-¿Cómo te sientes? -preguntó Harold.
-Ya no me duele tanto -respondió Arnold, tocándose la cara suavemente.
Los inseparables amigos se encontraban almorzando en la universidad, la mañana había estado muy fría con una fuerte lluvia. Había pasado una semana desde el enfrentamiento contra Wolfgang. La cara de Arnold se encontraba con mejor aspecto, al menos ya era reconocible. Solo tenía un borroso manchón en su ojo izquierdo y una cicatriz en el labio. Después de aquella pelea, los chicos llevaron al rubio a la enfermería de la institución, simplemente dijeron que habían tenido una riña con unos desconocidos, no más. Sabían con certeza que se meterían en problemas si se llegaran a enterar de la verdad.
-Ese maldito estúpido me tiene al límite -reclamó Gerald, metiéndose una papa a la boca.
-Ya olvídalo -suspiró Stinky.
-Te lo digo viejo, le partiré la cara a ese idiota -insistía el moreno con cara de pocos amigos.
-Lo mejor será que olvidemos todo, Gerald -lo calmó Eugene, con su risueña voz.
-Sabes que no lo haré -seguía molesto.
-Por favor -suplicó el pelirrojo-, me duele tanto que haya pasado todo esto por mi culpa.
-¡La culpa no es tuya! -Gerald se levantó dando un fuerte golpe sobre la mesa con su puño. Estaba hecho una bestia, respirando con fuerza y frunciendo el ceño de manera tan intensa que parecía que las arrugas le quedarían para siempre.
Todos en el comedor se voltearon hacia la mesa de los chicos, murmurando y preguntándose qué pasaba. El moreno, que se encontraba mirando fijamente a Eugene, notó lo que ocurría a su alrededor y nuevamente tomó asiento. Respiró hondo un par de veces y trató de calmarse.
-La culpa no es tuya... -dijo ahora con tranquilidad-, y lo sabes.
-Eugene, no puedes echarte la culpa -lo apoyó Arnold-. Acabas de contarnos todo lo que pasó esa vez. No hiciste nada malo, ni tú, ni mucho menos Lila. Ese idiota malinterpretó las cosas y en vez de asegurarse, simplemente actuó por instinto, como todo buen bravucón -sonrió, dándole ánimos al pelirrojo.
Una joven pareja entró al comedor, tomados de la mano, se trataba de Sid y Helga. Se encontraban muy acaramelados, abrazándose y haciéndose bromas. Arnold mantenía su mirada hacia ellos, sin ningún tipo de sentimiento, solo los veía, perdidamente. El par de enamorados se dirigieron a la fila del almuerzo, esperando por varios minutos hasta que los atendieron. Sid abrazó cariñosamente a Helga de la cintura, se miraron por un breve tiempo, a unos pocos centímetros y se besaron con pasión. Siguieron unos besos cortos y repetidos hasta que finalmente se despidieron.
Helga tomó su rumbo hacia una mesa donde se encontraban algunas compañeras, en cada paso que daba, Arnold la miraba detenidamente. El rubio se encontraba en un océano de inseguridades y preguntas, el tiempo se detenía cada vez que la miraba, lo hacía constantemente, como si al mirarla encontraría todas las respuestas a sus incógnitas.
-¿Qué tal, chicos? -saludó energéticamente Sid, mientras se acercaba. Arnold acompañó a Helga con la mirada hasta su destino, no sentía nada en absoluto, solo la observaba con la mirada perdida, se sentía tan confuso, tan inseguro, tan vacío...
-¿Qué opinas tu, Sid? -preguntó Stinky. El rubio regresó en sí, observó rápidamente a los chicos y se alivió al notar que nadie se había percatado de que se encontraba distraído.
-Pues la verdad no lo sé. -Sid se encontraba en la mesa junto a los chicos con los brazos cruzados. Respiraba profundamente y hacía unos gestos como si se encontrara meditando. -Pues..., es verdad que el estúpido ese fue el que comenzó. Se repartieron golpes por ambos bandos, aunque estoy casi seguro que Wolfgang no está satisfecho, tampoco es tan idiota para meterse contra nosotros que somos más que ellos, así que en conclusión...
-Te olvidas de Arnold -soltó Gerald de repente. Sid y los demás pusieron una cara de confusión, el rubio agachó un poco la cabeza al entender de qué estaba hablando.
-¿A qué te refieres? -cuestionó Harold con el ceño fruncido.
-Que el problema no es que ellos vengan a buscarnos -hizo una pequeña pausa mientras se fijaba en la expresión de todos. -Nosotros debemos hacerlo -continuó. -Le dieron una gran paliza a nuestro compañero. -El moreno dirigió su mirada hacia el rubio que seguía cabizbajo. -Claramente ellos nos deben una, y muy grande, no podemos dejar que esto se quede así, no pueden ir por allí golpeando al que se les dé la gana. No sé ustedes pero yo digo que debemos darles una lección. -Gerald golpeó su puño contra la palma de su otra mano, simbolizando la aproximación de un enfrentamiento. Todos en la mesa se encontraban callados, provocando un alargado e incómodo silencio. No se escuchaba absolutamente nada, todo estaba tan tranquilo, sumergidos en sus propios pensamientos.
-No creo que nos convenga -dijo finalmente Stinky.
-No solamente se trata de ese trío de idiotas, sabes que existen más que están junto a ellos -agregó Sid.
El ambiente se tornaba demasiado calmado, el aire parecía más denso de lo normal y el silencio se intensificaba tanto que podía hasta provocar un dolor a los oídos. No estaban seguros en qué hacer acerca de todo ese problema contra Wolfgang y sus aliados. Eugene seguía insistiendo en que las cosas deberían quedar tal como estában. Arnold no decía mucho, solo lanzaba unas cuantas palabras para indicar que su apoyo se encontraba junto al pelirrojo y su deseo de que no exista conflicto alguno. Sin embargo, el insistente moreno rebuscaba palabras para convencer a sus amigos de hacerlo:
De esta manera nunca volverán a abusar de nadie más...
No podemos quedarnos de brazos cruzados con lo que le hicieron a Arnold...
Eugene no hizo una mierda y esos desgraciados lo golpearon...
Las opiniones estaban divididas, Arnold y Eugene seguían su postura y decisión hacia la no violencia. Sid comenzaba a opinar igual que Gerald, mientras que Harold y Stinky mantenían sus dudas acerca del asunto. Finalmente, el tiempo de descanso estaba a punto de acabar y los chicos no llegaron a una decisión. La hora de clases había empezado y los muchachos se despidieron para continuar con la rutina. Antes de que todos tomaran caminos separados, Gerald silbó para llamar la atención de los chicos y cuando todos lo miraban, soltó:
-Si nadie me apoyará, quiero que sepan que de todas maneras lo haré, no me importa si estoy solo. -Simplemente dio media vuelta y se dirigió hacia el aula de clases. Los chicos se encontraban un poco dispersos cuando Gerald se marchó, se quedaron allí sin moverse, solo se miraban entre ellos sin decir nada, en un intenso y largo silencio. Arnold también dio media vuelta y se marchó, seguido de todos los demás hacia cada uno de sus destinos.
El joven rubio caminó por un tiempo hasta que llegó a su salón, le tocaba clases de química, en esta ocasión la tutoría era de manera práctica. Todos los trabajos que se realizaban en el laboratorio se los hacía en parejas. Al inicio del semestre se formaron todos los dúos que trabajarían en todas las prácticas. Al entrar, se pudo dar cuenta que su compañera ya se encontraba lista, cargaba el mandil puesto y estaba preparando los materiales.
-Hola -saludó el rubio, dándole un beso en la mejilla.
-Hola, Arnold. Tal parece que en esta ocasión tendremos mucho trabajo que hacer.
-Como siempre -bromeó. La dulce joven también mostró una hermosa sonrisa.
La chica sacó un moño y con ambas manos se amarró el cabello haciéndose una cola. Su cabellera era muy larga y de un tono negro intenso, tanto como el abismo del universo. Su delicada carita de niña la hacía aparentar menos edad de la que tenía, y los lentes que cargaba siempre con ella le daban un aspecto intelectual y atractivo.
-Este tubo va aquí, esto por acá y... ¡listo! -celebró airoso el rubio. -Está bien armado, ¿verdad? -agregó.
-Sí, Arnold. ¿Por qué siempre tienes que hacer eso? -dijo mientras armaba un equipo de laboratorio.
-¿Hacer qué? -sonrió con amabilidad.
-Pedir mi opinión -respondió automaticamente, sin apartar la mirada de los instrumentos.
-Porque siempre sabes cuando algo está bien -bromeó el rubio, sonriendo. -Enserio, siempre has sido así, eres la única de todos nosotros que sabe cuándo las cosas están por el camino correcto. Siempre viendo lo mejor para nosotros, por eso te queremos tanto... Phoebe. -El atractivo rubio mostró la sonrisa más tierna y honesta de todas.
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¡Hey Arnold! La nueva era
FanfictionImportante: Los sucesos de la historia ocurren sin tomar en cuenta la película "¡Hey, Arnold! The jungle movie" ¡Hey Arnold! es una serie animada creada por Nickelodeon que muchos de nosotros tuvimos la dicha de disfrutar. ¿Qué tal si la historia aú...