-¿Entonces, están todos de acuerdo? ¿No hay ninguna pregunta? -dijo Sid, mirando a todo el mundo que tenía enfrente.
El batallón que había estado escuchando con gran atención las palabras de su líder se mostraba calmado y lleno de satisfacción, como si lo que acababan de oír era justamente lo que esperaban. Una leve sonrisa se dibujaba en el rostro de cada uno y un brillo de gloria y emoción iluminaba sus ojos.
-¿Listos para mañana? -añadió, al ver que nadie hablaba.
-¡Sí! -se escuchó un potente grito al unísono. Esto llenó de alivio el frágil cuerpo del rubio, el cual se había encontrado pesimista hasta el momento. Sin embargo, el gran discurso de Sid y su estratégico plan que abarcaba cada uno de los posibles escenarios lo habían reconfortado notablemente. Se sentía más calmado y positivo, tenía la sensación de que no ocurriría nada malo en el enfrentamiento. "Todo se podrá resolver sin conflicto alguno", pensó con una sincera sonrisa.
-Eso es todo. Los espero mañana... -concluyó. Al terminar su frase, la mayoría se dispersaron y se dirigieron a sus respectivos hogares. Algunos seguían charlando en pequeños grupos, emocionados y nerviosos al mismo tiempo, sobre cómo les iría. En tan solo unos pocos minutos, el viejo vecindario estaba casi despejado en su totalidad, solo estaban los de siempre y unos cuantos más que empezaban a marcharse.
-Así que mañana es el día... -recordó Harold, mientras se acercaba al grupo agarrado de la mano de su novia. Habían formado un pequeño círculo en el mismo lugar donde Sid había exclamado su emotivo discurso. De los hombres, el único que faltaba era, obviamente, Gerald. El rubio pensó en él y no pudo evitar mostrar su depresión, aunque ninguno de los demás lo notó.
-¿Miedo? -bromeó Helga con una amplia sonrisa. Todos rieron tensamente.
-Ni de broma -respondió, forzando un gesto alegre. -Es solo que... -Su rostro se puso completamente serio, al igual que el de los demás-, no sabemos qué es lo que pasará...
Un silencio abrumador tomo posesión completa del grupo de amigos. Algunas gargantas se hincharon debido a la saliva que se deslizaba nerviosamente en ellas. Estaban cabizbajos y con la mirada sin brillo.
-¿Es que acaso no escuchaste nada de lo que dijo Sid? -lo reprendió Stinky.
-¡Lo hice! Pero todos sabemos que eso es pura basura para no asustarlos, toda esa cursilería era solo para ellos, nosotros sabemos la dura realidad... -dijo deprimido.
-Harold... -susurró su novia, apretando aún más fuerte su mano y dándole un cariñoso beso en su mejilla. El gordete sonrió dulcemente, sin duda era lo que necesitaba, pero no era suficiente, no en ese momento...
-¿Qué mierda dices? -reclamó Rhonda. -¿Acaso crees que...?
-Tienes razón -la interrumpió Sid, con los ojos cerrados. Todos lo miraron atónitos. -Era lo que querían escuchar y fue lo que les di... -dijo sonriendo. Sus amigos abrieron los ojos como platos, con la decepción desbordando en sus rostros.
-Maldito hijo de puta... -reclamó Harold, con una amplia sonrisa. -Era lo único que quería saber, eso significa que patearé varios traseros mañana -Chocó su puño con su palma. Mostró un semblante serio, lleno de determinación que contagió al resto del grupo. Los demás lo apoyaron con un movimiento afirmativo de cabeza.
-Y eso es lo que quería escuchar... -bromeó Sid, mirándolo con complicidad. Posteriormente, sacó una de sus manos y la estiró encerrada en un puño a la mira de todos. -Por todos los traseros que patearemos -dijo. Dos, tres segundos de total silencio. Al principio nadie pudo entender lo que quería decir o hacer, hasta que el segundo puño se estiró, saliendo de lo más recóndito de su escondite. Stinky, quién tenía ambas manos ocultas dentro de sus bolsillos, sacó una de ellas y repitió el mismo acto de Sid.
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¡Hey Arnold! La nueva era
FanfictionImportante: Los sucesos de la historia ocurren sin tomar en cuenta la película "¡Hey, Arnold! The jungle movie" ¡Hey Arnold! es una serie animada creada por Nickelodeon que muchos de nosotros tuvimos la dicha de disfrutar. ¿Qué tal si la historia aú...