3. ¿Quién eres?

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Marinnette:

—Interesante. — el chico/gato susurró, pensando a profundidad.

—¿Puedo preguntarte algo? —susurré, observando sus movimientos con extrañeza.

Estaba vestido como gato, pero se comportaba como adolescente.

—¿Ah? –Se tanteó, pero luego pareció recordar la pregunta–. Ah, sí, sí, puedes preguntarme lo que quieras.

—¿Quién... Eres? —lo señalé completo.

—Dios, ¿dónde están mis modales? –Se levantó del suelo, sacudió su ropa y me tendió una mano, a la que acepté con duda, y de un estirón logró pararme–. Soy Chat Noir.

Dí leves y muy lentos pasos, tratando de alejarme de él. Pero para mi desgracia, él logró notarlo.

—¿Qué te pasa? — preguntó ladeando su cabeza, como si se tratase de un gatito.

—¡De seguro tú me lanzaste hacia el vacío! — acusé.

—¿Disculpa, qué? — Alzó la voz, al igual que lo hice yo.

—Aléjate, o... O... O llamaré a la policía — advertí, pero el muchacho ni se inmutó.

—Tranquila, ¿por qué soy merecedor de tal acusación? ¡Te acabo de salvar! — Gritó con ironía.

—Ah, no sé, ¿Será por que eres la única persona que, casualmente está despierto a esta hora, y casi en el mismo lugar que yo? ¡Vete! —apunté al vacío.

—Me ofendes. En serio –dijo, llevándose una mano al pecho–, ¿y por qué querría yo matarte en primer lugar? Acabo de conocerte —y alzó la ceja, esperando por mi reacción.

—Yo... Éste... No sé... —respondí pensando mejor la cosa.

Quizás exageré un poquito.

—Ahí está. ¿Qué la gente de París es así de malagradecida? Mhm — bufó, cruzándose de brazos indignado.

—No, no, no. Yo... Lamento lo que dije, sí estuvo algo mal –admití, avergonzada–, pero si tu no me empujaste, ¿entonces quién fue?

—La verdad, soy nuevo en esto de salvar vidas –se rascó la nuca–. No me he enfrentado con ningún villano hasta ahora. ¿Lograste verlo, siquiera?

Hice memoria sobre lo que había vivido. Pero no encontré nada que nos fuera de ayuda, por lo que dije: —No...

—Esto será más difícil de lo que pensé... — susurró, como queriendo no ser escuchado.
Igual le oí.

—Y... ¿Quién dijiste que eras? Por que, bueno, me empiezas a dar miedo —admití.

Si estuvieras a punto de morir y ves a alguien con un disfraz de gato, ¿le tendrías confianza?

Rió a carcajadas, lo que me dejaba más que confusa.

—Soy Chat Noir, no debes temerme, ni nadie más. Soy el chico del bien, el que detiene a los malos, tú entiendes —jugó con sus puños, como si fuera boxeadaor.

—Ah, vaya —me sobé mis brazos—. Nunca te he visto fuera.

—Sí, bueno. Es que apenas hoy salí para ver qué podía hacer, y vaya que fue una buena decisión —y me guiñó el ojo, sólo sonreí incómoda.

Un pitillo nos sacó de la conversación. Éste se asustó al ver su mano.

—¡Yo... Me voy, suerte! —exclamó, y sin más saltó a la nada.

—¡Ay santo cielo! — exclamé asustada y corrí para ver si se dio el porrazo de su vida. 

Pero al llegar no había rastro del muchacho, ni sangre o algo así por el estilo.

—Vaya... Ése sí es una persona rara... — susurré bajito.

Me encogí de hombros, toméel celular del suelo, y me adentré a mi casa, ahora con una barra de metal que encontré por ahí. Tenía como imagen una huella de gato.

—¿Qué es esto? — Le presioné a la huella, sin querer, y la barra se extendió. Me tomó tan desprevenida la acción que lo dejé caer. Sí, así de asustadiza soy.

Lo volví a tomar y cerré la puerta deslizable, pero esta vez con pestillo.

No quería más incidentes mientras durmiera.
Encendí la lámpara que estaba cerca de mi alcoba, sacudí el polvo del edredón, me quité mi ropa para ponerme la pijama y me acosté, tapándome por completo. 

No, no apagué la luz.

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Promise | Marichat | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora