11. ¿Cuál contrato?

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Marinnette:

—No según el contrato —canturreó, mirando sus uñas con una sonrisa de satisfacción.

—¡No! ¡Déjala en paz! —mamá, de la nada, salió corriendo para auxiliarme.

Intentó empujar al intruso, pero este... ¡Se desvaneció!

Mi madre terminó tirándonos al suelo. Papá llegó con un cuchillo grande entre sus manos, listo para enfrentarse a él si era necesario.

El ser horrible volvió a aparecer, pero esta vez salió de la pared, no, más bien salió de las sombras.

—Bueno, no falta un día completo para que sea tu cumpleaños, sino unas dos horas, según marca el reloj —apuntó al objeto que colgaba de la pared.

—¿Qué quieres ahora? ¿Por qué no nos puedes dejar en paz por el resto de nuestras vidas? —mis padres me abrazaban fuerte, como si no quisieran entregarme.

Y eso era exactamente lo que no quería, que no me entregaran, así que no me quejé.

—¿Qué? –el hombre maligno (yo la verdad no estaba segura de qué fuera ésta cosa así que le diré así) pareció aturdido, más bien impactado y ofendido–. ¿Cómo dices Tom? ¿Por qué no les puedo dejar en paz? —y arrugó la nariz molesto.

—Si, después de que Marinnette nació la veías dormir por las noches, ¡entiéndelo, no es tu hermana! —cuando mi padre dijo eso, me alarmé como nunca antes.

¿Éste hombre me observaba desde que nací? ¿Me... Acosaba desde pequeña? ¿Estaba enfermo o qué rayos?

El hombre con aspecto demoníaco empezó a soltar risotadas.

—¿Qué es lo que te divierte? —pregunté, tratando de no sonar asustada.

—¿No se lo has dicho, Sabine? ¿Ni siquiera a tu cónyuge? Dios, estoy impresionado. En serio que lo estoy. ¿Cómo pudiste ocultar tal información? — de nuevo rió.

—¿Qué es lo que nos ocultaste mamá? —me alejé para verla mejor, estaba temblando, tenía una mueca de dolor.

—Anda, cuéntanos, me divertiré con su drama familiar —bufó el de negro.

—Yo... –se le hizo  un nudo en la garganta, parecía que el contarnos la verdad le dolía bastante. ¿Pero qué secreto guardaba, era tan perturbador?–. Hice un pacto con uno de los Reyes del Inframundo... —soltó de pronto.

—¡¿Qué?! — exclamamos mi padre y yo al unísono.

—Antes de que tú llegarás Tom al hospital ya que habías ido por el efectivo para pagar la deuda con la clínica, había entrado en labores de parto antes de lo planeado. Fue algo tan doloroso y duro... —en sus mejillas empezaron a correr lágrimas. A lo que contesté con la misma acción.

Jamás me gustó ver a las personas llorar, mucho menos a mi mamá.

—Todo iba bien, pero... Hubo un problema con uno de los doctores... El que iba a atendernos no llegaba, se había quedado atascado en el tráfico por lo que optaron a buscar personal para el parto y... —cerró los ojos, con sólo mirarla uno podía darse cuenta que esto era tan devastador para ella que para nosotros.

—Esta es mi parte favorita, disfrútala Marinnette... —sonrió despiadado. Decidí ignorarlo, y poner más atención en mi madre.

—Uno era de nuevo ingreso, no tenía experiencia, no sé qué hizo exactamente pero... –mpezó a llorar más fuerte, y sus ojos se hinchaban por el esfuerzo de no derramar sus lágrimas, aunque era imposible porque algunas se le escapaban de sus pequeños ojos. Se me partía el alma verla así de débil, sin poder hacer nada por evitar tal sufrimiento–... ¡Pero eso causó tu muerte Marinnette!

El mundo dejó de girar para mí, el tiempo se detuvo y podía escuchar mis respiraciones atrás de mis orejas. Me dejé caer en el suelo de rodillas, mi garganta estaba hecha nudos, no, no, no podía ser. No quería creerlo. No quería saberlo.

No pude haber muerto...

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Promise | Marichat | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora