Adrien:
—¿Dónde se habrá metido esa pequeña rata? —me susurré a mí mismo mientras levantaba el juego de almohadas posicionadas en mi cama, buscando a Plagg.
Ese bicho, raramente, no me había pedido queso, o algún otro bocadillo en los últimos cuarenta minutos.
¿Debo preocuparme, o debo de alegrarme?
Mi gran duda existencial.
¿Y si ya lo descubrieron?
Abrí mis ojos, captando la idea. Pero así como llegó, se esfumó ese pensamiento.
—Si lo hubieran encontrado, ya hubieran gritado como locos y llamado a los fumigadores —me contesté.
Así que no, lo tomaré como un "Me fui de vacaciones, niño".
Dejé que el aire saliera de mis pulmones lentamente, y me eché en mi cama, cayendo boca abajo.
Qué día tan más aburrido. Me giré, para haber quedado de espaldas, y miré por un largo rato el techo de mi habitación.
—Ah, pero... ¿Y si no quiere hablar commigo? —oí que murmuraban tras la puerta.
—Claro que hablará contigo, ¿no escuchaste que eres su amor platónico? —respondió otra voz.
¿Amor platónico?
¿De qué rayos estaba hablando Plagg...?
Oh no.
—¡No, no, no, no! ¡Plagg, dime que no hiciste lo que creo que hiciste! —susurré, asustado.
Me levanté de golpe, y corrí hacia el baño de mi pieza.
Tomé el cepillo de dientes y le vertí crema dental, después comencé a tallar bien rápido mis dientes. Como si no hubiera un mañana, como si alguien me estuviese esperando.
Y es que lo hacen.
—Eh, bueno. Lo intentaré. ¿Ah, Adrien? ¿Estás en tu habitación? —escuché como preguntaban.
¡Marinnette!
Me enjuagué la boca con agua del grifo y me pasé los dedos por mi melena. Para peinarlo un poco.
Pude ver cómo Plagg traspasaba la puerta del baño.
—¿Qué estás esperando? Ve y ábrele la puerta —voló cerca de mi cara.
—¡¿Por qué le dijiste?! ¡Prometiste que guardarías el secreto! —le reclamé, casi furioso.
—¡Sé que lo prometí, ¿okay? Lo tengo muy en claro! ¡Pero si supieras lo que yo no me estarías regañando! —se excusó.
Eso logró captar mi atención.
—¿Qué es lo que sabes?
—¿Realmente quieres saberlo?
—¡Pues es obvio, ¿no?! —exclamé, señalándome.
—¡Entonces ve y ábrele la puerta a Marinnette!
Bufé exasperado, y salí del baño.
—Ah, bueno. Supongo que estás, ehm, ocupado. Así que... Eh, yo... Vendré más tarde, ¿va? Bueno, ah, eh, hasta luego —escuché cómo se despedía la azabache, así que rápidamente abrí la puerta, revelando el momento en el que casi se marcha.
—Eh, je je. Hola —reí nervioso—, disculpa la tardanza, estaba solucionando algunos problemas. Puedes pasar —me puse a un lado del marco, para darle espacio.
—Gracias —susurró, después de entrar.
Apenas llegó y ya se siente el ambiente muy pesado.
—¿Quieres beber algo? No sé, ¿algún refresco o agua natural? —ofrecí, queriendo romper la tensión.
—Oh, no. Gracias. Yo... Sólo venía a aclarar algunas cosas, supongo. Algo rápido, ya que me están esperando —apuntó a la planta baja.
—¿Quién te espera?
—Mi mamá, venimos a dejar algunas órdenes que tu padre nos pidió para la pasarela de hoy.
Se me había olvidado por completo el desfile que mi papá organizó.
—Oh. Con razón estaba más amargado de lo normal...
—Mira, quiero ser directa. ¿Eres... Tú eres Chat Noir? —avanzó hasta estar frente a mí, a unos treinta centímetros de mi cara.
Tragué duro. Apenas estoy conociéndola, ¿cómo puedo contarle este secreto que me cargo?
Me pareció linda y agradable ese día que la encontré colgando de su balcón. Pero eso no significaba que fuera confiable.
Sí, peleamos juntos contra un demonio. Pero ésto es peligroso, más que Pitch Black.
—¿Al menos sabes de lo que hablo? —susurró, bajando lentamente la mirada.
No permití que las palabras salieran de mi boca. Me mantuve callado, desviando la vista.
Suspiró pesadamente, y comenzó a dar pasos hacia atrás.
—Eso me lo dice todo... Gracias por tu atención... —su voz reflejaba absoluta tristeza.
Me atreví a mirarla directamente a sus orbes azules, y me di cuenta que estaban cristalinos.
Ay no...
Ya para cuando reaccioné, ella ya se había marchado de mi cuarto.
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Promise | Marichat | TERMINADA
FanfictionEn la sala de parto, un error de novato mata al ser más preciado de Sabine Cheng y Tomas Dupain: Su pequeña hija, Marinnette. En el llanto, en la depresión, un ser diabólico fuera de esta dimensión, le propone hacer un trato con la madre, en el que...