Capítulo 29: El gran día - Parte 3

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El viento soplaba con más fuerza aún. Los largos mechones de cabellos de algunas mujeres danzaban bruscamente, al ritmo del aire. La estruendosa ventisca era lo único que podía ser escuchada, nadie generaba sonido alguno, ni el más mínimo.

Las miradas de Wolfgang y Sid seguían chocándose, mientras que el público presente se tensaba con nerviosismo. Gerald rebuscaba disimuladamente a Arnold entre todos los demás. Apenas se había detenido el par de enemigos, el grupo de Sid siguió las órdenes dadas en la reunión previa...

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-Sea cual sea nuestro enemigo, apenas vean a Wolfgang, tomaremos la posición de base -Sid, con postura de líder, explicaba detenidamente las instrucciones que su grupo debía seguir. Todos se encontraban muy concentrados durante la reunión que el mismo Sid solicitó. -Somos ciento trece personas en total: noventa y dos hombres y veintiuna mujeres. No importa la cantidad de nuestros enemigos, quienes sean, no importa que... Ésta será la formación que tomaremos cuando Wolfgang aparezca -sonrió con satisfacción. -¡La llamaremos formación tortuga! -mostró los dientes.

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Mientras Gerald y su camarada se acercaban, cada uno de los integrantes del equipo Sid tomaba sus posiciones. Su líder sobresalía de entre los demás, encarando al par de enemigos. Detrás de él, se encontraban ya formados todos los estudiantes en contra de los bravucones. En columnas de diez personas, se desplegaban hacia atrás las demás, generando una figura rectangular con Sid a la cabeza. Wolfgang contemplaba con una sonrisa torcida el enorme empeño de sus rivales. Gerald seguía buscando a Arnold, no podía ver a muchas personas, solo la primera columna era visible ante él. En ella, los únicos a los que reconocía eran Harold y Stinky. No había ni una sola mujer, se encontraban esparcidas dentro del rectángulo para que no sean vistas. Los "más fuertes", al menos visiblemente, eran los que se encontraban en el inicio de la formación.

-¿Qué tienes en mente? -bromeó Wolfgang.

-... -Sid se mantenía implacable. El silencio fue su mejor aliado. En su rostro no se mostraba ninguna expresión o sentimiento, y sus pupilas solo se enfocaban en los ojos de la persona que tenía frente a él.

-No cometas una estupidez, viejo... -intervino Gerald.

-¡Cierra tu puta boca! -rugió, dando un paso al frente. Los demás se pusieron alerta.

-Hey, hey... Calma... -Wolfgang reía con disimulo. -No queremos que esto se salga de las manos, solo quiero tener una justa batalla contra Eugene, como hombres. ¡Me lo debe! -Su rostro se tensó y ya no mostraba ningún tipo de sonrisa.

Después de un breve momento de silencio, Sid por fin recalcó:

-Si tanto te interesa nuestro buen amigo, deberás pasar primero encima de cada uno de nosotros -lo amenazó.

Wolfgang carcajeó. Gerald no mostraba expresión alguna, seguía rebuscando con la mirada.

-¡Dame a Eugene! -dijo con la voz ronca.

Ahora fue Sid el que mostró una sonrisa torcida.

-O si no, ¿qué?

Gerald rodó los ojos, resoplando con un movimiento negativo de cabeza. Levantó con lentitud una de sus manos y chasqueó los dedos. Del mismo lugar donde aparecieron, Edmund y la comadreja hicieron su aparición. Después de dar unos pocos pasos, se pudo observar otros estudiantes caminando detrás de ellos.

Otros más, y otros...

Sid tenía sus ojos gigantescos a causa de la impresión, con la boca ligeramente abierta. El grupo de Arnold empezaba a titubear al ver la enorme cantidad de personas que caminaban hacia ellos, liderados por los secuaces de Wolfgang. Incluso, también había una gran cantidad de chicas en ese bando, incluyendo a María y Connie, entre muchas de sus amigas de curso. Las manos de Sid temblaban de ira e impotencia. El líder de los bravucones lo notó, torciendo la boca en una sonrisa.

¡Hey Arnold! La nueva eraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora