"Todos han cambiado...
Todo ha cambiado...
Nada es como era antes, todo es más complicado. Ya nada es sencillo. La vida era más fácil cuando no existían tantas preocupaciones ni responsabilidades. Que buenos tiempos fueron cuando nuestra mayor preocupación era el día de la basura."Arnold se encontraba perdido en sus pensamientos mientras su cuerpo yacía recostado en el frío suelo de la calle. "Ayy... me duele todo", se quejaba para sí mismo. El joven rubio se encontraba completamente inmóvil, con la mirada totalmente perdida hacia el infinito cielo. Lentamente se pasó la mano por un lado de la cabeza e hizo un gesto de dolor.
-Mierda, como duele -reclamó. En el momento que apartó la mano de su cabello, quedó impactado con los ojos abiertos como platos. -¿¡Sangre!? -dijo, asombrado- Pero que mierd...
Delicadamente trataba de levantar su cuerpo. Estaba totalmente adolorido y golpeado, con todo el esfuerzo que pudo hacer apenas logró quedar sentado en el suelo, aún sobándose la cabeza. Miró a su alrededor y en tan solo un segundo volvió a percatarse de la terrible situación en la que se encontraba. Decenas de adolescentes peleando en una batalla campal que abarcaba toda la carretera. En medio de todo ese pleito se encontraba Arnold, asimilando todo lo sucedido. El golpe que tenía en la cabeza lo había dejado muy mareado y desorientado. Golpe tras golpe, la pelea que se estaba llevando a cabo a su alrededor era cada vez más intensa. Algunos incluso se encontraban tirados completamente inconscientes. Otros habían recibido tantos golpes que la cara la tenían tan hinchada que los hacían irreconocibles. Los chicos que se encontraban alrededor de Arnold eran empujados por un furioso joven que se hacía paso dirigiéndose hacia el rubio.
-¡Sal de aquí maldita sea! -soltó el enojado chico mientras le encestaba un tremendo golpe a un tipo que le estorbaba el camino.
Después de haber mandado a dormir al chico con semejante puñetazo, dio unos cuantos pasos lentamente hacia Arnold.
-Aún no acabo contigo, cabeza de balón -lo retó.
Arnold sintió como todos sus recuerdos volvían a él y olvidó completamente sus heridas, levantándose de un solo salto.
"Mierda. ¿Por qué tiene que ser así?", comenzó a meditar. "No quería nada de esto". El joven de cabello claro dio un paso adelante y miró fijamente al retador que tenía frente a él.-Yo tampoco -le respondió, con total firmeza y determinación.
**********
¡Beep! ¡Beep! Sonaba una potente alarma. ¡Beep!¡Beep! Una vez más...
De la cama se levantaba una perezosa mano dirigiéndose a la alarma con el deseo de apagar ese molestoso ruido. Lo logró. Eso fue lo que creyó.¡Beep! ¡Beep! El fortísimo ruido de ese aparato retumbaba las paredes de aquel dormitorio. Finalmente, un joven apuesto de una cabellera rubia se levantó de su cómoda cama para apagar el aparato y comenzar un nuevo día. Se encontraba sentado en un lado de la cama, dando unos pequeños estirones de brazos.
-¡Arnold! Debes apresurarte o llegarás tarde -gritó una débil voz desde el piso de abajo.
-Lo sé, abuelo. En diez minutos estaré en el comedor -respondió.
Efectivamente, diez minutos después se encontraban en un gustoso desayuno Arnold y sus abuelos. Después de una rápida alimentación y una alegre mañana como todos los días, el joven tomó su mochila y se dispuso a salir de la casa.
-Adiós, abuelo. Adiós, abuela. Los quiero -se despidió.
-Nosotros igual -respondieron en coro, aunque innecesariamente porque Arnold ya había salido como un rayo.
Han pasado varios años. El tiempo ha pasado tan deprisa. Pareciera que fuera solamente ayer cuando los chicos salvaron el vecindario de su inminente destrucción. Las cosas siguieron igual después de esa ocasión. Los días de escuela continuaron. Sin ni siquiera haber tenido el tiempo de darse cuenta, todos se encontraban en la ceremonia de graduación. Arnold, Gerald, Helga, Phoebe... todos lo habían logrado. Todos acababan de graduarse. Por alguna razón, ninguno de los chicos buscó otro rumbo. Por ese motivo, era evidente que todos los que se habían graduado iban a terminar en un mismo punto: La Universidad de Hillwood City, la única en la ciudad. Todos los graduados tenían intensiones de seguir estudiando y además, querían seguir compartiendo momentos con sus amigos de la infancia. Han pasado casi dos años desde el primer día que tocaron la universidad. Nada era como se lo imaginaban. Ya no estaban en la escuela ni tenían nueve años, al parecer era algo que muchos no se habían dado cuenta antes de dar este paso. La mayoría de los chicos ya habían alcanzado los veinte años de edad y se encontraban en pleno proceso hacia la adultez. La cantidad de estudiantes era muy grande y todos los que pasaron por la escuela pública 118 se encontraban allí.
Era un día hermoso. El cielo estaba despejado y el astro sol emitía débiles rayos que junto a la brisa del viento generaba una sensación tan agradable. Eso era lo que sentía Arnold mientras se dirigía caminando rumbo a la universidad. Las vacaciones habían terminado y en ese día comenzaba un nuevo ciclo estudiantil en la institución. Arnold daba pasos apresurados, faltaba pocos minutos para que las clases comenzaran. Estaba a punto de llegar cuando de repente se percató de un viejo conocido.
-¡Gerald! -gritaba alzando las manos para que lo viera.
-Hey, viejo -respondió mientras se acercaba- ¿Listo para lo que nos espera en este nuevo semestre?
-Más que listo -respondió sonriente.
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¡Hey Arnold! La nueva era
FanfictionImportante: Los sucesos de la historia ocurren sin tomar en cuenta la película "¡Hey, Arnold! The jungle movie" ¡Hey Arnold! es una serie animada creada por Nickelodeon que muchos de nosotros tuvimos la dicha de disfrutar. ¿Qué tal si la historia aú...