Marinnette:
No lo dudé ni un segundo y le pegué en la cabeza con la barra de metal que tenía entre mis manos, a lo que él soltó un gemido de dolor.
—¡Auch! —se quejó, tirándose al piso.
—¡Deja de jugarme bromas, niñato! ¡Ya estás lo suficientemente grande para jugar a ser súper héroe y hacer bromas pesadas! —le seguí dando con el palo, para aliviarme del estrés de estos últimos días.
—¡Hey! ¡Eso me pertenece, devuélvelo! —y metió la mano para protegerse.
—¿Qué? —paré de golpear.
—Que eso es mío, ¿me lo das? —se levantó, sacudiendo el polvo de su traje negro.
—¿Y cómo llegó aquí? —le miré entrecerrando los ojos sospechosa.
—El día en el que casi caes desapareció de mi espalda, supongo que se cayó mientras te salvaba, que por cierto, aún no has agradecido — manifestó, cruzándose de brazos.
—Si tú no estuviste aquí ¿Entonces quién fue? —alcé la ceja.
—Ay. Yo qué sé. Algún pretendiente tuyo que te espía mientras duermes, o algo así —y se giró indignado.
—No me simpatizas —le lancé su "pertenencia".
—¡Ya! ¡Deja de golpearme, chica rara! —me gritó.
—Cállate, que mi amiga está durmiendo —le reprendí, señalando a la castaña-pelirroja acostada en el suelo.
—Oh, perdona. Pero deberías ser una francesa normal que da gracias cuando es salvada por alguien como yo —pasó una mano por su cabello rubio con autosuficiencia. Rodeé los ojos, fastidiada.
—Si, claro, presumido — susurré aquello último.
Un pitillo se escuchó, parecía como si fuera la alarma de un celular que estaba descargado. A lo que me extrañó mucho, ya que el mío y el de Alya estaban cargándose.
—¿Escuchaste eso? —le pregunté, agudizando mi sentido del oído.
—¿Qué cosa? –se volvió a escuchar, y ésta vez los dos lo oímos– ¡Se me hace tarde! ¡Ah. Éste, adiós! —se fue corriendo de techo a techo, dando saltos impresionantes.
—¿Y se atreve a decir que yo soy la rarita? No lo creo –dejé salir un bostezo–. Mhm, creo que esto de levantarse a media noche hace que alucine durante el día, iré a dormir — susurré para mí misma, luego caminé hasta mi cama, y me dejé caer.
(...)
El olor a quemado me hacía estornudar, aunque decidí ignorarlo por unos momentos, era día sin clases y quería aprovechar que podía levantarme tarde sin tener que preocuparme de nada, pero los gritos desgarradores de una chica me pusieron alerta.
—¡Marinnette, despierta, despierta Marinnette! ¡Algo se quema en el tacho de basura de tu cuarto! — Alya me sacudió por completo, mareando mi cabeza y nublando mis cinco sentidos.
Pero en el momento en que escuché "quema! al instante me recuperé.
—¡Qué dices! —me quité la sábana de encima.
Casi todo el cuarto estaba invadido por el humo. No podía ver mas allá de dónde estaba mi amiga.
Me paré y corrí a lo que supuse estaba el baño, me tropecé varias veces por que no podía ver nada, pero cuando llegué tomé el vaso donde se mantenía mi cepillo de dientes y la llené de agua del grifo.
Corrí al bote de basura y lo vertí ahí. Apagando el fuego. Tocimos un poco, abrí las ventanas y puertas incluyendo la del balcón.
El humo, por suerte, se esfumaba, y el fuego no alcanzó a quemar más que el papeleaje que tengo ahí.
—Marinnette, creo que deberías ver esto — Alya trató de no tartamudear.
Me acerqué a ella, y todas las paredes de mi habitación, incluyendo el techo, estaba rayado de un lúgubre color negro, era de la misma sustancia que se escribieron las palabras la otra vez.
"Te estoy vigilando, pequeña Marinnette."
Mi boca formaba una gran 'O', mis piernas flaqueaban, al igual que las de Alya.
Estaba asustada, muy asustada.
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Promise | Marichat | TERMINADA
FanfictionEn la sala de parto, un error de novato mata al ser más preciado de Sabine Cheng y Tomas Dupain: Su pequeña hija, Marinnette. En el llanto, en la depresión, un ser diabólico fuera de esta dimensión, le propone hacer un trato con la madre, en el que...