Capítulo 5: Sustitutas

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Rhonda mantenía su espalda recostada a la pared, besándose apasionadamente con Gerald. El astuto moreno se aseguró un par de veces de que la puerta estuviera cerrada con seguro, no quería que nadie interrumpiera su momento de gloria. Sus manos se encontraban muy juguetonas, paseando por todo el atractivo y delgado cuerpo de la chica, acariciando cada uno de sus atributos: Desde sus modestos senos hasta las curvas de su trasero. Ambos estaban totalmente excitados, Gerald respiraba tan fuerte que parecía un toro enojado, provocando que Rhonda soltara gemidos de vez en cuando. De repente, el moreno dejó de besarla y la volteó con un toque de rudeza. Acercó su cuerpo al de ella y comenzó a besarla con intensidad por todo el cuello.

La excitada mujer se mantenía apegada a la pared, sosteniéndose con ambas manos, totalmente sumisa ante la feroz fiera que tenía detrás. Sintió como poco a poco la mano de Gerald comenzaba a rozar su cintura, avanzando hasta su pelvis. "Phoebe...", empezó a retumbar ese nombre en la mente de Gerald. Con la mano izquierda acariciaba sus senos mientras que con la otra se introdujo al interior del vestido, deslizando los dedos alrededor de la braga. El caliente joven no dudó ni un solo segundo en introducir su mano en la prenda y acariciar la vagina de su compañera. Con el dedo de en medio comenzó a rozar los labios de la parte íntima, sutilmente, hasta introducirlo con suavidad. "Ohh, Phoebe... siempre esperé este momento". Rhonda hizo un gemido sordo. Entrecerró los ojos llena de placer cuando sintió dos dedos en el interior de ella. Gerald, habilidosamente le bajó la braga hasta sacársela, al mismo momento en que se bajaba sus prendas inferiores. Juntó su mano izquierda con la de Rhonda, que seguía en la pared, agarró su miembro y empezó a rozarlo por toda la parte trasera de ella hasta llegar a la vagina.

La delgada mujer se encontraba en un éxtasis sexual, suspiraba complacidamente y de vez en cuando le salía un intenso gemido. Gerald la penetró con delicadeza, haciéndola que se muerda el labio inferior, mientras ambos hacían movimientos repetitivos con la pelvis. Con una rápida jugada, el moreno sacó totalmente el vestido de tirantes y la lencería, dejándola como vino al mundo. La recostó en la cama y la ayudó a que se pusiera en una posición que a él le encantaba: De rodillas y con sus manos sobre las sábanas mientras el moreno se mantenía en pie, penetrandola sin parar, rítmica y eufóricamente, en la clásica posición del perrito. Sus cuerpos quemaban de la excitación que sentían, los gemidos de Rhonda se volvieron más frecuentes y comenzaba a perder la respiración. Gerald sentía como todo su cuerpo se estremecía cada vez que introducía y retiraba su miembro. Al parecer, todo lo que fumaron y bebieron les había otorgado una gran cantidad de energía y resistencia. Se mantuvieron aproximadamente una hora de intensa jornada de sexo...

*********

El sol brillaba como nunca, el viento soplaba amablemente y el aire se respiraba fresco y puro. Había llegado la mañana del Lunes y el instituto comenzaba a verse lleno de tantos alumnos. Arnold y Gerald se encontraban juntos caminando con dirección a la Universidad.

-Aún me duele la cabeza -bromeó el rubio. Gerald se rio.

-Yo acabo de llegar de la nebulosa de Orión. –el moreno continuó con la broma. -Te lo digo viejo, esa noche volé tanto que creo haber llegado hasta allá -carcajeó. Ambos lo hicieron.

Después de unos segundos de risas, Arnold cambió de cara y se puso muy serio. Se notaba que algo le estaba molestando, su expresión lo demostraba, como si tuviera mil piedrecitas pequeñas en sus zapatos.

-¿Lo hiciste otra vez...? -cuestionó con lentitud. Había hecho un gran esfuerzo en recitar las palabras.

-¿Qué cosa? -Gerald trató de hacerse el desentendido.

-Ya sabes... -dijo con tono serio-. ¿Te acostaste con Rhonda? -soltó, ahora con determinación y casi al instante.

-Emmhh, pues sí. Tenía ganas y ella también, uno más uno es igual a dos. Así de sencillo, no hay ciencia en ello, quisimos y sucedió, es todo -dijo de manera calmada, casi de memoria. Puede que incluso haya predecido la pregunta de Arnold.

¡Hey Arnold! La nueva eraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora