Todo aquel día había resultado excelente, la casa Stilinski era la mismísima Atlantida en comparación a la casa de la tía Alice. June sabía aquello por propia experiencia ya que todo el día se lo había pasado en aquella casa, junto con Stiles.
Aquel chico de piel pálida adornada con lunares resultaba alguien sumamente agradable, y, sorpresivamente para June, quien apenas había entrado en contacto con él en la cena anterior a aquel día, ya lo consideraba un amigo.
¿Cómo no iba a hacerlo? Él entendía sus gustos, él le abrió las puertas de su cuarto con aire acondicionado y aquella increíble colección de películas, él hacía los mismos comentarios que ella planeaba hacer durante las películas (esto, efectivamente, lo comprobó aquel perfecto día), pero lo que más importante le resultaba era que, a su lado, June lograba sentirse normal.
La castaña ameritaba el crédito de aquel comportamiento al mayor de los Stilinski, seguramente su tía hubiera mencionado el hecho de que había perdido su padre hace poco cuando habló con el hombre y éste, le hubiera pedido a su hijo que fuera amigable con ella.
Pero la verdad era diferente.
Noah sí le había mencionado aquel trágico hecho a su hijo, pero éste no era la causa de su comportamiento con ella, en realidad, aquel se debía a que Stiles consideraba a aquella castaña una maravilla en su máximo esplendor, y no una de esas de las que todas hablan y a las que puedes visitar teniendo el dinero suficiente, no, para Stiles, June era una nebulosa gigante y hermosa de la cuál sólo él tenía conocimiento. Inalcanzable, hermosa, admirable. Aquellos eran algunos de los adjetivos con los que el pelinegro describía a la chica, claro que también fuerte, él recordaba a la perfección aquellos oscuros meses en los que se vio sumergido luego de la muerte de su madre, nada lo hacía sonreír, no tenía ánimos para absolutamente nada y, si su padre le hubiera ofrecido ir a Disneyland, él hubiera dicho que no; en cambio, June no había sufrido aquella perdida hace demasiado y aquello no era ningún inconveniente para hacerla reir con sus comentarios.
Aquel era otro punto a favor para la castaña (no el sonido de su risa, ese de por si ya contaba con demasiados): entendía sus chistes a la perfección.
El día se les había escabullido de las manos entre películas, discusiones, comentarios y risas, y el pelinegro tuvo que hacer un enorme esfuerzo por no invitarla a quedarse al menos a cenar, de cualquier forma no se retendría si es que el siguiente día resultaba igual.
Tal vez por haberse sentido tan humana, en forma de karma u de recordatorio, aquella misma noche June se despertó de repente, sentándose en la cama de un sólo movimiento, con los ojos cerrados con fuerza y apretando puños y dientes a causa de un terrible dolor en todo su cuerpo a la vez que se mantuvo constante durante unos segundos.
Apenas el dolor desapareció, se levantó rápidamente completamente bañada en sudor y todo la primer sudadera y pantalón que se cruzó de camino a la puerta.
Debía salir de ahí lo más rápido posible, sabía a la perfección lo que se avecinaba y no iba a permitirse destruir el hogar de la tía Alice.
Pudo abrir su puerta prácticamente abalanzándose sobre ella y su cuerpo chocó contra la pared, se mantuvo pegada a ésta para seguir de pie al verse victima de un repentino y fuerte vértigo y, tomando profundas respiraciones, siguió avanzando. Cada paso que daba sólo la hacía sentir peor, y bajar la escalera le estaba resultando toda una hazaña.
Hazaña que no logró cumplir de una sola vez.
A mitad de la escalera, el dolor volvió con tal intensidad que la hizo soltar un quejido de dolor mientras se aferraba a la barandilla con todas sus fuerzas, su mandíbula tensa, el frío sudor recorriendo su frente y su espalda y un fuerte pitido en sus oídos que no hacía más que aturdirla. Cuando aflojó un poco su agarre, rendida frente a tal sufrimiento, pudo sentir el pitido desaparecer, todas sus extremidades relajarse y de la nada, perder lo que había no una mochila sino una entera montaña de su espalda, se permitió disfrutar de aquel estado todo lo que pudo, tomando por opción el no volver a mostrar resistencia a todo lo que en aquellos instantes sucedía dentro de su cuerpo.
De no tener que seguir resistiendo todo aquello, estaba dispuesta a rendirse, a liberar a aquella bestia hambrienta de caos y destrucción en su interior.
Con algo de suerte, June también se vería devorada por ella.
Sin embargo, cuando todo a su alrededor comenzó a sacudirse con fuerza segundos después, ella volvió a apretar su agarre sobre la barandilla y continua con su camino siendo envuelta en un completo dolor con cada escalón que bajaba.
Su cuerpo se dirigió constantemente a ambos lados mientras caminaba hacia la puerta con una mano en su frente, la cual no dejaba de palpitar en ningún momento del camino. Una vez logró llegar a la puerta, posó su mano sobre el picaporte con intenciones de abrirla, sin embargo, antes de poder moverlo, éste comenzó a temblar hasta caerse y, posteriormente a el, la puerta.
Habiendo cumplido su objetivo (tal vez no de la forma que esperaba hacerlo), se permitió relajarse, quitarse nuevamente aquella montaña de su espalda y luego, casi instantáneamente comenzó a correr con Beacon Hills sacudiéndose con fuerza debajo de sus pisadas.
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Angel of destruction ↯ Teen Wolf
Fanfiction❝Ella temblaba por miedo a si misma con la intensidad con la que todo a su alrededor temblaba al mismo tiempo.❞ June creyó poder vivir sin problema alguno. Creyó ser lo suficientemente fuerte como para controlar a aquella bestia en su interior...