28. Tal vez

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Marinnette:

—Es... Está bien... Puedes... Puedes besarme... —susurré, sintiendo escalofríos por mi espina dorsal.

Cerré los ojos por instinto, esperando a que el glorioso momento llegase.

¿A quién engaño?

La verdad es que, cerré los ojos porque tenía miedo.

Sí, miedo a que esto fuera un sueño, miedo a que, con mi torpeza fuera a arruinarlo todo, porque ¡Oh vamos! No todos los días te encuentras a un chico lindo que sienta cosas especiales por ti. Es extraño la verdad toparte con alguien que valore más que la belleza física.

Miedo a que esto no fuese correcto.

—Marinnette, estás temblando... —escuché decir del rubio.

Abrí lentamente los ojos, y me di cuenta que se había alejado de mí.

—Lo siento, yo... –por poco me rompí en llanto, pero logré contener mis lágrimas absurdas–, no sé qué me pasa, quizás la regla está por venirme o no sé, me siento muy sensible. No quiero que lo tomes a mal, ¿vale? Eres una persona increíble y no quiero echarlo a perder con mis estu...—me interrumpió poniendo suavemente sus dedos sobre mis labios.

—Tranquila, puedo comprenderlo. Sé que estás asustada, también lo estoy. ¿Por qué no dejamos esto para otro día? Te apuesto que te sentirás mejor —sonrió, enseñando sus dientes.

Se me escapó un suspiro junto con una sonrisa.

Diablos, qué lindo.

—Siéntate, voy a colocarte el calzado.

—No es necesario, puedo yo sola —flexioné las rodillas para recoger las sandalias.

De la emoción se habían resbalado de mis dedos.

—¿Sabes? No es ninguna molestia para mí.

—Lo sé, y lo puedo ver.

—Me alegra que lo notes.

[...]

—¿En dónde te habías metido, niña? —me gritó Alya, poniendo sus manos en las caderas, formando el aza de una jarra.

—Yo... Me había perdido entre todo este espacio –mentí–. Llegué a un balcón, y ni idea de cómo le hice.

—No sé si sepas pero los bocadillos estaban afuera —comentó, alzando una ceja expectante.

Intenté no reírme con su actitud.

—Discúlpame, ¿sí? Te compensaré.

—¿Ah, sí? ¿Y cómo? —preguntó ya cuando estábamos por salir del territorio Agreste.

—Te invitaré a comer en mi casa, ¿qué te parece? Hoy es día de crepas —le recordé, un arma secreta la cual sabía que no se podía resistir.

Cruzamos la calle con cautela.

—Está bien, te perdonaré tu descuido sólo porque son crepas. Nada más. Fin del comunicado —advirtió, cerrando el tema de conversación que teníamos sobre mi "desvío".

De tan sólo pensar que se creyó esa pequeña mentira me daba remordimiento.

Nah, no hay porqué sentirla, te la pasaste bien y eso es lo que importa.

—¡Hey, Marinnette! —exclamaron al otro lado de la calle.

Las dos nos volteamos para ver de quién era ese llamado.

Sentí el cosquilleo en mis mejillas cuando me doy cuenta de qué persona se trataba.

—¿Y él es...? —murmuró Alya, justo antes de que Adrien llegara con nosotras.

—¡Hola! —saludé, intentando no sonar nerviosa.

—Se me había olvidado preguntarte. ¿Quieres venir al estreno de Shape Of Water conmigo? Puedes invitar a tu amiga si lo deseas —sus mejillas estaban sonrosadas, igual que yo.

En lo que yo pensaba qué decirle, mi amiga castaña ya estaba formando sus conspiraciones locas y algo extrañas acerca de esta nueva persona, a quien sólo había visto una vez, hasta ahora.

—Tal vez, yo te aviso —le guiñé el ojo divertida.

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Promise | Marichat | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora