Capítulo XVIII

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Aun parecía imposible, pero podía escuchar los pensamientos de Federick y sentir lo que él sentía.

De cierta forma me sentía extraña, no podía decir que bien, ni podía decir que mal.

—Tienes que hacerte cargo de tu esclavo—fastidio Chloe llegando a la azotea.

—No es mi esclavo y no le digas así. — le dije enojada.

No había pasado mucho tiempo desde que Federick despertó, pero después de la discusión con Aldric y Chloe no había vuelto a verlo, ni siquiera me había acercado a mi habitación.

No entendía como antes no lo podía sentir, ahora era tan fuerte que sus emociones y sentimientos me abrazaban de manera extraña.

Sabía lo que hacía, decía y pensaba...sin ningún esfuerzo de mi parte.

Tanta insistencia por parte de Chloe me tenían cansada, pues mi queridísima hermana, nótese el sarcasmo, siguió diciendo que cuidara a mi esclavo.

Así que me bajé de la azotea y me dirigí a mi habitación y toqué la puerta por mera educación y costumbre.

Pero nadie respondió...

Sin esperar nada pasé a la habitación, pues sabía cómo estaba Federick.

Él estaba sentado en la cama mientras miraba por la ventana, se dio la vuelta y me dio una rápida mirada.

¿Vas a matarme? ¿A eso vienes?

No vengo a matarte— le dije sentándome sobre la cama— Y que lo preguntes cada vez que te veo me hace reconsiderarlo— bromee

Al pobre chico se le aceleró el corazón del miedo.

—Solo bromeo, Federick— aclaré un tanto apenada que se tomara tan enserio lo que dije.

Mire la habitación y me fijé que aún no tocaba la comida que seguramente había preparado Chloe, ya que era la única que cocinaba, realmente bien.

—No está envenenado— comenté señalado su comida, ya que no entendía a lo que me refería.

No tengo hambre...

Pensó en su mente mirando la comida sobre la mesa de noche.

—Debes tener hambre, ya que llevas mucho tiempo sin comer— le dije extrañada pues yo tenía entendido que los humanos comían mucho durante el día. Son como tres comida: el desayuno, almuerzo y cena...

Así que él se había saltado el desayuno y también el almuerzo pues eran las tres de la tarde y no había probado bocado.

—Si te quieres morir de hambre avisamos y así nos ahorraríamos muchos problemas. —pedí con la cabeza movida a un lado, intentando descifrar sus pensamientos, que eran un gran enredo.

Me imagino que son muchos los problemas que causo ya que ustedes no...

Chloe cocina— le explique. Sabía que lo hacía de maravilla ya que obtuvo un gran puesto cuando estuvimos en Pensilvania.

— ¿Chloe?— recordó a mi hermana cuando estuvo aquí en la habitación y en estacionamiento del club.

Ver a Chloe por los ojos de Federick era extraño pues mi hermana se veía como una diosa rubia pero los débiles ojos del humano no apreciaban las cosas con una buena cantidad.

Si, ella es esa chica rubia que estas pensando— le dije.

Era un poco raro leer su mente y más que no quería hacerlo. Sentía que invadía su privacidad o algo así.

Colmillos En Su SonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora