13. Incrustaciones

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Marinnette:

Quería despertar, pero no podía.

Ese golpe duro contra el piso me hizo recordar cosas del pasado, que antes no tenían sentido, pero que al parecer ahora sí lo tenían.

Era como una clase de epifanía, una muy rara. Una que no podía descifrar, porque nunca intenté obtener la respuesta de algo que realmente valiera la pena saberlo, pero sentía que el universo quería que lo supiera.

En un cuarto negro, oscuro, y con un delicioso olor a tierra mojada, me hizo darme cuenta que aún seguía inconsciente.

—¿Mamá? ¿Papá? ¿Chat Noir? —susurré a la nada.

No hubo respuesta.

—¿Hola? ¿Hay alguien aquí? —volví a hablar, pero tampoco me contestaron.

De pronto, la imagen de un salón de clases invadió la oscuridad.

—Marinnette, pasa a leernos un fragmento de la historia: El Retrato de Dorian Gray, por favor — pidió la maestra encargada de la clase.

Una niña, tal vez de cinco años, de cabello negro azulado con listones en sus trenzas se paró de su asiento, y tomó el pequeño libro de su mesa banco.

—Yo... Eh... Es que... No.. No es la misma adaptación que el de los demás tienen —la pequeña respondió.

—Ven conmigo, yo te presto mi libro para que leas —la profesora le sonrió, y la pelinegra se animó a caminar hacia ella.

A medio camino, una roca hecha de polvo negro se instaló entre los pies de la pequeña, provocando que se cayera al suelo.

—¡Ah. Pero qué torpe eres Marinnette! —chilló la Chloe de ese entonces.

Todos comenzaron a reír, en excepción de su... De mi amiga Alya, Nino y el pelirrojo adorable y lindo de Nathaniel. Quienes me miraban con un poco de lástima.

En silencio, la yo de esa visión comenzaba a llorar, reprimiendo los sollozos, para evitar más burlas hacia ella.

Esa imagen, se fue borrando, dejándome reflexionarlo.

Apareció otra, pero era de mi habitación, un poco más de rosa, sin pósters de boybands y rodeado de peluches con formas de animales. La Marinnette de esa época tenía, al menos unos nueve años, no recorddaba del todo ese momento. Estaba en mi cuarto, durmiendo plácidamente.

Me dio ternura, hasta que un trueno proveniente de la tormenta eléctrica que se aproximaba provocó que diera un respingo sobre mi lugar, y también a la niña encima de la cama.

Se despertó, como era de esperarse. Y se sentó en la orilla de la cama, se talló los ojos con sus manos más dormida que despierta.

—¿Mami? —ella susurró, buscando consuelo.

Saltó de su cama, y a tientas se dirigió a la puerta.

Todo parecía andar bien, hasta que unos ojos resaltaron de la oscuridad. Unos ojos dorados y grandes, como los de... Pitch.

—¡Yo, digo, Marinnette! ¡Cuidado! —grité desesperada, pero al parecer no escuchaba la niña.

Era como si mi yo de 17 años no existiera aquí, no estuviera en esta dimensión.

Ella seguía en lo suyo, intentando abrir la puerta. Pero estaba atrancada.

—¿Mami? ¿Puedes abrirme, por favor? —susurró la ojiazul.

Nadie respondió a su llamado. Y yo empezaba a inquietarme, ya podía imaginarme lo que vendría a continuación.

Esos ojos iban tomando forma en 3D.

—¡Pequeña Marinnette, voltea! —exclamé, a punto de enloquecer.

La yo de nueve años se giró, y empezó a gritar cuando vio que ese monstruo se acercaba a ella con toda velocidad.

Corrí hasta donde estaba ella y jalé del picaporte, pero en efecto, no se abría. Apoyé un pie en la pared, haciendo fuerza para abrir la jodida puerta, pero nada. No quería ceder.

—¡Mamá! ¡Mamá! —chillaba Marinnette 2.0 con más fuerza, y miedo.

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Promise | Marichat | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora