Capítulo 15: Palabras al corazón

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-Me llevaré esto por un rato, te lo devolveré más tarde o mañana, quizá -carcajeó el brabucón.

-¿Qué? No es justo... -protestó Brainy, acercándose al musculoso.

-¿Acaso me darás clases de justicia? -bromeó con intimidación, mostrándole una mirada furiosa.

-Ehhh... No, no... Lo que pasa es que... -soltó las palabras con torpeza. De un solo tirón, Wolfgang agarró la camisa del debilucho joven y estrelló su espalda contra la pared con fuerza. El golpe fue tan brutal que lo dejó sin respiración por varios segundos. El abusador acomodó su largo cabello hacia atrás y se acercó con sutileza hasta el oído del enclenque.

-¿Quieres que mejor te parta la cara? -le susurró con tono amenazante. Brainy quedó pálido como si se tratara de un fantasma, la cara se tornó de un color como el yeso y sus labios temblaban.

-No... No... No... -dijo con la voz apagada, casi se desmayaba ahí mismo. Wolfgang lo soltó con brusquedad y se apartó unos centímetros de su víctima.

-¿Que has dicho? -preguntó, posando una mano alado de su oreja, simulando no haberlo escuchado.

-No... -repitió sin que nadie lo escuche. Sus piernas temblaban y no podía soltar su voz con fuerza.

-¿Cómo? -En esta ocasión, introdujo uno de sus dedos al oído, actuando como si la suciedad le impidiera escuchar con claridad.

-¡Qué no! -gritó con la garganta, aun temblando.

-Así me gusta, buen chico... -se acercó y lo acarició como si se tratara de un perro. -Nosotros no somos malos, solo tienen que obedecernos y no saldrán lastimados -sonrió torcidamente.

-¿Nos vamos? -le preguntó la comadreja a su líder.

-Sí, vámonos de aquí, ya me aburrieron este par de nerds.

-Cómo digas, jefe -asintió Edmund.

El corpulento líder guardó el celular de su víctima en uno de sus bolsillos y se marchó junto a sus secuaces. Curly de inmediato se acercó a su amigo con una cara de preocupación.

-¿Te hizo algo? -preguntó angustiado.

-No, tranquilo -le mostró una leve y forzada sonrisa.

**********

-¿¡Acaso fumas todos los días!? -El grito de Arnold retumbó los oídos de Stinky. Su voz fue tan potente que provocó que el muy fumado flacucho se estremeciera.

-Pues... -rodeó los ojos y giró levemente la cabeza. -Pues sí -soltó, encogiéndose de hombros, sin notar la gravedad del asunto. O al menos, la gravedad con lo que lo estaba tomando Arnold.

-¿¡Pero qué dices!? -La voz de Arnold era una mezcla extraña de ira y preocupación, se encontraba exaltado, a punto de estallar. -¿Acaso no te das cuenta lo que estás haciendo? -trató de calmarse un poco.

-¿Qué? -preguntó sin expresión alguna.

-¡Te estás haciendo adicto! -gritó enfadado-. Eso, en el caso de que no lo seas ya... -su voz sonó temblorosa y débil. Su rostro reflejaba preocupación, sentía el estómago revuelto y en su cerebro volaban millones de pensamientos. Stinky se levantó muy despacio, tambaleándose un poco. Arnold lo ayudó a incorporarse mientras él también se ponía de pie.

-Me tengo que ir... -soltó.

-Stinky... Puedo ayudarte, todos podemos. Tienes que entender que necesitas ayuda...

-¿Ayuda? ¿Por qué? - preguntó ofendido, frunciendo el ceño.

-¿Acaso no lo ves? Fumas todos los días... ¡Eso no está bien! -le reclamó.

¡Hey Arnold! La nueva eraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora