Capítulo 18: Amigo

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El preocupado rubio estaba prácticamente arrastrando a Eugene a través de los pasillos. Cargaba casi todo su peso, mientras intentaba ir lo más rápido posible ante la atónita mirada de los estudiantes que los veían pasar. Estaban acercándose a la enfermería, solo unos segundos más y por fin llegarían. De repente, el grupo de Wolfgang se cruzó justo en frente de su camino, haciendo que Arnold y Eugene se detuvieran al instante.

-Ohhh... ¡Por fin! He estado buscándote por toda la universidad -dijo con tono burlón, dirigiéndose al débil pelirrojo.

-Ahora no es momento -soltó enojado el rubio. Agarró nuevamente con fuerza a Eugene y volvió a dirigirse a la enfermería. Wolfgang y sus secuaces se posicionaron frente a ellos, estorbándoles el paso.

-¿A dónde van? No ven que... -El musculoso estaba a punto de lanzar un mal chiste cuando su mirada se fijó en la frente de Eugene-. ¿Qué le ha pasado? -preguntó curioso.

-No es asunto tuyo -lo despreció el rubio. Wolfgang sonrió torcidamente.

-Bueno... Solo quería darle un mensaje -dijo mientras se acercaba.

-¿¡Acaso no lo entiendes!? -estalló-. Eugene está muy mal, necesito llevarlo a la enfermería -tomó a su amigo con delicadeza y emprendieron rumbo, pasando por el costado del brabucón.

-Tu eres el que no lo entiendes... -dijo con el ceño fruncido, se volteó hacia Arnold y le propinó un buen puñetazo en el abdomen, haciéndolo toser con brusquedad. El rubio soltó a su amigo por instinto para revolcarse en el piso. Eugene también estaba a punto de caer al suelo, sin embargo, a unos pocos centímetros antes de golpearse, Wolfgang lo agarró con ambas manos y lo estrelló contra la pared. El débil pelirrojo soltó el pañuelo debido al impacto, dejando al descubierto su herida.

-Vaya... se ve fatal -se burló Wolfgang-. ¿Otro accidente del clásico torpe? -bromeó. Eugene pestañeaba constantemente de manera muy débil y perezosa, su cabeza se tambaleaba hacia abajo, como si luchara por no quedarse dormido.

-Eugene... -se quejó el rubio desde el suelo, tosiendo. La sangre empezaba a bañar el rostro del pecoso, el cual estaba a punto de perder la consciencia.

-Tú... -comenzó el brabucón-, tu y yo nos enfrentaremos -frunció el ceño con ira, mientras lo miraba detenidamente al pelirrojo. -El viernes a la cinco de la tarde, en el viejo vecindario...

-¿Qué? -se exaltó Arnold en el piso.

-Espero que vayas solo porque me encargaré de que nadie se entrometa -sonrió con malicia y lo soltó bruscamente. -Vámonos -fue lo último que dijo antes de desaparecer junto a sus secuaces.

Eugene sentía como las piernas le temblaban, cayendo al suelo, muy cerca donde se encontraba el rubio que seguía quejándose de dolor. Arnold trató de reincorporarse lentamente, mientras que su amigo estaba sentado, apoyando su espalda contra la pared, dando cabezazos hacia abajo.

-Eugene... -sollozó.

-Arnold... -lo miró y le lanzó una tierna y débil sonrisa, mientras todo su cuerpo caía precipitadamente al piso.

-¡Eugene! -gritó. No le importó el dolor, de un salto llegó hacia su amigo y trató de hacerlo reaccionar. -¡Eugene! -Le daba fuertes cachetadas para que abriera los ojos, lo sacudía de la camisa con intensidad, hacía de todo. -¡Eugeneeeeeee! -soltó un grito desgarrador.

**********

"Oscuridad... Todo es oscuro. ¿Dónde estoy? ¿Por qué me duele tanto la cabeza? No recuerdo nada...". Eugene pasó su mano por su alborotada y rojiza cabellera, desordenándola aún más. Se tocó la frente e hizo un gesto de dolor, apretando las pestañas y mostrando los dientes. "¿Sangre?". Sus ojos se desorbitaron al ver la gran cantidad de líquido rojo que escurría por toda su mano. "Pero... ¿Qué pasó? ¿Dónde estoy?". Eugene se sentía angustiado, cuestionándolo todo. Estaba en un lugar desconocido, totalmente oscuro, no se veía nada más que él mismo. Flotaba, su cuerpo parecía no pesar nada, ni siquiera sabía con certeza donde se encontraba el piso, era todo tan raro. "¿Estaré...?", divagó por su mente sin completar la idea.

¡Hey Arnold! La nueva eraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora