Capítulo 20: Cambio de planes

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Wolfgang escupió cada palabra con malicia y en un tono irónico, disfrutando del momento. Después de haber soltado la terrible noticia, se quedó de brazos cruzados ante la confundida mirada de todos, que trataban de asimilarlo a su manera. No se escuchó un estruendo. Para ser precisos, no se escuchó absolutamente nada, ni siquiera un "¿qué?" a modo de reacción. Los muchachos no generaban ningún sonido, estaban completamente en silencio. Algunos intentaban reaccionar, pero solo tartamudeaban. Arnold era el único que no reflejaba ninguna expresión en su rostro. Miraba fijamente a Gerald, esperando que desmienta lo que acababa de escuchar, que le diga que todo era una muy mala broma. Wolfgang carcajeó una vez más, rompiendo el silencio como un trueno en una calmada noche.

-¿Qué...? -intentó hablar Arnold con una voz muy débil.

-¿Qué mierda es esta? -lo interrumpió Sid, echando chispas.

-¿Acaso eres sordo o qué? -bromeó el brabucón.

-No te hablaba a ti, cabrón -bufó mientras miraba con furia a Gerald. En los ojos del moreno no se notaba ningún tipo de sentimiento, solo un vacío absoluto. -¡Responde! -insistió enojado.

-Lo que acabas de escuchar... -soltó-. Es todo.

-¿Cómo que es todo? -arrebató Harold, muy alterado. -¿Acaso de verdad estás con este imbécil?

Wolfgang se hizo el ofendido, con una enorme sonrisa, acompañado de las burlas de sus infaltables camaradas. El moreno seguía muy frío, con el rostro serio.

-Así es -respondió Gerald sin importarle nada.

-¿Por qué...? -preguntó Arnold en un susurro.

-¿¡Por qué!? -Gerald resopló con sarcasmo-. Tu deberías saberlo, cobarde.

Arnold quedó sin palabras, su rostro reflejaba sorpresa y confusión, no había entendido lo que trataba de decirle.

-¡Ya deja de bromear! -lo regañó Sid-. No es gracioso.

-No se entrometan -añadió sin emoción-. El asunto es entre Wolfgang y Eugene, ustedes no deben porque meterse.

-¿¡Qué mierda dices!? -Sid agarró la camisa del moreno con furia, mostrando sus dientes que parecía rechinar.

-¡Wou, wou, wou!... -interrumpió Wolfgang, disfrutando de todo lo que pasaba-. Calmémonos chicos... -sonrió con hipocresía.

Gerald se mantenía mirando directamente a Sid, sin ninguna expresión, el cual estaba apretando con más fuerza el nudo en su cuello. Los muchachos trataban de apaciguar la ira de Sid, que parecía estaba a punto de estallar. El alboroto se intensificaba cada vez más, provocando la atracción de varias miradas.

-Vamos, tranquilízate, Sid -insistió Stinky, mientras lo separaban de Gerald con la ayuda de todos-. Nos meteremos en problemas... -añadió.

-Vaya modales -bromeó Wolfgang.

-¡Cállate, hijo de puta! -gritó Sid alteradamente.

-Bueno, bueno. Está bien, ya no molestaremos -se defendió-. Nos iremos pacíficamente. Solo recuerden; no intervengan -sonrió ampliamente.

-Hagan caso -añadió Gerald.

Sid se alteró una vez más, tratando de zafarse del agarre de sus amigos, aunque en vano.

-¡Hey, tranquilo! -gritó Harold.

-Calma... -ayudó el rubio.

Sid seguía intentando darles pelea, sin embargo, Gerald junto a los rufianes ya se encontraban a varios metros de distancia, dejando el mal sabor de boca a todos los chicos.

¡Hey Arnold! La nueva eraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora