Capítulo III

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Odio a Aldric, ese era un hecho desde hace siglos.

No podía creer que me estuviera haciendo esto...

Todo estaba listo y en unas horas ya empezaban las clases, estaba sola en la casa pues todos los demás se fueron a sus trabajos y yo con más estudios que ellos, con excepción de Aldric, tenía que pasar el instituto...otra vez.

Lo bueno de que no me afecte el clima es que me podía poner lo que quisiera sin tener que aguantar el frío

Me coloque un pantalón de cuero negro que abrazada mis piernas como una segunda piel, con una blusa blanca y una chaqueta negra, y al final unas botas negras altas.

Dejé mis cabellos rojos sueltos y como ser vampiro tenía sus ventajas mi cutis era perfecto así que no necesitaba el maquillaje.

Me debatía si ir al instituto a pie o en el carro, al abrir el garaje me di cuenta que estaba mi hermosa moto aparcada al lado del carro de Gisèle, sin pensarlo más me puse mi casco y me monte en mi hermosa bebé Suzuki intruder C800, al salir el sol le pegó haciendo brillar la impecable pintora roja.

Hermosa y única mi moto...seguro Aldric la mando a traer, pero como no había entrado al garaje no la había visto. Como la extrañé, todo por tener que ir en ese carro y aparentar ser una familia "normal"

Me tomó menos tiempo de lo pensado llegar al instituto, habían pocos muchachos en el lugar, pero podía sentir la mirada de todos encima de mí.

Miré al rededor y en el lugar habían puros carros viejos y usados, muy pocos eran nuevos, no me sorprendía en los pueblos era normal.

Me quité mi casco pues muchos que de los chicos, para no decir todos, habían detenido lo que estaban haciendo para prestarme su atención, era el centro de todo, como me encantaba, este año me podía divertir de manera diferente.

Moví mi cabellera roja de un lado a otro para que los cabellos se acomodaran y, gracias a mí desarrollada audición pude escuchar como algunos contenían la respiración, cosa que género una sonrisa en mí, guinde el casco del bolso, para ponerme en marcha.

Caminé hacia la administración sin prestarles ni la más mínima atención a los tontos chicos que babeaban.

Si, lo sé, el tósigo del vampiro hacia que me viera hermosa y con la necesidad de acercase a mí. En pocas palabras era una chica demasiado tentadora ante sus ojos de mortales. Era esa luz brillante y ellos la polilla.

En la administración había una señora mayor, con la cabeza llena de canas y la cara toda arrugada. Me sonrió con dulzura.

—Tú, debes ser la señorita Rawson— me dijo.

No pude evitar hacer una mueca al escuchar el horrible apellido inglés de Aldric, si el muy estúpido me puso su apellido en la inscripción.

En realidad a todos nos puso su apellido, la única que no se quejó fue Gisèle y ella ya tenía su apellido al ser su esposa.

Pero Chloe y yo nos quejamos un montón pero ya estaba decidido por el consejo, donde el único miembro es Aldric.

—Si, soy yo. —le respondí con una sonrisa.

—Soy la señora Evans. Si necesitas algo puedes venir aquí—se ofreció, luego se volteó y buscó unas cosas en su escritorio— Ten, linda, aquí hay un plano del campus y le tienes que entregar esto a tus profesores para que lo firmen. Al final del día me lo regresas.

Me explicó dándome los dos papeles se lo agradecí y me fui a mi primera clase, al parecer ya todos estaban en sus salones.

Genial como si ya no hubiera llamado la atención, me dirigí hacia el salón de biología, para tener más reflectores.

Colmillos En Su SonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora