29. Dos meses después

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Marinnette:

-¡Mamá, estás jalándome muy fuerte el cabello! ¡Basta! -chillé, al borde de las lágrimas.

Las dos estábamos como locas.

-¡Discúlpame, ya, ya quedó! Deja de lloriquear como niña chiquita y vete a poner el vestido -me cogió del codo, y en un leve empujón me animó a subir a mi habitación.

Estaba hecha un manojo de nervios, tanto así que ni siquiera podía controlar el temblor en mis manos, a cada rato se me caían los aros al intentar ponérmelos.

Hoy Adrien me presentará a su padre, el diseñador Gabriel Agreste. Le mostraré mis dibujos y veré si tengo oportunidad de trabajar con él, o al menos estar como pasante. Cualquier cosa está bien, con que no sea un NO, definitivamente estaré viva.

-¿Quieres que te ayude? -una voz masculina, con tono suave y divertido, preguntó.

-S-si, por favor. N-no logro insertar el arete por la perforación, ya quiero terminar con esto y no puedo porque los nervios no me dejan y... -no acabé de hablar porque sentí el peso de sus manos sobre mis hombros, apretándome lentamente.

-Tranquila, te lo he dicho; tus diseños son increíbles, le va a encantar. Además, con esa nueva mujer a su lado se ha vuelto un poco más amistoso y suelto, ya no es más el amargado Agreste -depositó un beso en mi cuello.

Solté el aire acumulado en mis pulmones, y moví mi cabeza en círculos para relajarme.

-Ya es hora de irnos.

-Sí, vámonos ya.

[...]

-¿Me veo decente? -pregunté, por décima vez antes de bajar del auto.

-Claro que sí, a excepción de algo en tu cara... -Adrien formó una mueca con sus labios.

-¡¿QUÉ?! ¡¿Qué es? ¿Un moco? ¿Dónde?! -bajé el espejo del coche y me revisé completamente.

-¡No es nada! ¡Marinnette, tranquilízate por favor! Estás actuando de manera exagerada en cuanto a tu imagen. En serio, relaja esa cabecita que sino, explotará en miles de pedazos.

Me recargué en el respaldo del asiento, e inhalé lentamente durante varios minutos, para calmar mi respiración.

No quería un ataque de ansiedad, o peor, de pánico.

-¿Ya te sientes mejor? -preguntó el rubio con voz baja y serena.

Contesté con un simple sí  y abrí la puerta del copiloto para salir.

Caminamos hasta el gran portón metálico, y presionando el botón de audio, anunciamos que ya llegamos.

Natalia, como Adrien me dijo que se llamaba, nos respondió con un "Esperen unos minutos". Luego de ello el portón se corrió, dándonos la vista de lo que se encontraba al otro lado.

Un pasto perfectamente cortado, esculturas de marfil posicionadas en diferentes partes del patio, y la imponente mansión blanca de los Agreste. Es todo lo que podía enfocarme ahora.

-Lo harás excelente -el rubio posó su mano en mi espalda baja, dando suaves masajes en forma de círculos con su pulgar.

-Gracias. Hay que entrar ya, que siento que si no lo hago saldré corriendo a los diez segundos.

Soltó una carcajada muy escandalosa, que me alegró el momento.

Antes de siquiera tocar el picaporte de la puerta, ésta se abrió súbitamente por una mujer de piel morena y ojos color chocolate.

-¡Adrien! ¡Bienvenidos, pasen, pasen! ¡Con confianza! -la señora nos dio espacio y pasamos por el marco.

Ya adentro, Adrien se dirigió a ella.

-¡Hola Yuri! ¿Cómo has estado? -se abrazaron levemente.

Rayos, ésta mujer es preciosa. Pensé.

-Oh, muy bien. Gracias por preguntar. Tu padre ya está listo para conocer y calificar a la candidata. Ya pueden pasar -en cuanto me vio, me sonrió. Su carácter era muy agradable.

Tú puedes Marinnette.

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Promise | Marichat | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora