En el vasto mundo de la universidad se puede encontrar de todo. Existen las chicas hermosas que aunque lo son, la mayor belleza de ellas se encuentra en su interior. Otras, son tan feas que lo único que tienen es un bonito físico. Están los inteligentes, presumidos o no, destacan en los estudios siempre. Los deportistas, los populares, los desapercibidos. Pero sobre todo, están los idiotas. Ese tipo de personas que parece ser que no tienen pisca de humanidad, sin sentimientos y con un cerebro tan diminuto que los animales parecerían científicos comparados con ellos. El mayor grupo de idiotas que existía en la universidad se encontraba a toda velocidad sobre el carro del año del líder bravucón.
Arnold y sus amigos tuvieron unos cuántos enfrentamientos con este grupo desde que eran niños. Wolfgang seguía siendo el mismo cretino que siempre con la única diferencia que ahora era más insoportable. Sus padres le complacían en todo y no movía ningún solo dedo por conseguir las cosas: Su flamante carro es un ejemplo de ello. Se había hecho más arrogante y sobretodo presumido, incluso hasta de su físico. Era alto con un cuerpo musculoso y una larga y alucinante cabellera rubia. Él y sus igualmente cretinos compañeros hablaban sobre sus no tan inteligentes temas de siempre. Las chicas, el alcohol, autos, más chicas, entre otros sofisticados asuntos.
-Y entonces, lo agarré de la camisa y lo mandé a volar -balbuceó Wolfgang, riendo a carcajadas, mientras conducía.
Las marionetas que tenía como amigos empezaron a reír sin entender muy bien la razón.
-¿Y que más pasó? -preguntó un muy delgado chico, desde la parte de atrás.
-Se puso a llorar tanto que creo que mojó sus pantalones -carcajeó como loco.
-Lo tiene merecido por no haber hecho tus deberes -lo apoyó un enano y narizón adolescente.
-Es lo que debe hacerse para que se enteren quien manda -fanfarroneó el mechudo abusador.
-Claro. Por eso somos los que mandamos en toda la universidad -dijo el flacucho arrogante-, ¿verdad, Mickey?
-Te he dicho que no me llames así, Edmund. Yo soy la comadreja, ese es mi nombre -dijo el enano desde el copiloto.
-Bien, bien, lo siento.
Wolfgang carcajeó. Aceleró el coche y llegaron hasta el instituto en unos pocos minutos.
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-Así es -respondió-. Ahhh, y por cierto Lila, recuerda que el profesor adelantó la entrega de este informe para el miércoles.
-Lo sé. No te preocupes, Eugene.
-Perdón por estar un poco estricto, Lila. La nota de este informe equivale al 20% de la nota final, así que es muy importante -insistió Eugene, con tono preocupado.
-Debes relajarte un poco más tomatito, estoy segura que haremos un gran trabajo. - Lila trató de animarlo, acercándose. Lo miró dulcemente y estirando la mano, le acarició el hombro con gentileza.
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-¡Que preciosura de auto! -exclamó Wolfgang, mientras se estacionaba.
-Llegamos en un abrir y cerrar de ojos gracias a este bebé -mencionó la comadreja, acariciando el carro.
-Esta máquina es otra razón para que nos tengan respeto en este lugar -balbuceó Edmund.
-Tú lo has dicho. -Se sintió airoso el líder. -Ya casi es hora, hay que apurarse -añadió.
-Como odio los lunes... -reclamó el flacucho.
El trío de patanes se dirigían a la entrada del instituto, cuando de pronto, alcanzaron a ver a la pelirroja más dulce de toda la universidad.
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¡Hey Arnold! La nueva era
FanfictionImportante: Los sucesos de la historia ocurren sin tomar en cuenta la película "¡Hey, Arnold! The jungle movie" ¡Hey Arnold! es una serie animada creada por Nickelodeon que muchos de nosotros tuvimos la dicha de disfrutar. ¿Qué tal si la historia aú...