21. Hola, yo soy Plagg

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Marinnette:

Después de haber hecho mis necesidades, abrí la llave del grifo y comencé a mojar mis manos, para luego depositar una pequeña cantidad de jabón líquido para manos en la palma y empezar a limpiarme.

—Ese olor es exquisito —susurré para mí misma, metí mis manos en el chorro de agua y enjuagué el jabón de mis manos.

—Sí, huele a coco endulzado.

—Exacto —respondí como si nada, ya que es descortés ignorar a una perso...

Abrí mis ojos completamente. Igualmente mi boca.

¿Qué fue lo que me contestó?

Me giré terriblemente asustada a dirección de la puerta, apoyando mi espalda en la pared.

Mi pulso se aceleró, porque, al parecer, no había nadie más que yo en el baño.

—¿Q-quién anda ahí? —susurré, temiendo la respuesta.

Inspeccioné todo el lugar con la mirada. Pero no hay sombras... No hay manera que sea Pitch, él ya está lejos de nosotros, ¿no?

¿Entonces cómo explicas que alguien te respondió?

—Oh, tranquila, no debes asustarte. No le hago daño a niñas tan lindas como tú —contestó a mi duda mental.

Me puse en alerta. Y me preparé para cualquier cosa.

—¿En dónde estás? —pensé en caminar hacia la salida, pero la curiosidad me ganó, así que me quedé en mi lugar.

¿Sí recuerdas lo que la curiosidad le hizo al gato?

—Aquí abajo, ¡agacha tu cabecita! —la misma voz chillona dijo.

En el suelo, una manchita negra se encontraba sentada. Tenía el tamaño del moño que decoraba mi zapato.

Normalmente me asustaría y saldría gritando de ahí, pero ya vi a Pitch y a sus pesadillas, así que ver una especie de rata negra ya no era algo de qué sorprenderse.

—¿Quién eres? —me puse de rodillas, para estar más cerca, y poder charlar decentemente con esta cosa.

—Disculpa por no ponerme a tu altura, pero me lastimé la espalda y me es insoportable volar —me explicó.

Fruncí el ceño.

—Vuelvo a repetirte, ¿Quién eres?

—¡Ah! ¡Cierto! Se me olvidaba mi presentación. Hola, yo soy Plagg —me estrechó su... Mano.

Obvio que no le respondí, porque ¡por Dios! Podría matarlo aplastándolo por accidente, y no quería correr riesgos.

—Eh, éste, yo soy... —me interrumpió.

—Lo sé, tú eres Marinnette. ¿Verdad? No quiero equivocarme de persona, eso sería vergonzoso —y rió.

Asentí levemente, dando a entender que sí soy Marinnette.

—Lo que te voy a decir es sumamente importante, así que tienes que prometerme que no le dirás nada a nadie —susurró, viendo a todas partes.

Eso encendió una alarma en mi cabeza, empezando a asustarme.

—¿Cómo qué clase de importancia? —murmuré, acercándome a él.

—De seguridad personal, si alguien llega a enterarse podrías estar expuesta tú y él al mundo de los villanos —en cuanto mencionó esa palabra, mi actitud de torpe desapareció.

Ya no quería toparme con más Pitch, esto tenía que ser cuidadoso.

Me dejé caer de sentón en el suelo. Ya que empezaba a dolerme mi postura y presentíaque esto iba para largo.

—Vale, está bien, prometo no decirle nada a nadie.

—¿Segura? —me miró con detenimiento. Quizás buscando un indicio de que mentía. 

Pero no lo hacía.

—Muy segura. Ahora, si pudieras apurarte porque me están esperando allá abajo.

—Ah, no. De eso no te preocupes, yo ya me encargué —dijo desdeñoso.

Enarqué mis cejas, confusa.

—¿Qué fue lo que hiciste, exactamente? —hasta temí en preguntar.

—Cerré la puerta de la habitación refrigerante con candado desde adentro. Así que tardarán en abrir esa cosa —y miró a sus uñas victorioso.

Ah, qué bicho tan maléfico. Claro, en buen sentido, ya que su pequeña travesura no se compara con las atrocidades que Pitch nos hizo, y que probablemente, le hizo a otras familias.

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Promise | Marichat | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora