nariz observando lo que el panorama me ofrecía. Me detuve en la figura de una chica. La reconocí de inmediato era la asistente de papá, no tenía idea de que hacía en este sitio tan cerca de casa. Ella estaba tan concentrada hablando por celular que no me notó.
Saque mi móvil para ver la hora.
Dos de la tarde.
Recordé que salí de casa porque papá extrañamente había llegado y no lo quise ver por lo que huí de casa.
Vi la cantidad de mensajes con reclamos de Camila sobre la fiesta, era obvio que no lo iba a olvidar tan fácilmente.
Yo aveces pensaba en dejar de causarle tanto daño y dejarla ir. Pero era una egoísta. Respire profundo tirando la colilla del cigarro y oprimí la opción llamar.

—¿Si?—Contesto Camila con molestia.

—Hola.—Murmuré.

—¿Que quieres, Lauren? Estoy ocupada aún no termina mi turno, tuve que venir al baño a contestarte.

—Vaya no lo sabía. Lo supiera si me dijeras las cosas, unas tan simples como tus horarios de la semana.—Hable con sarcasmo.

—Claro, como tú me informas antes de irte de fiesta, ¿Cierto?—Reprochó y yo solo rodee los ojos iba a empezar de nuevo.

—Camila, ¿Cuándo lo vas a olvidar?—Pregunte con la poca paciencia que me quedaba.—Han pasado días enteros y tú sigues con lo mismo.

—Y voy a seguir hasta que me canse.

—Bien, ¿Es así como quieres que sea?—Dije molesta.—Porque si tu quieres ser y tratarme así, yo también lo puedo hacer.—Termine levantándome del césped sacudiéndome para quitar la tierra de mi pantalón.

—¿Me estás amenazando?—Atacó.

—No Camila, tómalo como tú quieras, ¿Quieres cambiar tu actitud de una buena vez?—Suspire cansada de la situación.—Esto es todo lo que tenemos y lo desperdicias hablándome mal.

Pude ver cómo la asistente de papá comenzaba a caminar por lo que la seguí.

—Es que Lauren, no me la dejas nada fácil. Habías dicho que era la última vez y días después te vas de fiesta de nuevo sin siquiera decírmelo.—Suspiró—Te dije que era la última vez que lo dejaba pasar y...

—Bien entiendo, quizás sea lo mejor dejarlo todo aquí.—Dije sin dejarla terminar.

—¡Que! Claro que no mi amor, que dices.

La chica se detuvo y a los segundos un auto que conocía demasiado bien se paró a lado de ella. Se abrió la puerta del piloto y le abrió la puerta del copiloto para ella sonriéndole a todo momento. Ella subió sin pensarlo y él miró a ambos lados de la calle volviendo al asiento arrancando el auto de papá.
Mis lágrimas inundaron mis ojos, creí que después de tantos meses la había dejado pero no, mi padre seguía saliendo con su asistente.

—Laur... LAUREN.—Gritó Camila que seguía en línea yo solo pegue aún más el celular en mi oreja y trate de contener el llanto.

—No, Camila olvídalo, yo te amo no se que haría sin ti, te necesito más que nunca.—Supliqué comenzando a caminar hasta sentarme en una banca.

—Mi amor no vuelvas a decir eso, ¿Si? Aquí estoy, no te dejaré ir jamás.

—Te amo.—Susurré.

Camila era la única que no me fallaba, no la podía perder, no podía perder al ancla que me mantenía a salvo.

A kilómetros de ti.  (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora