Capítulo XI

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Aldric y Gisèle se encargaron del hombre, nadie le iba a creer lo que sea que contara así que lo llevaron a un hospital cerca de la zona.

— ¿En verdad lo piensas?

Chloe me miraba preocupada, sabia a lo que se refería pero no tuve el valor de mirarla y mucho menos responderle.

Gisèle se montó en el carro sin mirarme y arrancó su Camaro en completo silencio.

Apenas llegamos escale la pared de la casa hasta llegar al techo donde me senté abrazando mis piernas.

Ojalá pudiera dormir, ojalá pudiera llorar...ojalá pudiera morir.

Porque solo era cuestión de tiempo antes que el gran animal que estaba dentro de mí saliera por completo.

Esta noche me había dominado un poco más pero por cuánto tiempo iba a poder seguir conteniendo esa gran sed de sangre y poder que quería salir a la luz.

—Debemos darle su espacio. —pude escuche a Aldric. Estaba hablando en voz baja pero igual lo escuchaba.

—Por primera vez que la conozco me dio miedo— me impacto sus palabras. Pero Gisèle nunca me había visto tan fuera de control.

Si ellos no hubieran llegado... tal vez ese hombre ya no estuviera con vida.

—Aún no entiendo, ella estaba bien—habló Chloe— Y nos habíamos alimentado hace poco. —informó.

Eso era cierto, pero había usado mi poder más de la cuenta en un solo día.

—Ella no pierde el control sólo cuando no se alimenta— explicó— Aún no logro entender lo que es ella, pero estoy seguro que ella algún día podrá controlarlo.

—Estoy segura que has pensado en la otra opción—hablé desde el techo. Todos quedaron en silencio, no sabían que los estaba escuchando. —Dilo, Aldric

—Psyche, sabes que eso no...—comenzó a decir para no anunciar lo que los dos sabíamos muy bien sin necesidad que alguien fuera un genio.

— ¡Dilo!— bramé enojada.

Sabía que no lo iba a decir, vi como Gisèle lo miraba sin entender, Chloe seguro estaba pensando en que la otra opción era que me destruyera, lo cual que estaba muy lejos de la realidad.

—Si no lo logro controlarme, destruiré a todos y a todo a mi paso—tragué la gran cantidad de tósigo que se formó en mi boca. — Esa es una posible realidad.

Escuché muchos jadeos, regresé al techo de la casa y me acosté sobre mi espalda y seguí viendo el cielo donde ya estaba amaneciendo.

—Si eso ocurre, y puede ocurrir, deben destruirme— les pedí.

Aldric no me dijo nada y seguro que les dijo a las demás que no comentaran nada pues esta no ha sido la primera vez que le decía algo así a Aldric y dudaba que fuera la última.

No sé exactamente cuánto tiempo estuve arriba pero al bajar nadie estaba en la casa.

Entré en mi habitación y observé mi reflejo en el espejo completo que tenía. Mis ropas estaban llenas de sangre seca y en mi rostro sobre todo en mi cuello tenía sangre seca. Me veía horrible...como la propia asesina.

Ya entendía porque Gisèle había tenido miedo de mi hasta yo tenía miedo de mi misma. Agarre algo que estaba en el tocador y se la lancé al espejo haciéndolo trozos en el instante.

Me arrodille arriba de los cristales rotos, sin poder sentir el más mínimo dolor, y tomé entre mis manos un trozo de cristal y vi el reflejo de mis ojos...

Colmillos En Su SonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora